Brian Fincheltub 10 de julio de 2021
@BrianFincheltub
El
régimen chavista ha pasado por diferentes etapas desde su llegada al poder. En
sus inicios, procuraron mostrarse como un proyecto “profundamente democrático y
popular”. En esta etapa, las apariencias importaban, pues había preocupación
por la manera como se les percibía nacional e internacionalmente. Pero la
realización periódica de elecciones semi-competitivas no pudo ocultar la
verdadera naturaleza del chavismo por mucho tiempo, como todo proyecto
totalitario y hegemónico, una vez consolidado el control interno, pronto las
elecciones dejaron de ser útiles y la opinión de la comunidad internacional,
simplemente irrelevante, intrascendente.
A la
dictadura nada parecía importarle y la presión internacional, tan efectiva en
el pasado para lograr que el régimen reculara en ciertos aspectos, funcionaba
cada vez menos. Aunado a ello, la ausencia de mecanismos coercitivos en
instancias internacionales se traducía en el total irrespeto de las decisiones
condenatorias del Estado venezolano. Venezuela se convertiría de manera
vertiginosa en un Estado forajido, aislado completamente del mundo y con
millones de venezolanos como rehenes.
El
poder absoluto garantiza absoluta impunidad. Eso fue lo que debió haber pensado
la camarilla al mando cuando persiguió, torturó, encarceló y asesinó a miles de
venezolanos y obligó a otros más de cinco millones a huir del país. Es posible
que la inoperancia y los tiempos tan largos de la justicia internacional hayan
contribuido a alimentar esta percepción. Lo hemos dicho en otras ocasiones, lamentablemente
los tiempos de la justicia internacional no son los tiempos de las víctimas ni
de quienes sufren. Pero la hora de la justicia parece finalmente aproximarse y
la prueba más fehaciente de ello es la necesidad del chavismo de volver a sus
inicios, volver a las apariencias.
Las
conclusiones del informe preliminar de la Corte Penal Internacional (CPI) deben
conocerse pronto y esta vez el reloj no los acompaña. El mismo tiempo que una
vez los ayudó, hoy los condena, pues resulta supremamente difícil, por no decir
imposible, aparentar justicia cuando durante años se la negaron a quienes
clamaban castigo para los culpables y cuando hablamos de culpables no nos
referimos solamente a quienes torturaron o dispararon, sino a quienes dieron la
orden. Todo lo demás no será más que otro intento fallido de aparentar,
afortunadamente, cada vez son menos los incautos.
Brian
Fincheltub
@BrianFincheltub
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