Diecisiete de octubre de 2020
En
el documento publicado el pasado 3 de octubre, el Santo Padre nos impulsa a
reflexionar para que, “frente a diversas y actuales formas de eliminar o de
ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad
y de amistad social que no se quede en las palabras”. Compartimos algunas
claves de su mensaje.
10 frases de “Fratelli
Tutti” (Descárgala
en formato digital)
- Entre
todos
- Devolver
la esperanza
- Reconstruir
este mundo que nos duele
- Redescubrir
la fraternidad
- Todos
en la misma barca
- Hacia
una civilización del amor
- La
importancia del diálogo
- Artesanos
de la paz
- Podemos
perdonar
- Ir
al encuentro
1. Entre todos. Anhelo que en esta
época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana,
podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad. Entre todos:
He ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa
aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente. Se necesita una
comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros
a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos! Solos se corre el
riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se
construyen juntos. Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la
misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos,
cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia
voz, todos hermanos. (Punto 8)
2. Devolver la esperanza. En el mundo
actual los sentimientos de pertenencia a una misma humanidad se debilitan, y el
sueño de construir juntos la justicia y la paz parece una utopía de otras
épocas. Vemos cómo impera una indiferencia cómoda, fría y globalizada, hija de
una profunda desilusión que se esconde detrás del engaño de una ilusión: creer
que podemos ser todopoderosos y olvidar que estamos todos en la misma barca. Este
desengaño que deja atrás los grandes valores fraternos lleva a una especie de
cinismo. Esta es la tentación que nosotros tenemos delante, si vamos por este
camino de la desilusión o de la decepción. El aislamiento y la cerrazón en uno
mismo o en los propios intereses jamás son el camino para devolver
esperanza y obrar una renovación, sino que es la cercanía, la cultura del
encuentro. El aislamiento, no; cercanía, sí. Cultura del enfrentamiento, no;
cultura del encuentro, sí. (Punto 30)
3. Reconstruir este mundo que nos duele. La
parábola del buen samaritano es un ícono iluminador, capaz de poner de
manifiesto la opción de fondo que necesitamos tomar para reconstruir este mundo
que nos duele. Ante tanto dolor, ante tanta herida, la única salida es ser como
el buen samaritano. Toda otra opción termina o bien al lado de los salteadores
o bien al lado de los que pasan de largo, sin compadecerse del dolor del hombre
herido en el camino. La parábola nos muestra con qué iniciativas se
puede rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la
fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de
exclusión, sino que se hacen prójimos y levantan y rehabilitan al caído, para
que el bien sea común. (Punto 67)
4. Redescubrir la fraternidad. La
fraternidad no es sólo resultado de condiciones de respeto a las libertades
individuales, ni siquiera de cierta equidad administrada. Si bien son
condiciones de posibilidad no bastan para que ella surja como resultado
necesario. La fraternidad tiene algo positivo que ofrecer a la libertad
y a la igualdad. ¿Qué ocurre sin la fraternidad cultivada
conscientemente, sin una voluntad política de fraternidad, traducida en una
educación para la fraternidad, para el diálogo, para el descubrimiento de la
reciprocidad y el enriquecimiento mutuo como valores? Lo que sucede es que la
libertad enflaquece, resultando así más una condición de soledad, de pura
autonomía para pertenecer a alguien o a algo, o sólo para poseer y disfrutar.
Esto no agota en absoluto la riqueza de la libertad que está orientada sobre
todo al amor. (Punto 103)
5. Todos en la misma barca. Necesitamos
desarrollar esta conciencia de que hoy o nos salvamos todos o no se salva
nadie. La pobreza, la decadencia, los sufrimientos de un lugar de la tierra son
un silencioso caldo de cultivo de problemas que finalmente afectarán a todo el
planeta. Si nos preocupa la desaparición de algunas especies, debería
obsesionarnos que en cualquier lugar haya personas y pueblos que no desarrollen
su potencial y su belleza propia a causa de la pobreza o de otros límites
estructurales. Porque eso termina empobreciéndonos a todos. (Punto 137)
6. Hacia una civilización del amor. A
partir del «amor social» es posible avanzar hacia una civilización del amor a
la que todos podamos sentirnos convocados. La caridad, con su dinamismo
universal, puede construir un mundo nuevo, porque no es un sentimiento estéril,
sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos. El
amor social es una fuerza capaz de suscitar vías nuevas para afrontar los
problemas del mundo de hoy y para renovar profundamente desde su
interior las estructuras, organizaciones sociales y ordenamientos jurídicos.
(Punto 183)
7. La importancia del diálogo. Acercarse,
expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar
puntos de contacto, todo eso se resume en el verbo “dialogar”. Para
encontrarnos y ayudarnos mutuamente necesitamos dialogar. No hace falta decir
para qué sirve el diálogo. Me basta pensar qué sería el mundo sin ese
diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas a
familias y a comunidades. El diálogo persistente y corajudo no es
noticia como los desencuentros y los conflictos, pero ayuda discretamente al
mundo a vivir mejor, mucho más de lo que podamos darnos cuenta. (Punto 198)
8. Artesanos de paz. Los procesos
efectivos de una paz duradera son ante todo transformaciones artesanales
obradas por los pueblos, donde cada ser humano puede ser un fermento
eficaz con su estilo de vida cotidiana. Las grandes transformaciones no son
fabricadas en escritorios o despachos. Entonces cada uno juega un papel
fundamental en un único proyecto creador, para escribir una nueva página de la
historia, una página llena de esperanza, llena de paz, llena de reconciliación.
Hay una “arquitectura” de la paz, donde intervienen las diversas instituciones
de la sociedad, cada una desde su competencia, pero hay también una “artesanía”
de la paz que nos involucra a todos. (Punto 231)
9. Podemos perdonar. El perdón no
implica olvido. Decimos más bien que cuando hay algo que de ninguna manera
puede ser negado, relativizado o disimulado, sin embargo, podemos perdonar.
Cuando hay algo que jamás debe ser tolerado, justificado o excusado, sin
embargo, podemos perdonar. Cuando hay algo que por ninguna razón debemos
permitirnos olvidar, sin embargo, podemos perdonar. El perdón libre y
sincero es una grandeza que refleja la inmensidad del perdón divino. Si el
perdón es gratuito, entonces puede perdonarse aun a quien se resiste al
arrepentimiento y es incapaz de pedir perdón. (Punto 250)
10. Ir al encuentro. Pido a Dios que
prepare nuestros corazones al encuentro con los hermanos más allá de
las diferencias de ideas, lengua, cultura, religión; que unja todo nuestro
ser con el aceite de la misericordia que cura las heridas de los errores, de
las incomprensiones, de las controversias; la gracia de enviarnos, con humildad
y mansedumbre, a los caminos, arriesgados pero fecundos, de la búsqueda de la
paz. (Punto 254)
Tomado de: https://opusdei.org/es-ve/article/fratelli-tutti-10-frases-de-la-nueva-enciclica-del-papa-francisco/
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