Pablo Pérez septiembre de 2014
De nada ha servido el maquillaje que
el gobierno ha querido aplicar a la inflación. No importa cuántos meses
tardaron en actualizar los indicadores de precios en Venezuela. De nuevo este
fenómeno económico que causa gran malestar social derrota al gobierno
revolucionario.
No hay que ser economista para saber
que la inflación está desbordada. Todos los días el ciudadano común no sólo
siente, sino que padece por el constante aumento de los precios. De hecho
cualquiera que ve las cifras “oficiales” del Banco Central de Venezuela presume
que están escondiendo una situación mucho peor.
Venezuela es el mejor ejemplo de la
peor política económica con sólo visualizar que tenemos los niveles de
inflación más altos del mundo. De hecho somos una vergüenza a nivel de América
Latina porque países con menos recursos que nosotros, tienen una inflación
mínima ante el volumen de lo que padecemos los venezolanos.
Estos 15 años de desastre nos han
hecho mucho daño. La vida les cambió a todos los venezolanos. En 1987 cuando
comencé a trabajar en los tribunales apenas ganaba sueldo mínimo. Eran Bs.
2.500 mensuales que alcanzaban para cubrir mis gastos, salir con la novia y
hasta para hacer turismo nacional.
Hoy quien gane sueldo mínimo no vive,
sino que sobrevive. No puede cubrir sus necesidades más básicas, mucho menos
acceder a la compra de una vivienda, ni piensan en viajar y hasta dejaron de
soñar con la compra de un vehículo. Y quien ya tenga vehículo, reza todos los
días para que no se le dañe, no le roben la batería o el cauchito viejo le dure
mucho más tiempo.
¿Es o no una tragedia lo que vive
Venezuela? Tomemos sólo una de las cifras reveladas y corregidas horas después
por el BCV. La inflación anualizada junio 2013-junio 2014 es de 60,5%. De nada
sirve que cambien la metodología de cálculo, si el monstruo que se come los
salarios de los venezolanos está suelto en las calles y nadie puede domarlo,
hasta ahora.
Las cosas en Venezuela están tan mal,
que si el BCV estudiara también los precios en el mercado informal de
alimentos, por sólo tomar ese sector, que ha crecido como parte de las
distorsiones creadas por el modelo económico socialista, tendríamos una
dimensión mucho más real del grave problema que estamos padeciendo.
La inflación se une así a los
abultados índices de escasez, que por cierto no los dio a conocer el BCV, para
configurar un panorama desolador y revelador al mismo tiempo para todos los
venezolanos.
Desolador porque el ciudadano siente
que no importa cuánto trabaje, cuánto se esfuerce y cuánto intente ahorrar;
porque la crisis se tragará sus ingresos. El venezolano perdió su calidad de
vida y ahora su vida se debate en largas colas para comprar lo que escasea y
además en rebanarse el cerebro para intentar cubrir sus principales
necesidades.
Y es revelador, porque la inflación al
igual que otros fenómenos que nos agobian como sociedad, demuestran claramente
que el modelo socialista fracasó. Que Maduro está preso de quienes desde el
oficialismo niegan cualquier posibilidad de ajustes o de un cambio de rumbo.
Mientras el gobierno intenta esconder
su fracaso, el país se enrumba a un peligroso caos económico, que luego será
social y terminará convirtiéndose en político para configurar un escenario de
inestabilidad que nos afectará a todos. Si no hay un golpe de timón, vamos
directo al barranco.
Lo peor que puede hacer el ciudadano
ante esta tragedia nacional es perder la esperanza y conformarse ante lo que
ocurre. Tenemos que entender que sólo el esfuerzo colectivo, ordenado, pacífico
y unitario nos permitirá recuperar a Venezuela.
No dejes que el caos siga gobernando.
Actívate y participa.
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