29 de septiembre de 2014
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No, no lo conozco personalmente. Pero
pienso que la MUD, a través de Jesús “Chúo” Torrealba, ha dado justo en el
clavo.
Parece ser una persona con experiencia
social, abierta al mundo, con buen humor (textual: “sé que no me eligieron por
mi desordenada cabellera”) con capacidad de intermediación, con objetivos
claros y definidos y sobre todo con esa vocación popular sin la cual no se
puede hacer política en ninguna parte. Casi un pequeño milagro. Porque te lo
digo, yo no esperaba qué después de la “decapitación” del excelente Ramón
Guillermo Aveledo, pudiera ser elegido alguien que asegurara la continuidad
política de la MUD. ¡Pero la MUD lo hizo! Ahí reside el milagro.
Un milagro en el sentido de Hannah
Arendt no es algo que contradice a las leyes de la naturaleza sino un
acontecimiento inesperado, es decir, “algo que irrumpe” sin que conozcamos sus
causas. Claro, después me di cuenta de que el milagro no era tan milagroso. El
milagro -según el mismo “Chúo” Torrealba– fue inducido por Ledezma y Capriles
(entre otros). Pero eso también es un milagro.
Si dos personas que hasta entonces
habían aparecido como representantes de polos antagónicos, presionan por el
mismo nombre para el cargo de Secretario General de la MUD, es porque hay un
ansia de unidad muy grande. Esa unidad debe haber dolido en lo más hondo a
Cabello/Maduro. Ellos apostaban seguramente por el divisionismo, alentados por
uno que otro columnista “anticaprilista” de El Nacional. ¿Fue milagro? Si no lo
fue, fue al menos una corroboración de una tesis de Darwin: “La necesidad crea
al órgano”. La necesidad es y será la unidad política. El órgano es, por el
momento, “Chúo”.
Creo que Torrealba ha entendido que
sin movilización social las elecciones están destinadas a perderse, pero
también que una movilización social sin elecciones está condenada a estrellarse
contra el aparato represivo del sistema.
Al menos ya definió posiciones. Y las
definió –no hay ninguna duda- a favor de las elecciones parlamentarias de 2015.
Parodiando a Churchill, la peor de las alternativas, con excepción de todas las
demás
Ganar las legislativas a través de una
intensa y profunda movilización social, esa es y debe ser la fórmula. La calle
y el voto, esa debería ser una consigna.
Tampoco se trata de decir, y Torrealba
no lo dijo, que las elecciones son solo una forma de lucha entre otras. ¿Cuáles
son “las otras”? ¿La lucha armada? ¿Un golpe de estado? ¿La Asamblea
Constituyente (aún más electoralista que las legislativas)? ¿Un revocatorio? ¿La abstención?
¿El Congreso Ciudadano de Corina
Machado? Eso no será ningún problema para la campaña electoral que se avecina.
Incluso, si es que cristaliza, podría ser un buen complemento. No ocurre lo
mismo con el proyecto destinado a llamar a una Asamblea Constituyente.
Intento entender a los de VP. Creo
incluso entenderlos. Varios fueron acribillados en Febrero y su líder está
preso. Pero más allá del dolor que comparto, están las razones políticas.
Alguna vez VP deberá entender que insistir con la Asamblea Constituyente -una
“salida” que no solo parte dividida sino, además, es divisora- no tiene mucho
sentido. Es, además, un enorme disparate. Justo en el momento cuando el pueblo
debe ser convocado para defender a la Constitución, salen ellos a la calle a
exigir su abolición. Y por si fuera poco, es una salida muy peligrosa. Como
formuló Torrealba: “Una propuesta como la Constituyente podría significar la
puerta falsa del oficialismo para huir hacia adelante”
En este momento no está en juego quien
es o será el líder de toda la oposición. Eso no lo han entendido muchos (la
encuestadora Keller, entre otros) De lo que se trata es de elegir a los
representantes más adecuados en el lugar donde actuarán como candidatos.
En cualquier caso, Torrealba no ha
sido elegido como líder. Sus tareas son muy precisas: las de la mediación y las
de la representación. Son, hay que decirlo, las más difíciles del periodo.
Los líderes de la Venezuela inmediata
serán los próximos candidatos a la Asamblea (cada momento tiene sus líderes y
cada líder su momento) El líder presidencial será elegido después, en
primarias. Y cuando llegue ese momento -y estoy seguro de que si la oposición
unida conquista la Asamblea, ese momento llegará mucho más temprano que tarde-
la oposición tendrá un líder general. Antes, no. Cada momento tiene su momento;
valga la redundancia.
En la política -tu sabes como yo
pienso- todo es momentáneo. Y está bien que así sea. La eternidad no se hizo
para nosotros.
Pasando a otro tema
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