Rosalía Moros de Borregales sábado, 27 de septiembre de
2014
@RosaliaMorosB
Si hay que algo siempre he admirado de
la generación de nuestros abuelos y padres es esa hermosa costumbre que
tuvieron de bendecir. Recuerdo vívidamente como mi abuelita se sentaba en su
mecedor cada mañana a hacer oraciones por toda la familia, bendiciendo a cada
uno de sus hijos y nietos. Cuando los niños comenzaban a hablar una de las
primeras cosas que les enseñaban era el saludar a los mayores diciendo:
-Bendición. Saludo que era respondido
con un: -Dios te bendiga. Quizá muchos piensen que era tan solo una costumbre
intrascendente; sin embargo, a la luz de las Sagradas Escrituras podemos
estudiar el maravilloso significado de bendecir y la inmensa trascendencia que
tiene sobre la vida de cada ser humano, sobre la tierra, sobre el hogar y en
una dimensión mayor, sobre la vida de una nación.
Lamentablemente, pareciera que esas
buenas costumbres heredadas de nuestros antepasados van desdibujándose en las
nuevas generaciones. Hoy en día son pocos los que piden la bendición, y son
muchos los que se saludan entre sí pronunciando palabras procaces, haciendo uso
de un lenguaje escatológico que golpea los oídos y empaña el alma. Aunque, como
muchos me han dicho, es solo una costumbre y realmente no existe la intención
de identificar a la persona en el verdadero concepto de la palabra. Pero, las
palabras que salen de nuestras bocas tienen poder, actúan dejando huella en el
cerebro de quien las escucha, produciendo pensamientos, reacciones y acciones.
Según los psicólogos y
neurocientíficos Mark Waldman y Andrew Newberg autores de interesantes libros
como Las palabras pueden cambiar tu cerebro , las palabras son interpretadas
por el cerebro de acuerdo a la categoría de su significado, produciendo la
liberación de diferentes químicos que activan mecanismos de defensa del cerebro
y nos permiten experimentar, como en el caso de la dopamina, una sensación de
bienestar que se traduce en una actitud positiva hacia nuestro interlocutor. O,
por el contrario, en el caso del cortisol, experimentamos stress lo cual se
traduce en una actitud prejuiciosa en la comunicación.
Ahora bien, ¿qué es realmente bendecir? Por la
composición de la palabra, en el más estricto significado se refiere al bien
decir, al hablar de buena manera, haciendo uso de palabras que exalten
características positivas. Pero, más allá, en el carácter divino de la palabra,
bendecir se refiere, en primer lugar, a la declaración de bien de parte de Dios
sobre sus hijos. En segundo lugar, a la invocación del favor de Dios o
bendición divina de parte de una persona sobre otra. En tercer lugar, se
refiere a la bendición por parte de los hombres hacia Dios, lo cual se traduce
en alabanza, exaltación y gratitud por las cualidades del Altísimo. Y por
último, el acto de bendecir se refiere a Dios produciendo bien sobre las
posesiones del ser humano, tales como su casa, su tierra, su trabajo, y su
nación. De igual manera, se refiere también al hombre invocando el favor de
Dios sobre todas estas cosas.
Así pues, al bendecir a alguien
invocamos mediante súplica vehemente, como lo expresa el diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española, la ayuda o el favor de Dios; lo cual lleva
implícito toda clase de bien puesto que Dios es el bien. Al bendecir a alguien
inducimos a su corazón a comunicarse con Dios; disponemos su cerebro hacia una
actitud de dar y recibir bien. Cuando bendecimos a nuestros hijos estamos
pidiéndole a Dios que su mano sea sobre ellos; que la luz de Dios disipe las
tinieblas a su alrededor; que su amor los abrace, que su paz los inunde; que el
mal no pueda hacerles daño; que sean prosperados en toda obra de sus manos; que
tengan salud y toda clase de bien en sus vidas.
Entonces, cuando te comuniques conmigo
no me llames con toda esa clase de adjetivos que exaltan el mal. Cuando te
comuniques conmigo, ¡bendíceme la vida!
"El Señor te bendiga, y te
guarde; / El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti
misericordia; / El Señor alce sobre ti su rostro, y te dé paz". Número
6:24-26.
rosymoros@gmail.com
@RosaliaMorosB
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico