MONS. BALTAZAR PORRAS sábado 27 de septiembre de 2014
Una de las enfermedades sociales más
graves que vive la sociedad venezolana es la pérdida de la confianza en quienes
deben ser sus primeros garantes. La dirigencia política pretende dominar a la
población mediante el control de la información y la manipulación de lo
mediático que cambia la percepción de la realidad.
Una de las estrategias más usadas por el gobierno es eludir responsabilidades y achacarlo a otros. El cambio climático es culpa de los países desarrollados, como si el combustible fósil que les suministramos no contamina. El hampa y la violencia lo genera la derecha apátrida. El contrabando y el bachaqueo es fruto de personas irresponsables que provocan el desabastecimiento. La pobreza creciente se debe al capitalismo salvaje. La falta de medicinas y la aparición creciente de epidemias viene de la guerra bacteriológica.
Las estadísticas se rigen por nuevos sistemas que maquillan la realidad lacerante. Y si las cifras son altas, se justifican diciendo que en otros países la situación no ha mejorado. Si uno ve exclusivamente los canales del Estado tiene que concluir que vivimos en el paraíso terrenal.
Pero, la realidad cotidiana indica otra cosa. La confianza si no está sustentada por la verdad, produce lo que Paul Ricoeur llama la filosofía de la sospecha, encargada de poner de relieve que una determinada cosmovisión nos lleva por el precipicio del subdesarrollo.
Sin diálogo sincero y abierto, sin permitir el libre juego de opiniones diversas, restringiendo las libertades y criminalizando todo no es buen camino. El Papa Francisco invita a respetar al que piensa distinto y a buscar los puntos de coincidencia para una plataforma común, impuesta únicamente por la verdad que se construye entre todos. De lo contrario, caminamos inexorablemente por la senda de la descomposición y el descalabro.
Una de las estrategias más usadas por el gobierno es eludir responsabilidades y achacarlo a otros. El cambio climático es culpa de los países desarrollados, como si el combustible fósil que les suministramos no contamina. El hampa y la violencia lo genera la derecha apátrida. El contrabando y el bachaqueo es fruto de personas irresponsables que provocan el desabastecimiento. La pobreza creciente se debe al capitalismo salvaje. La falta de medicinas y la aparición creciente de epidemias viene de la guerra bacteriológica.
Las estadísticas se rigen por nuevos sistemas que maquillan la realidad lacerante. Y si las cifras son altas, se justifican diciendo que en otros países la situación no ha mejorado. Si uno ve exclusivamente los canales del Estado tiene que concluir que vivimos en el paraíso terrenal.
Pero, la realidad cotidiana indica otra cosa. La confianza si no está sustentada por la verdad, produce lo que Paul Ricoeur llama la filosofía de la sospecha, encargada de poner de relieve que una determinada cosmovisión nos lleva por el precipicio del subdesarrollo.
Sin diálogo sincero y abierto, sin permitir el libre juego de opiniones diversas, restringiendo las libertades y criminalizando todo no es buen camino. El Papa Francisco invita a respetar al que piensa distinto y a buscar los puntos de coincidencia para una plataforma común, impuesta únicamente por la verdad que se construye entre todos. De lo contrario, caminamos inexorablemente por la senda de la descomposición y el descalabro.
MONS. BALTAZAR PORRAS
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