Omar Barboza Gutiérrez septiembre de 2014
En los últimos doce (12) meses el
precio de los alimentos y las bebidas no alcohólicas aumentó en un 91%, el del
transporte se incrementó en un 48%, el de calzados y vestidos en un 45,7%, y en
salud llegó al 36%. Es de esperar que esos aumentos para finales de año, con el
acercamiento de las navidades como ha sido tradicional se intensifiquen, lo
cual podrá llevar la inflación acumulada por encima del 60%.
Los diferentes signos que reflejan el
fracaso del modelo económico que impulsa el gobierno nacional se agudizan,
mientras se insiste en aplicar las recetas que dieron estos resultados, dentro
de una serie de marchas y contramarchas por parte del Ejecutivo Nacional, que
le agrega a la gravedad del cuadro económico citado el ingrediente de la
incertidumbre; y se percibe al gobierno dando bandazos de un lado a otro,
luciendo como el médico que ve desangrar al paciente sin atreverse a ponerle un
torniquete.
Para nadie bien informado es un
secreto de que el principal responsable del crecimiento de los precios es el
Banco Central de Venezuela (BCV) que violando el Artículo 320 de la
Constitución vigente ha emitido ciento de miles de millones de bolívares a
través de billetes sin respaldo, ni por la producción de bienes nacionales, ni
por el nivel de reservas internacionales, todo con la finalidad principal de
financiar el déficit de PDVSA, lo cual ha hecho que la deuda de esa empresa por
ese concepto, según datos del mismo BCV, haya crecido de 42.500 millones de
bolívares en julio del 2011 a 515.000 millones de bolívares en julio del 2014,
sin que se le explique a los venezolanos qué cosa tan grave ha ocurrido en
PDVSA para que haya tenido necesidad de semejante financiamiento.
Y allí empiezan los bandazos que
asemejan la marcha de la economía a una montaña rusa. Ante el impacto en la
liquidez monetaria de estas emisiones de dinero sin respaldo, planificada y
ejecutada por el gobierno nacional en acuerdo con el BCV, se intenta evitar las
consecuencias de esta irresponsabilidad, y en vez de combatir la inflación con
producción de bienes nacionales, toman el camino de las maniobras financieras
que tratan de ocultar la verdad de la situación económica, entonces emiten gran
cantidad de bonos de la deuda pública nacional para recoger buena parte del
dinero inorgánico que ellos decidieron emitir, y de esa manera parcialmente
correr la arruga de los nefastos efectos que estas decisiones económicas
producen sobre la vida de la gente.
Así tenemos que en agosto de este año,
el BCV le vendió al sistema financiero bonos por el orden de los 35 mil 900
millones de bolívares, superando en un 156% los colocados en agosto del 2013.
Adicionalmente, recurrió a operaciones
extraordinarias en las que colocó bonos por 20.000 millones de bolívares a un
plazo de 56 días con un interés del 7%. ¿Quién entiende esto? Por un lado
emiten dinero inorgánico y, por el otro, emiten bonos para recoger parte del
dinero sin respaldo que ellos mismos emitieron. No hay explicación, lo que sí
se sabe es que las consecuencias de estas piruetas financieras para esconder la
verdad, quien las paga es el pueblo venezolano en alto costo de la vida y en
escasez.
Para cubrir un gasto público que
supera al ingreso proveniente del petróleo y de la recaudación de impuestos, el
gobierno nacional recurre a la creación artificial de dinero que lo que hace es
estimular el consumo en un momento en el cual la escasez limita gravemente la
oferta de bienes, y la producción nacional se encuentra paralizada por falta de
apoyo, además de las causas sicológicas en este mar de incertidumbre y
contradicciones.
El discurso gubernamental para evadir
el reconocimiento del fracaso del modelo, se centra en una supuesta guerra
económica, que de ser cierta tiene a sus principales comandantes en Miraflores
y en el BCV; y en vez de detener la causa principal de la inflación, como lo es
la emisión de dinero sin respaldo, las acciones que ejecutan van en una
dirección contraria. Según datos oficiales del BCV, en julio de este año fueron
elaborados por este mismo ente 41,9 millones de piezas de billetes de 100
bolívares, lo cual supera en un 153% a los elaborados en el mismo mes del año
2013, ya que la pérdida de la capacidad de compra de nuestra moneda, que es
proporcional a la pérdida de la capacidad de compra del salario de los
venezolanos, obliga a fabricar billetes de alta denominación.
Mientras tanto, para que los sectores
productivos adquieran o paguen las materias primas para sus procesos no hay
dólares, porque en el último trimestre de este año se vencen obligaciones de
deuda externa de la República por la cantidad de 6.800 millones de dólares. No
sólo se destruye el salario.
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