ROBERTO GIUSTI , domingo 28 de septiembre de 2014
Entrevista a
Jesus “Chuo Torrealba, secretari ejecutivo de la MUD
Por ahora despacha desde su camioneta,
su secretaria es el celular y no sabe aún desde donde va a cumplir su novísima
y arriesgada función como Secretario Ejecutivo de la Mesa de la Unidad
Democrática. Pero, eso parece tenerlo sin cuidado porque lo suyo es recomponer
el esquema unitario de la oposición venezolana a partir de premisas como
aquella según la cual "hoy la polarización es una nostalgia" porque
el país que antes se dividía en chavistas y antichavista ahora concentra una
gran mayoría descontenta que ha roto el ya viejo esquema: "Durante mucho
tiempo me hicieron el planteamiento sobre la Secretaría Ejecutiva y yo
respondía que no porque mi espacio está en la construcción de ciudadanía, en el
ámbito de lo social y comunitario, dentro de un proceso político convencional.
Hace dos domingos Antonio Ledezma insistió y yo le di la respuesta de siempre.
Pero tres días después Henrique Capriles me reiteró la propuesta y eso me llamó
la atención porque se trataba del mismo planteamiento, hecho por dos personas
que se mueven en distintos espacios de la alianza democrática. Le comenté el
hecho a la gente que me acompaña en la Asociación Civil Radar de los Barrios,
hicimos el análisis y concluimos que había una suerte de consenso creciente"
-¿Solo sobre tu nombre?
-También se logró un consenso sobre definiciones básicas. Hay un documento, con fecha 6 de agosto, aprobado por unanimidad, donde se establece el objetivo político de la alianza y la estrategia común para conseguir un cambio político urgente a través de métodos constitucionales, democráticos, pacíficos y electorales.
-¿Cuál es la estrategia?
-La construcción de una mayoría que haga posible el cambio y garantice gobernabilidad.
-Entiendo que tú argumentabas, para no aceptar la propuesta, que se requería un constructor de consensos. ¿No te sentías capaz de asumir ese rol?
-Pensaba que si ese era el rol, otros lo podían cumplir con igual énfasis que yo, mientras que la actividad que ejerzo en la calle no tiene muchos candidatos. Pero la circunstancia del consenso creciente en una oposición hasta entonces con problemas para encontrarse, indicaba que podíamos aportar en esa dirección. Otra razón era la peculiaridad del perfil. No soy militante partidista ni tengo aspiraciones político-electorales. Tengo, sí, una trayectoria de lucha social y entonces la pregunta es si el gesto se asume como inicio de un estrechamiento de relaciones entre el liderazgo político-partidista y el social-comunitario.
-¿No se reconoce, con ese gesto, que los partidos de la Unidad han estado divorciados de la realidad social?
-No. En una década que tengo de activismo social y en todos los conflictos en los cuales me he visto involucrado, siempre me encontré con militantes y dirigentes de los partidos.
-Dirigentes de base.
-Dirigentes de todos los niveles. Ahora, en pocas ocasiones ese militante o dirigente, involucrado en la lucha social, recibía de su mismo partido respeto, reconocimiento y visibilidad. No es una desconexión de los partidos con respecto a la lucha social , sino un problema de comunicación entre la base militante y la dirección política que le da la cara al país.
-Una primera conclusión. El consenso surgido al alrededor de tu nombre es la primera señal de reunificación de la MUD.
-Creo que puede leerse así.
-Luego hay un reconocimiento tácito sobre la necesidad de acercarse a una porción del país que no termina de ubicarse en el lado de la oposición.
-Esa es la parte más importante. Yo no estoy aquí por mi frondosa cabellera o por mi simpatía desbordante. Estoy porque tengo perfil de luchador social y ante eso hay dos posibilidades. Se puede pensar, por ejemplo, que esto es una operación de fachada: pongamos al frente una cara que sugiera vinculación con el tema y utilicémoslo en una operación de mercadeo. Pero yo creo que esto responde a la comprensión de que se impone un acercamiento entre dos liderazgos complementarios e incluso, yendo más allá, la perspectiva de que se plasme un pacto entre la clase política que quiere ser alternativa y los pobres y empobrecidos
-¿Por qué hablas de "pobres y empobrecidos"?
-Nosotros no incurrimos en el nefasto error de contraponer sectores populares y clase media. Primero porque nuestra clase media es una realidad reciente, aparecida durante la democracia. Esto quiere decir que el nexo entre los sectores populares y la clase media, no solo es teórico, sino consanguíneo. Toda familia de clase media tiene a su papá o a su abuelito viviendo en el barrio. Por tanto, la clase media es pueblo que aprovechó las oportunidades de la democracia para mejorar su condición de vida.
-Pero ahora esa clase media, está "empobrecida".
-El problema de la pobreza no lo inventó Chávez, pero lo agravó al punto de crear una nueva realidad : las de los "pobres" y los "empobrecidos" Y sí, la clase media está seriamente empobrecida. Por eso, cuando hablamos de acercarnos a los sectores populares no se trata solo del barrio, sino también de la clase media.
-El hecho es que tú provienes de los sectores populares y tu designación reta el perfil convencional del político de salón. Contigo se quiebra un estereotipo (no se sube cerro sino el cerro baja) y eso constituye el reconocimiento implícito de que los dirigentes deben salir de las grandes mayorías.
-Hay una frase hermosísima del papa Francisco: "El que quiera ser pastor debe oler a oveja". Yo creo que quien quiera ser dirigente político, en la Venezuela del presente y del futuro, tiene que oler a pueblo y saborear pueblo.
-¿Y ese no es el problema de la dirigencia de la Unidad, que no huele a pueblo?
-Ese es un problema de la clase política venezolana y no solamente la dirigencia opositora. En la versión oficialista de la clase política hay problemas terribles. El pretendido origen popular de muchos de sus integrantes choca estruendosamente con su actual nivel de vida de nuevo ricos boliburgueses. No hay cosa más distinta y distante al pueblo que un enchufado en una camioneta blindada con cinco malandros motorizados de escoltas. Eso repugna e indigna al pueblo.
-Puede que carezcas de esa parafernalia que da el poder, pero tampoco te metes en la candela.
-En el ámbito de la oposición veo, desde hace tiempo, la comprensión de que en Venezuela la pobreza no es incidental, sino estructural y mayoritaria. Los pobres no son un nicho del mercado, son el mercado. El 54% de la población vive en barrios y 16% en urbanizaciones populares, es decir, 7 de cada 10 venezolanos habita espacios económicamente deprimidos y socialmente segregados. Entonces, si quieres hacer política democrática actúa desde la mayoría y para la mayoría. Si lo haces desde una sede partidista o un hotel 5 estrellas, es inevitable que rebotes en esos espacios donde está la mayoría.
-Considerando tu conexión con los sectores sociales y la debilidad de los partidos, ¿no puede ocurrir que trasciendas la tarea encomendada y asumas el papel de líder político nacional?
-Eso no es posible. Le doy gracias a la vida porque este momento me ha llegado cuando tengo claro quién soy y se como quiero que me recuerden mis hijos, es decir como servidor social. Hay una pregunta clave: ¿A quién le es útil lo que haces? Como activista social puedo responder, como dirigente político no sé. Prefiero entender que, como lo definió Rafael Poleo, mi designación es una decisión atípica para una situación atípica. Y Venezuela no vive una situación, sino una crisis. El de Maduro no es un mal Gobierno sino una catástrofe. Un país con 80% de restricción en su inventario de medicinas está viviendo una crisis haitiana. Frente a eso no es posible abstenerse por cuidar militancias sociales.
-¿No tienes la desventaja de que se te identifica con posiciones moderadas? ¿Cómo concilias esa posición con las tesis más radicales?
-Yo no tengo una desventaja sino un gran defecto: pasé por el Pedagógico de Caracas. En fin, soy un maestro de escuela, asumo mis tareas como un hecho pedagógico y desde esa perspectiva pretendo que el país logre llenar de significado 4 palabras: moderación, radicalidad, calle y diálogo. En un escenario envenenado desde hace 15 años por los antivalores de la violencia, donde el militarismo no es más que un machismo de uniforme y el populismo, transformado en política de Estado, alienta posturas supuestamente radicales, se debe tener valor para asumir la moderación. En cambio, para ser "radical" basta con deslizarse por el tobogán de la verborrea incandescente. Ser moderado exige valentía, convicciones, un compromiso profundo y una visión de futuro con el país. En cambio para ajustarse a la visión machista de la radicalidad basta con tener odio.
-Hay quienes sostienen la idea de ir a Constituyente, mientras otros señalan como prioridad prepararse para las elecciones legislativas del 2015. ¿Por cuál de las dos opciones te decantas?
-La polarización no es solo un problema político, sino un morbo, una forma de estructurar la visión que se tiene de la vida y nosotros, por facilismo de la cultura petrolera, la practicamos desde hace mucho tiempo. Así, nos pronunciamos por uno de dos marcas de gaseosas, por una de dos marcas de cigarrillos, por uno de dos partidos políticos. Con el chavismo eso se transformó en una pandemia, (chavistas y antichavistas), en lamentable proceso de estupidización.
-En este caso la polarización es en la oposición.
-En ese marco nos preguntamos si las elecciones parlamentarias y la Constituyente son irreconciliables. Y yo creo que no. El documento del 6 de agosto plantea que la estrategia de la Unidad implica la lucha democrática y la Constituyente lo es. Tiene el problema de que no es consensual, ni en el país ni dentro de la alianza. Por su parte las legislativas presentan el inconveniente de que no dependen de la inspiración de un líder o de la voluntad de un partido. Están en un cronograma electoral y no asumirlas sería irresponsable. Entonces tenemos un reto que enfrentar y ganar. No solo porque se puede lograr cambios sustanciales en los poderes públicos, que faciliten la solución electoral de la crisis, sino porque se trata de que el poder legislativo cumpla su papel de control del Ejecutivo. Ahora, puede ocurrir cualquier cosa porque dos voceros del chavismo, los diputados Cabello y Farías, han llamado la atención sobre la inconveniencia de unas parlamentarias en medio de una crisis económica y una erosión de su base electoral. Hay que tener cuidado porque una propuesta como la Constituyente podría significar la puerta falsa del oficialismo para huir hacia adelante.
-¿Solo sobre tu nombre?
-También se logró un consenso sobre definiciones básicas. Hay un documento, con fecha 6 de agosto, aprobado por unanimidad, donde se establece el objetivo político de la alianza y la estrategia común para conseguir un cambio político urgente a través de métodos constitucionales, democráticos, pacíficos y electorales.
-¿Cuál es la estrategia?
-La construcción de una mayoría que haga posible el cambio y garantice gobernabilidad.
-Entiendo que tú argumentabas, para no aceptar la propuesta, que se requería un constructor de consensos. ¿No te sentías capaz de asumir ese rol?
-Pensaba que si ese era el rol, otros lo podían cumplir con igual énfasis que yo, mientras que la actividad que ejerzo en la calle no tiene muchos candidatos. Pero la circunstancia del consenso creciente en una oposición hasta entonces con problemas para encontrarse, indicaba que podíamos aportar en esa dirección. Otra razón era la peculiaridad del perfil. No soy militante partidista ni tengo aspiraciones político-electorales. Tengo, sí, una trayectoria de lucha social y entonces la pregunta es si el gesto se asume como inicio de un estrechamiento de relaciones entre el liderazgo político-partidista y el social-comunitario.
-¿No se reconoce, con ese gesto, que los partidos de la Unidad han estado divorciados de la realidad social?
-No. En una década que tengo de activismo social y en todos los conflictos en los cuales me he visto involucrado, siempre me encontré con militantes y dirigentes de los partidos.
-Dirigentes de base.
-Dirigentes de todos los niveles. Ahora, en pocas ocasiones ese militante o dirigente, involucrado en la lucha social, recibía de su mismo partido respeto, reconocimiento y visibilidad. No es una desconexión de los partidos con respecto a la lucha social , sino un problema de comunicación entre la base militante y la dirección política que le da la cara al país.
-Una primera conclusión. El consenso surgido al alrededor de tu nombre es la primera señal de reunificación de la MUD.
-Creo que puede leerse así.
-Luego hay un reconocimiento tácito sobre la necesidad de acercarse a una porción del país que no termina de ubicarse en el lado de la oposición.
-Esa es la parte más importante. Yo no estoy aquí por mi frondosa cabellera o por mi simpatía desbordante. Estoy porque tengo perfil de luchador social y ante eso hay dos posibilidades. Se puede pensar, por ejemplo, que esto es una operación de fachada: pongamos al frente una cara que sugiera vinculación con el tema y utilicémoslo en una operación de mercadeo. Pero yo creo que esto responde a la comprensión de que se impone un acercamiento entre dos liderazgos complementarios e incluso, yendo más allá, la perspectiva de que se plasme un pacto entre la clase política que quiere ser alternativa y los pobres y empobrecidos
-¿Por qué hablas de "pobres y empobrecidos"?
-Nosotros no incurrimos en el nefasto error de contraponer sectores populares y clase media. Primero porque nuestra clase media es una realidad reciente, aparecida durante la democracia. Esto quiere decir que el nexo entre los sectores populares y la clase media, no solo es teórico, sino consanguíneo. Toda familia de clase media tiene a su papá o a su abuelito viviendo en el barrio. Por tanto, la clase media es pueblo que aprovechó las oportunidades de la democracia para mejorar su condición de vida.
-Pero ahora esa clase media, está "empobrecida".
-El problema de la pobreza no lo inventó Chávez, pero lo agravó al punto de crear una nueva realidad : las de los "pobres" y los "empobrecidos" Y sí, la clase media está seriamente empobrecida. Por eso, cuando hablamos de acercarnos a los sectores populares no se trata solo del barrio, sino también de la clase media.
-El hecho es que tú provienes de los sectores populares y tu designación reta el perfil convencional del político de salón. Contigo se quiebra un estereotipo (no se sube cerro sino el cerro baja) y eso constituye el reconocimiento implícito de que los dirigentes deben salir de las grandes mayorías.
-Hay una frase hermosísima del papa Francisco: "El que quiera ser pastor debe oler a oveja". Yo creo que quien quiera ser dirigente político, en la Venezuela del presente y del futuro, tiene que oler a pueblo y saborear pueblo.
-¿Y ese no es el problema de la dirigencia de la Unidad, que no huele a pueblo?
-Ese es un problema de la clase política venezolana y no solamente la dirigencia opositora. En la versión oficialista de la clase política hay problemas terribles. El pretendido origen popular de muchos de sus integrantes choca estruendosamente con su actual nivel de vida de nuevo ricos boliburgueses. No hay cosa más distinta y distante al pueblo que un enchufado en una camioneta blindada con cinco malandros motorizados de escoltas. Eso repugna e indigna al pueblo.
-Puede que carezcas de esa parafernalia que da el poder, pero tampoco te metes en la candela.
-En el ámbito de la oposición veo, desde hace tiempo, la comprensión de que en Venezuela la pobreza no es incidental, sino estructural y mayoritaria. Los pobres no son un nicho del mercado, son el mercado. El 54% de la población vive en barrios y 16% en urbanizaciones populares, es decir, 7 de cada 10 venezolanos habita espacios económicamente deprimidos y socialmente segregados. Entonces, si quieres hacer política democrática actúa desde la mayoría y para la mayoría. Si lo haces desde una sede partidista o un hotel 5 estrellas, es inevitable que rebotes en esos espacios donde está la mayoría.
-Considerando tu conexión con los sectores sociales y la debilidad de los partidos, ¿no puede ocurrir que trasciendas la tarea encomendada y asumas el papel de líder político nacional?
-Eso no es posible. Le doy gracias a la vida porque este momento me ha llegado cuando tengo claro quién soy y se como quiero que me recuerden mis hijos, es decir como servidor social. Hay una pregunta clave: ¿A quién le es útil lo que haces? Como activista social puedo responder, como dirigente político no sé. Prefiero entender que, como lo definió Rafael Poleo, mi designación es una decisión atípica para una situación atípica. Y Venezuela no vive una situación, sino una crisis. El de Maduro no es un mal Gobierno sino una catástrofe. Un país con 80% de restricción en su inventario de medicinas está viviendo una crisis haitiana. Frente a eso no es posible abstenerse por cuidar militancias sociales.
-¿No tienes la desventaja de que se te identifica con posiciones moderadas? ¿Cómo concilias esa posición con las tesis más radicales?
-Yo no tengo una desventaja sino un gran defecto: pasé por el Pedagógico de Caracas. En fin, soy un maestro de escuela, asumo mis tareas como un hecho pedagógico y desde esa perspectiva pretendo que el país logre llenar de significado 4 palabras: moderación, radicalidad, calle y diálogo. En un escenario envenenado desde hace 15 años por los antivalores de la violencia, donde el militarismo no es más que un machismo de uniforme y el populismo, transformado en política de Estado, alienta posturas supuestamente radicales, se debe tener valor para asumir la moderación. En cambio, para ser "radical" basta con deslizarse por el tobogán de la verborrea incandescente. Ser moderado exige valentía, convicciones, un compromiso profundo y una visión de futuro con el país. En cambio para ajustarse a la visión machista de la radicalidad basta con tener odio.
-Hay quienes sostienen la idea de ir a Constituyente, mientras otros señalan como prioridad prepararse para las elecciones legislativas del 2015. ¿Por cuál de las dos opciones te decantas?
-La polarización no es solo un problema político, sino un morbo, una forma de estructurar la visión que se tiene de la vida y nosotros, por facilismo de la cultura petrolera, la practicamos desde hace mucho tiempo. Así, nos pronunciamos por uno de dos marcas de gaseosas, por una de dos marcas de cigarrillos, por uno de dos partidos políticos. Con el chavismo eso se transformó en una pandemia, (chavistas y antichavistas), en lamentable proceso de estupidización.
-En este caso la polarización es en la oposición.
-En ese marco nos preguntamos si las elecciones parlamentarias y la Constituyente son irreconciliables. Y yo creo que no. El documento del 6 de agosto plantea que la estrategia de la Unidad implica la lucha democrática y la Constituyente lo es. Tiene el problema de que no es consensual, ni en el país ni dentro de la alianza. Por su parte las legislativas presentan el inconveniente de que no dependen de la inspiración de un líder o de la voluntad de un partido. Están en un cronograma electoral y no asumirlas sería irresponsable. Entonces tenemos un reto que enfrentar y ganar. No solo porque se puede lograr cambios sustanciales en los poderes públicos, que faciliten la solución electoral de la crisis, sino porque se trata de que el poder legislativo cumpla su papel de control del Ejecutivo. Ahora, puede ocurrir cualquier cosa porque dos voceros del chavismo, los diputados Cabello y Farías, han llamado la atención sobre la inconveniencia de unas parlamentarias en medio de una crisis económica y una erosión de su base electoral. Hay que tener cuidado porque una propuesta como la Constituyente podría significar la puerta falsa del oficialismo para huir hacia adelante.
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