Nosotros, periodistas y demás integrantes de la redacción del diario El Universal, nos vemos en la obligación de dirigirnos al país en general y particularmente a nuestros lectores, por segunda vez en un mes, dada la decisión del presidente del diario, Jesús Abreu Anselmi, de despedir la tarde del miércoles 17, a nuestra colega, Rayma Suprani, quien desde hace 19 años venía ocupándose de la viñeta de la Sección de Opinión.
Rayma ganó en estas dos décadas gran proyección nacional e internacional y el aprecio de miles de lectores y seguidores en las redes sociales, gracias a los espacios de los que dispuso con entera libertad en nuestras páginas. Lamentamos que no siga con nosotros y lo valoramos como uno de los costos mayores que la nueva administración del diario paga por amoldarse a una línea editorial favorable a los intereses del Gobierno nacional, y que pretende matizar una realidad agobiante para los venezolanos de todos los estratos sociales.
La nueva administración ha argumentado que el insulto y el irrespeto son las únicas limitaciones para expresarse en las páginas de opinión. Es potestad de la empresa administrar esa sección y compartimos ese argumento, pero advertimos que no puede emplearse como un ardid para censurar o limitar la expresión de voces críticas.
Conviene recordar que la Relatora para la Libertad de Expresión de la CIDH, Catalina Botero, dijo a este diario hace 4 años que “la libertad de expresión protege la libre circulación de todas las opiniones e ideas, así estas resulten chocantes o perturbadoras para los funcionarios públicos o para una parte de la sociedad. Esas son justamente las exigencias de una sociedad pluralista y democrática”.
Rayma ya no estará con nosotros, pero en la redacción de El Universal (papel, web y revista Estampas), permanece un equipo de casi 120 profesionales decididos a defender con las armas del intelecto y de la convicción democrática, los espacios para informar al país, a pesar de las restricciones y la censura crecientes, apegados a los principios éticos que justifican la existencia de nuestro gremio.
Queremos hacer público nuestro emplazamiento al señor Abreu Anselmi para que explique a todos los trabajadores de esta empresa, más allá de los integrantes de esta redacción, cómo espera él conciliar su discurso de “paz laboral” y de “hacerla económicamente viable”, con una decisión como la que nos ocupa y que boicotea el anunciado propósito de recuperar la confianza perdida. Desde el cambio de propietarios, ocurrido en julio, miles de lectores, fieles por décadas, han dejado de comprar el diario, y los pocos anunciantes que aún quedan en el país con posibilidad de invertir, perderán todo interés en participar en la preventa programada para el último trimestre de persistir la censura.
Desde nuestra primera denuncia pública, el 17 de agosto pasado, a propósito del silenciamiento de las protestas en Sidor, los periodistas seguimos lidiando a diario con cortapisas para la divulgación de las noticias, escritas y gráficas, pero las seguimos comunicando a pesar de eso. Queremos, asimismo, dejar claro que los redactores no somos responsables de la jerarquización y distribución de los contenidos de la primera página del diario, ni ahora ni antes. Somos, sí, responsables de los contenidos internos, especialmente los que llevan nuestras firmas, que exhibimos no como fatua proyección personal, sino como garantía de responsabilidad.
Ratificamos que seguiremos vigilantes ante cualquier pretensión que atente contra el libre ejercicio de nuestra profesión y el derecho de la ciudadanía a estar informada.
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