SARAÍ SUÁREZ / París 03/06/2013
Fernando Mires defiende
la tarea de reconquistar espacios. Complicidad entre Maduro y Cabello sirve
para tratar de mantenerse en el poder pero no para gobernar. En Venezuela el
Presidente es la fachada de un gobierno militar a consecuencia de un autogolpe
silencioso
En su primer viaje a Venezuela, en el
2006, se empapó de la marea roja cuando participó en una marcha del chavismo.
Quería ver de cerca aquel fenómeno político-social. Caminó durante horas entre
la multitud hasta ser transportado, por las consignas y los cantos, al Chile de
la Unidad Popular: "el pueblo unido jamás será vencido".
Al final de ese largo camino escuchó
con atención a Hugo Chávez haciendo malabares en su discurso y generando
versiones tropicales de los teóricos políticos. De allí en adelante Venezuela
no se ha ausentado de sus reflexiones.
Fernando Mires fue un gran crítico del
difunto expresidente y es hoy en día una de las voces internacionales que
analizan con más fineza la realidad política y social de Venezuela.
- En su último artículo titulado
"La Venezuela de Mario Silva: entre el vampirismo y el castrismo"
analiza el contenido del sonido que se le atribuye a Silva. ¿Cuáles son las
consecuencias de estas revelaciones?
- Creo que para la oposición no va a
traer muchas secuelas. La oposición se siente más unida, más legitimada. Esa es
su ganancia. En cambio, para la gente del régimen va a traer muchas
consecuencias. Me imagino todas las cosas que están hablando entre ellos. Tengo
entendido que viene un segundo video con más revelaciones, esos son golpes
duros porque eliminan la cohesión. A partir de allí se están conformando en el
chavismo los dos partidos, el vampirista y el castrista, que señalo en mi
artículo.
- Podemos decir entonces que la
incertidumbre se mudó de campo, ¿el gobierno ya no tiene las cosas tan
aseguradas?
- Capriles lo dijo muy bien: la
oposición está hoy día en el lugar donde estaba el chavismo cuando llegó al
gobierno. Ahora el desarticulado es el chavismo y va a seguir desarticulándose.
Por otro lado, no hay que confiar demasiado en que vaya a producirse una
implosión, yo no creo en las implosiones. No conozco ningún caso histórico de
un gobierno que haya colapsado por sí solo. Es la oposición quien los hace
colapsar, sin ella pueden mantenerse eternamente en el poder.
- Pareciera que en ocasiones la
oposición quiere mantenerse al margen de ese colapso...
- Pero es un hecho que no va a
producirse de forma espontánea. Los dos partidos, vampiristas y castristas,
saben que pueden perderlo todo y eso es los que los une. Quizás están más
unidos que nunca. Es una unión como la de los matrimonios que no se soportan
pero han cometido juntos un delito y no se pueden separar. En alemán se dice
"ese matrimonio tiene un cadáver escondido en el sótano". Ellos se
odian, no son compañeros pero son cómplices y esa complicidad puede ser más
fuerte que el amor en un momento determinado. Esa es la relación CabelloMaduro,
ahora bien, eso no sirve para gobernar pero sirve para tratar de mantenerse en
el poder.
- Después de unos resultados tan
estrechos y luego de la lista de errores en el seno del gobierno, ¿cómo cree
que están percibiendo los chavistas a Nicolás Maduro?
- Yo podría creer que están viendo en
Maduro una posibilidad de bonapartismo. Alguien que se sitúa por sobre todas
las facciones aunque no sea el más brillante. Es el único que puede, en cierta
medida, representar al conjunto. Dentro de todos los errores de Maduro hay uno
solo que no ha cometido: identificarse a favor o en contra de un grupo. Se
situó relativamente bien. También ha hecho otra cosa positiva, los intentos de
conversaciones con sectores industriales y con los medios. Yo no soy tan
optimista, creo que Maduro todavía tiene muchas posibilidades de juego y no va
a ser tan fácil.
- Ha evocado la idea de un golpe a
cuentagotas a través de la militarización de la sociedad y las instituciones,
¿es esto lo que está ocurriendo en Venezuela?
- Yo creo que sí. Me recuerda mucho a
Allende, cuando empezó a poner militares en todos los ministerios. Tenía dos
ideas: incorporar a los militares al proyecto y meter miedo. Quizás ya se
produjo el golpe en Venezuela. Fíjese, cuántas gobernaciones están en manos de
militares, cuántos ministerios, de cuándo acá un General en Jefe como Molero
hace declaraciones más políticas que los políticos. Yo creo que durante el
gobierno de Chávez el régimen fue militarista y creo que hoy ya es un gobierno
militar. El autogolpe se está produciendo y creo que por ahí puede terminar la
historia, con un Maduro como fachada de un poder militar. En América Latina,
cuando hablamos de golpe, estamos acostumbrados al clásico modelo argentino,
chileno o guatemalteco; en este caso el golpe puede ser mucho más sutil.
- Y, de ser así, ¿qué puede hacer la
oposición?
- Allí yo tengo un poco de miedo.
Pienso que podrían existir en la oposición sectores que estarían dispuestos a
colaborar con una facción militar. Eso es veneno. Aun en el caso de que los
militares llamaran a una acción contra los chavistas, la oposición debería
salir a defender al gobierno en contra de los militares y gracias a eso la
oposición podría avanzar. Hay dos ejemplos históricos. El primero: durante el gobierno
de Alexander Kerensky que siguió al Tsarismo en Rusia el General Lavr
Kornilov intentó un golpe de Estado. Los bolcheviques dijeron: "hay que
apoyar a Kornilov" y allí se demostró la genialidad de Lenin quien dijo:
"¡No! Hay que defender a Kerensky" y llamó a todo el pueblo a
defender al gobierno que él mismo (Lenin) estaba combatiendo. Ocurrió luego
también en la misma Rusia con el golpe que le hicieron a Mijaíl Gorbachov.
Boris Yeltsin llamó a defender a Gorbachov. Gracias a eso Yeltsin pudo ser presidente.
Esa es la mecánica de la política.
- Esto requiere una gran madurez
política y social. ¿Cree que Venezuela está lista para eso?
- Sí, yo creo que Capriles tiene esa
madurez. Ramón Guillermo Aveledo también la tiene. Me parece que la MUD está en
muy buenas manos. Sería muy irónico que la misma gente de la oposición tenga
que defender a este gobierno de los militares, pero en realidad no se trataría
de defender al chavismo, se trataría de llamar a defender las instituciones.
Aunque estas se encuentran muy empobrecidas, en muy mal estado, pero son las
instituciones y con ellas hay que trabajar. Creo que en Venezuela están listos
pero dispersos, falta un eje constitutivo. Lo que está construyendo Capriles a
través de la Asamblea Popular es la posibilidad de un eje de rotación. Que todo
pueda girar en torno a la Asamblea. Eso es una revolución, es crear modelos de
poder alternativos.
- El abandono de ciertos espacios fue
un error estratégico de la oposición, ¿cree que se pueden recuperar?
- Por ahora la MUD no controla ningún
poder fáctico, solo se ha obtenido la legitimación moral y las asambleas, la
multitud. Por eso creo que las elecciones municipales serán clave. Las
alcaldías nunca han sido importantes en las elecciones latinoamericanas. Pero
ahora, por primera vez en la historia de Venezuela y tal vez en la historia de
América Latina las elecciones municipales van a ser más importantes que las
elecciones nacionales. En estas elecciones van a votar por Maduro o por
Capriles y esa será la gran batalla. Maduro lo sabe y por eso está tratando de
estirar las cosas hasta noviembre para recuperar la economía o esperar algún
milagro que mejore un poco las cosas para él. En todo caso está claro que no
hay otro camino que el camino electoral.
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