Miguel Ángel Rodríguez 18 de octubre de 2020
@MiguelContigo
La exhortación de la Conferencia
Episcopal Venezolana, publicada en la semana que recién culmina, si bien
esclarece las dudas que había dejado la polémica comunicación anterior de la
Iglesia Católica, de lleno puede llevar a cualquier buen entendedor a la
siguiente conclusión: los curas se alzaron contra la dirigencia política y
partidista.
Es verdad que ha sido sumamente dura la opinión de los
sacerdotes frente al régimen de Nicolás Maduro, al fin y al cabo, culpable
mayor de los males que han postrado a Venezuela en ruina económica y en la más
grave crisis humanitaria; pero a la oposición también le ha espetado que no
representa una opción real para lograr el cambio que anhelan los venezolanos.
Hemos consultado la opinión sobre el documento de la
Conferencia, tanto a dirigentes políticos, como a ciudadanos “comunes y
corrientes”, y si bien hay acuerdo sobre lo mal que puede resultarle a la
golpeada población que aún hoy no se haya superado la división entre diversos
factores políticos, no se acompaña tanto a los sacerdotes en eso de que no hay
ni plan, ni ruta alternativa real.
Es más, hasta se ha llegado a recordar que los
criterios expresados por los religiosos en su documento anterior, más bien
propendían a dividir más a la dirigencia opositora, que en su mayoría, por
ejemplo, había manifestado que no participaría en el fraude electoral preparado
por Nicolás Maduro para construirse una Asamblea Nacional a su medida.
Recuérdese que en aquel documento la Conferencia, tras
decir que no bastaba con abstenerse para caminar hacia las soluciones de los
problemas de la gente, pasó a decir que
una participación masiva en esas elecciones podría contener las
intensiones totalitarias y abusivas del gobierno.
Con aquella sentencia, al menos varios obispos de la
iglesia católica, no solo daban aliento a los divisionistas y hasta a los
llamados “alacranes
traidores” de la oposición vendidos por incalculables fortunas; sino que
además se aislaron, ellos mismos, de su propia línea de acción, pensamiento y
recomendación. Ahora, críticos como siempre, se han re-enfocado, y si bien
fustigan a la división opositora, disparan su artillería más pesada al régimen
que sigue empotrado en Miraflores.
Los Obispos se levantan la sotana y abren fuego
Es sumamente importante que la exhortación sentencie
que en Venezuela, si de ruta electoral se va a hablar, nada sirve si además de
condiciones y veedurías calificadas no se tiene claro que hay que escoger
Presidente. Los curas le han gritado a Maduro que no tiene legitimidad, en
otras palabras le han recordado su usurpación, y le exigen no hacerse el loco
con eso.
También los sacerdotes, no solo han validado y
recordado la gravedad de las conclusiones a las cuales han llegado la Alta
Comisionada de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas y la comisión
independiente de verificación de hechos, sino que además ha dicho que esas sentencias
se quedan cortas. Es decir, por si las dudas, la Conferencia denuncia
directamente a Maduro y sus equipos como criminales de lesa humanidad.
Tras exigir que los responsables de las ejecuciones
extrajudiciales, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias y torturas,
sean juzgados; los obispos le se “lanzan durísimo” contra la recién
aprobada ley
antibloqueo, designándola como “una expresión más de la voluntad del
gobierno de conducir a nuestro país por caminos distintos a la legalidad, y así
dilapidar los recursos nacionales que son de todos, con el agravante de que
ahora pretende hacerse de forma oculta y discrecional”.
Quienes han leído y releído el nuevo documento de los
obispos, desde la acera contraria al régimen madurista, no hallan problema en
identificar la recriminación permanente a la pillería, que llega al extremo de concluir
que al gobierno lo único que le interesa es mantener a toda costa el poder, sin
que le importe el dolor que esto pueda causar a la población.
El mensaje que pareciera un poco oculto, aunque luce
muy directo
El corazón del mensaje de los obispos de la
Conferencia Episcopal, claramente es el sufrimiento del pueblo venezolano, al
que se le concede pleno derecho y comprensión a la hora de haber tomado las
calles para protestar, como sucedió hace apenas unas semanas, sorprendentemente
en un “encendido de mecha” que tuvo origen en Yaracuy, y que detonó
manifestaciones en al menos 18 estados de Venezuela.
La censura informativa, la represión de los organismos
policiales y militares, y más persecución política por vías judiciales, son la
respuesta del régimen, duramente vapuleada por los obispos, quienes además
retratan como abominable, el saqueo y el maltrato del que son víctimas los
humildes que ahora protagonizan una suerte de camino al calvario, tratando de
huir de Venezuela, a pie, desde donde sea y hacia la frontera.
Finalmente, y esto ha sido muy estudiado en el marco
del documento de la Conferencia Episcopal, en esta oportunidad los obispos
hacen una “exhortación” y no es ni al cuestionado gobierno de Maduro, ni al
gobierno interino de Guaidó, hacia donde dirigen su voz y su mirada. Le hablan
casi imperativamente a la sociedad civil.
“Las diversas organizaciones civiles, las
universidades, los gremios, las academias, los empresarios y los trabajadores,
las comunidades de los pueblos originarios y los jóvenes, deben hacer esfuerzos
en conjunto para restablecer los derechos democráticos de la nación”
Rematan los obispos con el convencimiento de que “es
necesario acompañar la protesta pacífica, cívica y social que hoy se extiende
en todo el país, establecer una ruta clara para la transformación política,
democrática y civil, y superar personalismos que dañan la misión colectiva de
lograr una Venezuela donde vuelva a imperar la justicia y la paz”.
Es decir, y sin caer en el que puede ser un muy
interesante debate sobre a quiénes se refirió la Conferencia Episcopal con lo
de los “personalismos a superar”; que está convocada la sociedad civil, más que
la misma y siempre muy importante masa de activistas partidistas opositores, a
tomar las riendas con carácter de urgencia.
¿Se sumarán los sacerdotes a la consulta de la
sociedad civil?
Una importante manifestación activa de la sociedad
civil está ya corriendo por toda Venezuela, por cierto, aludiendo vías
pacíficas y desafiando al régimen de Nicolás Maduro en su empeño de llevar a
cabo unas elecciones fraudulentas el próximo 6 de diciembre: La Consulta
Popular.
Es verdad que aún en la calle, dentro o fuera de
Venezuela, la propuesta de la Consulta no ha terminado de ser comprendida, ni
ha logrado encender el entusiasmo suficiente de los contrarios a Maduro y su
secuela de miseria. En esto, la censura y la autocensura impulsada por el
régimen pesa mucho, como también la campaña adversa de factores críticos a Juan
Guaidó, que han llegado a decir que esa actividad es una idiotez.
La Consulta Popular propuesta para las próximas
semanas, antes que arranque en plena campaña, pretende ser vapuleada porque
presuntamente los temas que abarca ya habían sido preguntados a los venezolano
en 2017, y eso es absolutamente errado: no se había producido a plenitud la
usurpación en la presidencia, no se daba en tiempos de una comunidad
internacional desconociendo como ahora al régimen, y mucho más.
En realidad, al margen de las críticas que se le
quieran hacer a la actual Asamblea Nacional, al gobierno interino, a los
partidos políticos; nada supone limitar o impedirle a la población gritarle al
régimen, gritarle a toda la comunidad política, pero además gritarle al mundo
entero, cuál es su determinación en esta hora tan grave. Eso supone la Consulta
Popular.
De paso, recién juramentados, los integrantes de la
comisión de la rectora son todos, absolutamente todos, del perfil que citan los
obispos en su más reciente exhortación, como quienes tienen que tomar el toro
por los cachos. Esos nombres, dentro y fuera de Venezuela, resultan muy
difíciles de cuestionar, imagina uno, incluso hasta para las autoridades de la
Iglesia Católica.
Las preguntas de la Consulta, que están siendo
revisadas por la comisión rectora bajo la coordinación del Dr. Colmenares
Finol, abarcan los temas sobre los cuales se centran las esperanzas de los
venezolanos en el mundo. Pero, claro, ahora la cosa no sería solo de esperanza,
sino de voz y de mandato, además vinculantes según la Constitución Nacional.
El fin de la usurpación, la exigencia de condiciones
totales y observación mundial a elecciones presidenciales y parlamentarias, el
llamado a la comunidad internacional para que proteja al evento y al
cumplimiento de sus resultados; son temas distintos a los consultados el año
2017.
En consecuencia, la exhortación a los ciudadanos,
hecha por los Obispos de la Conferencia Episcopal Venezolana, si bien ya tiene
al frente este movimiento de la consulta popular organizándose en decenas de
países y en todos los estados de Venezuela bajo la rectoría de la sociedad
civil; también se supone que acarreará un nuevo paso de la Iglesia Católica con
todos sus pastores al frente.
Hace algunas semanas, tanto los cardenales
venezolanos, como los obispos de la Conferencia Episcopal, estuvieron muy
atentos al camino que les recomendó apoyar el ex gobernador Henrique Capriles.
Pero la no participación de la Unión Europea en calidad de observador
internacional y su reiteración de que no hay condiciones mínimas para la
celebración de “esas elecciones de Maduro”, deben cambiar a la iglesia, más
allá del contenido de un documento.
Se conoce que tanto con la iglesia católica y las
demás organizaciones religiosas, como con el mismo Henrique Capriles, los
integrantes de la sociedad civil que se apresuran en esta carrera de poco
tiempo para hacer una exitosa consulta, procuran contactos, intercambios de
ideas y adhesiones a lo que debería ser una enorme manifestación de voluntad
ciudadana.
Miguel Ángel Rodríguez
@MiguelContigo
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