Lester Toledo 01 de julio de 2021
@LesterToledo
Para
Conejillos, no de Indias, pero si de Cuba, quedamos los venezolanos. El régimen
de Nicolás Maduro en una demostración de extrema irresponsabilidad, o lo que es
lo mismo, en este caso, de extrema criminalidad, pretende exponer a los
venezolanos a un experimento cubano.
El
dictador, ya inmunizado con la vacuna rusa, impuso a la gran mayoría del pueblo
venezolano, sin elección alguna, a inocularse con un candidato a vacuna, la
Abdala, un producto biológico que no cuenta con la aprobación de la
Organización Mundial de la Salud, ni revista científica alguna ha publicado
algo sobre este candidato a vacuna, salvo Granma, medio para nada científico,
por el contrario, un instrumento de propaganda política de Cuba.
No es
nada casual que Maduro haya ordenado suspender todo operativo de vacunación de
la china o de la rusa, muchos quedaron pendientes por la segunda dosis, para
imponer al pueblo vacunarse con la dudosa cubana.
Los
académicos de la medicina, el gremio médico venezolano y los científicos han
elevado las alarmas por la amenaza y el riesgo que supone esta imposición.
Maduro
deja en evidencia sus prioridades, en primer lugar están sus negocios con sus
socios cubanos, y por último está el bienestar y la salud del pueblo.
Para
nada le importa violar las leyes sanitarias, normas éticas y científicas al
introducir al país un producto biológico sin seguir los trámites requeridos por
la ley, y mucho más grave, al inocular un producto biológico a seres humanos,
sin contar con pruebas científicas de su validez o efectividad.
Lo
único que se sabe de fármaco cubano, es lo que ha publicado Granma, medio
portavoz del régimen de Díaz Canel, que sostiene: “hace días mostró una
eficacia de 92,2 % en los resultados preliminares de la tercera y última etapa
de estudios”, unos resultados que nos quieren imponer, pero que difícilmente
pueden demostrar.
Lo
cierto es que Venezuela, que de acuerdo a la Academia de las Ciencias se
encuentra en el peor escenario epidemiológico posible, urge de antígenos de
comprobada calidad, efectividad y seguridad, atributos que sabemos no están
presentes en el candidato a vacuna cubana que nos quieren imponer.
Y a
pesar de la urgencia y las condiciones críticas de la salud en Venezuela, a
pesar de las muertes del personal sanitario, aún Maduro no ha dado
explicaciones, y sabemos que no las dará, sobre los argumentos de rechazo de la
vacuna AstraZeneca (aprobada por la OMS) y del mecanismo COVAX.
Lo más
crítico y condenable de este caso es que el negocio transado con Cuba, no se
está pagando con dinero del bolsillo de Nicolás Maduro, que reitero está
vacunado con la Sputnik, sino con dinero de todos los venezolanos, es decir,
que el tipo es tan cruel, criminal y descarado, que no solo obliga a los
venezolanos a vacunarse con un producto biológico no comprobado, ni aprobado,
sino además que los obliga a pagar para ser ellos conejillos de prueba de tal
experimento.
Hablamos
de un negocio que ronda los 540 millones de dólares, que para colmo adelantan
que tendrá que aplicarse en tres dosis, lo que incrementa aún más su costo,
pero es que en definitiva para Maduro puede más el negocio, que el bienestar
del pueblo.
Prefiere
pagarle a La Habana 540 millones de dólares, que quien sabe Dios de cuánto será
su tajada en este negocio, por 12 millones de prospectos de vacunas, que pagar
18 millones de dólares que, según la Organización Panamericana de la Salud, es
lo que resta para garantizar las vacunas seguras del programa Covax, lo que se
traduce en 11,4 millones de vacunas para Venezuela.
Las
matemáticas no mienten y el futuro tampoco, la verdad de todo este negocio,
tarde o temprano saldrá a flote y Maduro, más temprano que tarde, tendrá que
pagar por todo ello.
Lester
Toledo
@LesterToledo
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