Oswaldo
Páez-Pumar Caracas, 5 de agosto de 2014
Recibo complacido el anuncio
editorializado de El Universal donde ratifica su apego al código de ética “que proscribe
las ofensas personales, el descrédito, las falsas informaciones, las mentiras,
el irrespeto y los juicios morales”. Ya era hora. Gracias a Dios que los nuevos
dueños se aprestan a rectificar silenciando las ofensas personales como
“escuálidos”, el descrédito como “fascistas”, las falsas informaciones como “el
sabotaje que provocó la explosión en el CRP”, las mentiras como “el magnicidio”,
el irrespeto como “la derecha reaccionaria” y los juicios morales que todos
esos términos envuelven como calificación de todo aquel que disienta del
gobierno y de sus ejecutorias.
Sigo leyendo y me encuentro que los
tiros no van por ahí, el asunto tiene que ver con los columnistas de opinión
que parecen herir la sensibilidad de los nuevos dueños, cuya epidermis se
sobrepone como manto protector a la de los funcionarios que acostumbrados a
insultar desde el momento en que el eterno difunto ofreció freír en aceite a
adecos y copeyanos, adoptaron, como diría el difunto Manuel Caballero, el
lenguaje del burdel que ellos consideran popular irrespetando una vez más ya no
a uno o mil opositores, sino al gentilicio.
El mensaje a los lectores dice que
hay muestras palpables en los artículos de opinión de esa conducta anti ética y
por eso, quizá, la nota termina citando
al fundador Andrés Mata “la libertad bien ejercida es antorcha que ilumina de
lo contrario es tea que incendia”. Con perdón de Don Andrés, pues no es bueno
este juicio 105 años después ¿cuándo el periódico nacía en 1909 en tiempo de
Gómez el más terrible dictador que Venezuela ha sufrido, por lo largo, era un
mensaje para hacerle saber a Juan Vicente que todo estaba bajo control? ¿Pudo
ser la promesa de monitorear los artículos de opinión, como esa fórmula
novedosa y eufemística de rechazo a los juicios críticos que invocan los nuevos
dueños: no se aceptan adjetivos calificativos?
Cretino es adjetivo, se aplica a
quien padece cretinismo que es un peculiar retraso de la inteligencia. No soy
ni psiquiatra, ni psicólogo, pero cuando al referirse a los contratos con China
si quien los suscribe por Venezuela dice que una cosa es financiamiento y otra
endeudamiento, ¿no lo puedo llamar cretino?
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