Moisés Naím Septiembre
25, 2014
Siria, Ucrania, Gaza, Irak, ISIL,
ébola. La lista es larga. Pero durante el trágico verano de 2014 han ocurrido
otros eventos que, si bien atrajeron menos atención, podrían ser tan
importantes como las noticias que dominaron pantallas y periódicos. Algunos de
ellos son cambios inesperados, mientras que otros revelan tendencias que, de
mantenerse, tendrán grandes consecuencias.
1) Cayó el precio del petróleo. Este
verano llegó a su nivel más bajo en un año. Los precios siempre oscilan y esto
no tiene nada de especial. Excepto que esta caída ocurre cuando los precios del
crudo deberían estar por las nubes. Las guerras en Oriente Medio y en Ucrania y
las severas sanciones a Rusia deberían haberlos hecho subir. Pero no fue así.
Estados Unidos vive una revolución energética que lo ha convertido en el
principal productor de petróleo del mundo (superando a Arabia Saudita y Rusia).
Gracias al aumento de la producción en Estados Unidos, en julio se alcanzó el
mayor volumen de crudo producido en el mundo desde 1987. Por otro lado, la
anémica actividad económica mundial no genera tanta demanda de energía como
antes. Así, la combinación de más oferta y menos demanda empuja los precios
hacia abajo. Este verano vimos una clara manifestación de este incipiente nuevo
orden energético. Si estas tendencias se mantienen, cambiarán el mundo.
2) La peor sequía en 106 años. El
oeste de Estados Unidos, México y Centro América llevan tres años con muy poca
lluvia y este verano la situación se hizo crítica. 60% del territorio de
California fue declarado zona de “sequía excepcional”, la categoría más extrema.
Con el volumen de agua que se perdió por falta de lluvia y de nieve se podría
anegar con una capa de 10 centímetros de agua el área que va de las Montañas
Rocosas a la costa del Pacífico estadounidense. El verano estuvo plagado de
accidentes climáticos extremos.
3) El frenazo económico europeo. Este
verano se confirmó que la lenta recuperación de las economías europeas se ha
detenido. Nos enteramos de que durante la primera mitad del año, la actividad
económica se redujo en Alemania e Italia y se estancó en Francia. No todas las
noticias fueron malas. En España la economía sigue creciendo y el Banco Central
Europeo ha tomado agresivas medidas para estimular las economías de la
Eurozona. Pero, lamentablemente, este verano reapareció en Europa el fantasma
de la deflación: una caída crónica del nivel de precios que al combinarse con
altos niveles de endeudamiento resulta muy peligrosa. Una vez que se cae en
esta trampa es difícil salir de ella. Japón lleva dos décadas luchando sin
éxito contra la deflación que tiene postrada a su economía.
4) ¿Usted sabe quién es Federica
Mogherini? A partir de noviembre será la jefa de la política exterior europea.
Una vez en el cargo, la señora Mogherini, que fue nombrada en agosto, será
quien negocie en nombre de Europa las difíciles situaciones en Rusia, Ucrania,
Irán, Oriente Medio, China, etc. También liderará el consejo formado por los 28
ministros de Relaciones Exteriores europeos y dirigirá el Servicio Europeo de
Acción Exterior, una complicadísima burocracia de 3.500 diplomáticos esparcidos
por el mundo. ¿Cuál es la principal credencial de la señora Mogherini? Haber
sido ministra de Exteriores de Italia durante seis meses. Antes de eso, su
experiencia internacional o como líder de una gran organización ha sido nula.
El consenso entre los expertos es que no está calificada para tan importante
cargo. El otro consenso es que su veraniego nombramiento confirma que a los países
europeos no le interesa tener una política internacional común ni toman en
serio la idea de que el peso de Europa en el mundo depende de su capacidad para
actuar en concierto.
5) Accidente aéreo con consecuencias
geopolíticas. El vuelo MH17 de las líneas aéreas malasias no fue el único
siniestro aéreo de este verano que transformó la política. El 13 de agosto, el
jet privado en el que viajaba Eduardo Campos, candidato a la presidencia de
Brasil, se estrelló al aterrizar a causa del mal tiempo. Hasta ese día, la
reelección de Dilma Rousseff parecía segura y eso garantizaba que la élite
política que ha gobernado a Brasil desde 2003 retuviese el poder hasta 2018.
Pero Marina Silva reemplazó a Campos como candidata y las encuestas indican que
podría ganarle a Dilma. Si eso sucede, es probable que cambien muchas cosas en
Brasil, incluyendo su relación con el resto de América Latina. Esto podría
terminar con la ciega solidaridad que los gobiernos de Lula y Rousseff han
tenido con los gobiernos latinoamericanos que socavan la democracia y violan
los derechos humanos. Y así rediseñar el mapa político de América Latina.
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