Opus Dei 24 de octubre de 2020
@OpusDeiVE
Priscila
es una comunicadora social, especializada en el área del Diseño gráfico, en la
que ha comenzado un emprendimiento donde su cliente número uno es Dios.
“Impulso las marcas a través de su identidad gráfica
para que tengan un mensaje más contundente”. Esta es Priscila Hung, una joven
comunicadora social apasionada por el diseño y el arte. Tiene 22 años, nació en
Trujillo, pero creció en Caracas. Como buena venezolana es una mezcla de varias
culturas: italiana, china y la auténtica caribeña.
Tiene su propio emprendimiento de diseño, fotografía y
branding con los que busca fortalecer la identidad de las marcas y generar
contenido de valor, en un mundo en el que la imagen y las redes sociales se han
vuelto fundamentales para el día a día. Allí intenta dejar su huella: ofrecer
un servicio de calidad.
“Trabajar bien –nos explica Priscila– es tener la
visión de que ese trabajo no concluye en una entrega, sino es pensar en todas
las personas que se encuentran involucradas: las que están detrás de esa marca
o los que consumen esos productos. Es ser consciente de que tu trabajo es un
servicio para esas personas y por eso puede hacer mucho bien en sus vidas”.
Este amor al trabajo seguramente lo aprendió del
ejemplo de sus padres. Pero también nos dice que su inspiración es saber que en
medio de nuestra labor diaria podemos encontrarnos con Dios, sin nada
extraordinario, simplemente ofreciéndole aquello que haces. “Realmente hay una
diferencia cuando somos conscientes de esta gran verdad”.
Es difícil determinar una fecha exacta de cuándo
descubrió este mensaje de la santificación a través labor profesional, pues
desde pequeña estudió en colegios inspirados por el mensaje de san Josemaría.
Luego, comenzó la carrera de Comunicación social en la Universidad Monteávila.
“Quizás fue en ese momento, nos cuenta Prisicila, cuando una de mis amigas más
cercanas pidió la admisión en el Opus Dei, que me sentí impulsada a conocerlo
mejor”.
“También, podría decir que durante mis años
universitarios, tuve una experiencia que marcó mi vida: el encuentro con el
dolor. A mi mamá le diagnosticaron cáncer, y esto hizo que mi fe creciera
exponencialmente”.
Después, vivió un momento único al conocer al Papa
Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud en Polonia. “Esto me dio una
visión más amplia de la fe, y me permitió apreciar la universalidad de la
Iglesia y la importancia de mi misión como cristiana”. Junto a esto, en el
evento también logró tener otro encuentro excepcional, al conocer y conversar
con el Prelado del Opus Dei de ese entonces, Javier Echevarría. “Allí pude
contarle que, al intentar vivir mi fe con coherencia a veces me sentía como
una extraterrestre, porque no era lo que más se veía en mi entorno.
Pero el Prelado, con muchísima comprensión, me hizo entender que era la alegría
de haber encontrado algo mucho más grande, lo que me haría vivir con naturalidad’’.
Todas estas experiencias la han movido a incluir a
Dios en su trabajo diario, tratando de ofrecerle lo que hace durante la jornada
completa. Cada profesión tiene sus cualidades y, en el Diseño, la creatividad y
la imaginación juegan un rol fundamental. Eso se nota en Priscila, que de la
misma forma que se inspira para crear una paleta de colores, lo hace para
tratar a Dios: “Me gusta imaginar que estoy sentada en una mesita del taller de
Jesús y San José, con mi laptop, trabajando duro, como ellos también lo hacían.
A veces imagino que, durante un momento de descanso, la Virgen María se acerca
con café recién colado para que conversemos”.
“Una de las metas que me he propuesto es intentar
trabajar con cariño, haciéndolo con calidad profesional, cuidando los detalles,
porque sé que es para Alguien muy importante. No siempre es fácil y a veces me
cuesta mantener este ritmo hasta el final. Por ejemplo, en el Diseño gráfico
hay muchos ajustes y correcciones por parte del cliente, pero en ese momento
miro al Cielo y digo: Señor, sé que esto es para ti y
recomienzo con más cariño. Así, las cosas van saliendo”.
Para santificar el trabajo no hay que estar rezando
todo el día y todo el tiempo. Es precisamente realizando tu labor de la mejor
manera posible, con la intención de hacerlo por los demás y por Dios, como
santificas ese trabajo y te haces mejor persona. “Yo santifico
mi trabajo pensando que mi cliente número uno es Dios”.
Tomado de: https://opusdei.org/es-ve/article/the-dream-team-dios-mi-trabajo-y-yo-i/
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