San Josemaría 17 de octubre de 2020
@sJosemaria
Ante
un panorama de hombres sin fe, sin esperanza; ante cerebros que se agitan, al
borde de la angustia, buscando una razón de ser a la vida, tú encontraste una
meta: ¡El! Y este descubrimiento inyectará permanentemente en tu existencia una
alegría nueva, te transformará, y te presentará una inmensidad diaria de cosas
hermosas que te eran desconocidas, y que muestran la gozosa amplitud de ese
camino ancho, que te conduce a Dios. (Surco, 83)
Quizá más de uno se pregunte: los cristianos, ¿en qué
debemos esperar?, porque el mundo nos ofrece muchos bienes, apetecibles para
este corazón nuestro, que reclama felicidad y persigue con ansias el amor.
Además, queremos sembrar la paz y la alegría a manos llenas, no nos quedamos
satisfechos con el logro de una prosperidad personal, y procuramos que estén
contentos todos los que nos rodean.
Por desgracia, algunos, con una visión digna pero
chata, con ideales exclusivamente caducos y fugaces, olvidan que los anhelos
del cristiano se han de orientar hacia cumbres más elevadas: infinitas. Nos
interesa el Amor mismo de Dios, gozarlo plenamente, con un gozo sin fin. Hemos
comprobado, de tantas maneras, que lo de aquí abajo pasará para todos, cuando
este mundo acabe: y ya antes, para cada uno, con la muerte, porque no acompañan
las riquezas ni los honores al sepulcro. Por eso, con las alas de la esperanza,
que anima a nuestros corazones a levantarse hasta Dios, hemos aprendido a
rezar: in te Domine speravi, non confundar in aeternum, espero en
Ti, Señor, para que me dirijas con tus manos ahora y en todo momento, por los
siglos de los siglos (Amigos de Dios, 209).
Tomado de: https://opusdei.org/es-ve/dailytext/en-que-debemos-esperar/
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