MARUJA TARRE 29 SEP 2014
El mismo día que habló Barak Obama en
la Asamblea General de Naciones Unidas y luego presidió un inusitado Consejo de
Seguridad sobre el terrorismo, Nicolás Maduro también habló. Al presidente de
la República Bolivariana le tocó ser el orador número 34 en esa agitada primera
jornada de sesiones. En Venezuela la crítica se centró sobre el escaso número
de personas que había en el auditorio, cuando en realidad, eso tiene muy poca
importancia.
Es obvio que a un mandatario sin
talento oratorio, a finales de la tarde, entre Sri Lanka y Zambia, lo oirán
pocas personas: burócratas del consulado y misión venezolana en la ONU,
miembros sumisos de la comitiva de 175 personas y algún tercer secretario de
países interesados en negocios petroleros. Lo importante del discurso sin
oyentes es que fue el lanzamiento oficial de la candidatura del gobierno
madurista para un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad. Y Maduro en
ese sentido fue impecable, probablemente ayudado por diplomáticos de la
veterana cancillería cubana, porque la venezolana hace tiempo fue desmantelada.
Fue una clásica “lista de mercado”, de esas que tanto gustan en la ONU:
insistió, como todo el mundo, en la necesidad de reformar el organismo internacional
y “democratizar” el Consejo de Seguridad. Luego procedió a enumerar los grandes
problemas del mundo, comenzando naturalmente por el bloqueo a Cuba. Luego
nombró, uno por uno, los temas de la izquierda mundial en los últimos 50 años:
independencia de Puerto Rico, condenas a Israel y a los “ataques terroristas en
contra de los pueblos de Irak, Siria, Libia y Palestina”. Como un toque
personal, Maduro agregó grandes alabanzas a su aliado y amigo Bachir al Assad
de Siria. No podía faltar el matiz de petrolero nuevo rico, al anunciar que
Venezuela aportará 5 millones de dólares a la lucha mundial contra el virus de
ébola. Este donativo, mínimo comparado con regalos anteriores del chavismo,
tocó un punto sensible en Venezuela donde no hay acetaminofén para tratar una
epidemia, combinación de dengue endémico y chikungunya africano.
Un país donde se ha perseguido
judicialmente a médicos porque han informado sobre un nuevo virus que ha
causado varios muertos en el hospital de Maracay. Un país en donde faltan
medicamentos para el cáncer, la diabetes, la hipertensión, donde se cierran las
emergencias de clínicas y hospitales por carencias graves. Un país donde el
gobierno ha reconocido que no tiene dinero para pagar importaciones de
medicamentos básicos, ni tampoco quiere entregar dólares para que lo puedan
hacer los escasos sobrevivientes de empresas privadas. Maduro en su campaña por
un puesto en el Consejo de Seguridad promete para África, los dólares que ya no
existen para la salud nacional. Otros dólares adicionales del menguado
presupuesto se gastaron también en páginas completas en el New York Times ($
80.000) y Washington Post, reproduciendo los puntos más destacados de la pieza
oratoria del mandatario venezolano.
Un puesto en el Consejo de Seguridad
había sido una obsesión para Chávez. En 2006 recorrió el mundo en un costoso
lobby, tratando de conseguir votos para la candidatura bolivariana. En ese
momento también se presentó Guatemala y después de 47 votaciones, ambos países
tuvieron que retirarse y ceder el puesto a Panamá. Maduro ha sido más discreto
y ha cuadrado el apoyo del Grupo de América Latina y el Caribe (GRULAC) antes
de que se produzcan las votaciones en octubre. EEUU, ocupado en problemas más
graves, ha anunciado que no se opondrá a la candidatura chavista. Maduro se
dará el lujo de obtener lo que no había logrado su padre espiritual y además le
entregará el preciado cargo como un regalo especial a la hija de Chávez, recién
nombrada Embajadora en la ONU. Se dice que usarán su paso por Nueva York para
prepararla para la presidencia de Venezuela.
¿Que significará la presencia del
gobierno de Maduro en el Consejo de Seguridad de la ONU? Hasta ahora solo el
Washington Post y el New York Times parecen haber captado la importancia del
hecho. En sendos editoriales destacaron el pésimo record en materia de Derechos
Humanos que tiene el gobernante venezolano y sus alianzas con los países más
problemáticos de la actualidad. El gobierno de Obama, en su consuetudinario
desprecio por América Latina, quizás no tiene claro que Venezuela se opondrá
sistemáticamente a soluciones conjuntas, como la recién lograda en contra del
terrorismo. El representante de Maduro apoyará a Rusia en su lucha en contra de
una Ucrania independiente. La hija de Chávez será la voz de Cuba y apoyará
amigos como Assad o Mugave.
El Consejo de Seguridad parecía en los
últimos días y debido al peligro yijadista, haber tomado nueva relevancia. La
presencia de los chavistas será una piedrita en el zapato que hará más difícil
su funcionamiento, además de ser una bofetada para los que creen en los
verdaderos ideales de la ONU en materia de democracia y de Derechos Humanos.
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