El viernes 14 de noviembre publicamos el
artículo Tecnología y desarrollo, por Miguel Méndez Rodulfo, (http://aperturaven.blogspot.com/2014/11/tecnologia-y-desarrollo-por-miguel.html),
que ha suscitado dos comentarios-reflexiones, uno del Dr. Machado Allison y otro del Dr. Cesar Quintini,
por su interés nos permitimos colocar ambos en su integridad.
Apreciado Miguel:
Aunque el Índice se ralentizó, el
proceso de creación científica y tecnológica en el mundo desarrollado no ha
tenido pausa. Creo necesario separar los vaivenes de la Bolsa de los procesos
innovativos que, desde hace más de 150 años crecen sin parar. Lo que ocurre es
que algunas nuevas tecnologías producen impactos bursátiles puntuales mayores
que otras. Ya que citas a Caterpillar te contaré que en los últimos 20 años los
cambios tecnológicos en la maquinaria agrícola han sido impresionantes, pero
graduales. Por fuera el tractor parece el mismo, salvo mejoras de diseño, pero
a la par de los aviones y automóviles, año con año, se les añaden innovaciones
tecnológicas. En los tractores hay mayor eficiencia en el motor y transmisión,
así como en los accesorios (siembra, empaque, etc.) están dotados de GPS, nivelación
con laser y muchas otras cosas. Los cambios tecnológicos en la medicina y
fármacos son igualmente impresionantes y en todos la electrónica, informática y
robótica juegan un papel importante. Vienen nuevas tecnologías relacionadas a
la Nanotecnología y el conocimiento de los genomas.
Por otra parte la libertad, de expresión
y económica, así como los derechos de propiedad, el comercio exterior y la
competencia son los motores de la innovación. En muchos países desarrollados la
inversión privada en investigación y desarrollo tecnológico es muy elevada, a
veces más que la de los gobiernos. La tecnología se sustenta en la ciencia que
se desarrolla en las universidades y de allí que las mismas sean política y
socialmente tan apreciadas en los EEUU, Inglaterra, Alemania, Francia, el Reino
Unido, los países del norte de Europa, Japón, Corea y más recientemente India,
China, Brasil y México. El vínculo entre los investigadores, docentes y el
sector productivo privado es muy sólido. Más del 90% de los Premios Nobel han
sido otorgados a investigadores del mundo desarrollado y aunque a muchos no les
gusta, proceden de los países capitalistas. La contribución global de los
socialistas, estatistas y subdesarrollados ha sido bien pequeña.
En la actualidad viven y están activos
más científicos y tecnólogos que la suma de todos los que han existido a lo
largo de la historia. Existen excepciones y crisis, una de ellas es la que vive
Venezuela que ha tenido un retroceso enorme en la última década perdiendo a sus
mejores talentos, disminuyendo a casi cero las nuevas patentes, con una fuga
permanente de talento y la erosión de los laboratorios de las universidades y
la ideologización perniciosa de los institutos de investigación adscritos al
gobierno central como IVIC, el desmantelado INTEVEP y el INIA.
Saludos cordiales,
Carlos Machado Allison
Academia de Ciencias Físicas,
Matemáticas y Naturales
Estimado Miguel....
Cuando publicaste tu último artículo, yo
todavía estaba entre la hora centro-europea y nuestra hora local, de modo que
decidí leerlo más tarde y pasaron los días, de modo que leí primero los
comentarios de Machado Allison.
Son muchos los factores que influyen en
la determinación de cual habrá de ser el conjunto de tecnologías, propias o
prestadas, que responden mejor a las necesidades y oportunidades de cada nación
y no siempre el apuntar hacia el dominio de aquellas ubicadas en el filo de la
navaja, trae los mejores resultados.
Cuando estaba en edad universitaria, en
tiempos de Pérez Jiménez, mi padre, haciendo de tripas corazón me envió a USA
donde logré ingresar al Tecnológico de Massachusetts. Allí estaba en 1952
cuando el militar andino cerró la UCV, circunstancia que obligó a sus
estudiantes a buscar otras alternativas. Llegó entonces a MIT el contingente
mas numeroso de compatriotas, que ya en septiembre, apenas a dos meses de su
llegada comenzaron a tomar los cursos regulares. Dos años después, aquellos
muchachos que llegaron en emergencia, se graduaron al mismo tiempo que quienes
habíamos comenzado desde el primer año, nuestros estudios en el Instituto.
Muestra evidente de que el nivel de los estudios en la Central (al menos en
ingeniería) eran de una calidad comparable al de las mejores de USA.
Aunque por el inmenso incremento
numérico, la calidad del promedio ha bajado, el nivel de nuestros mejores
estudiantes y en consecuencia de nuestros mejores profesionales es comparable a
los de cualquier país desarrollado, lo cual está quedando demostrado por la
figuración de nuestros compatriotas en los mercados extranjeros.
Pero eso da base para una pregunta: ¿Es
nuestra educación buena para desempeñarse bien en un país desarrollado o es la
adecuada para impulsar el desarrollo en un país que no lo es todavía?.
Yo me atrevo a declarar que el inmenso
incremento en el número de profesionales, no tuvo un impacto significativo en
la competencia tecnológica y competitividad de la mayoría de nuestros
compatriotas y fue eso el mar de fondo que dio lugar al colapso político.
He venido pensando mucho sobre el tema y
espero llegar a escribir unas cuantas páginas al respecto en los próximos
meses. Es interesante - por ejemplo - ver como lograron los japoneses impulsar
su desarrollo tecnológico a finales del siglo XIX y comienzos del XX.
Recordemos que mantuvieron en jaque
durante cuatro años a nuestros vecinos del Norte, quienes debieron apelar al
holocausto nuclear, para doblegar un país con mucho menos territorio, menos
gente y menos recursos.
Normalmente se presta mayor atención a
la diferencia de ingresos entre los varios estratos de la población, que a las
diferencias en nivel y contenido de la
educación que impartimos y las tecnologías que deseamos imponer.
Es sin duda importante el dominio de las
tecnologías de punta, pero es fundamental que se dominen las tecnologías
básicas. Nosotros tenemos excelentes artesanos fabricando cuatros, pero ya en
el Siglo XVII Antonio Stradivari estaba produciendo instrumentos que mantienen
su fama mundial. Tenemos que descubrir que podemos hacer, para que los doce
millones de venezolanos que no se ocupan de extraer el petróleo, produzcan
cosas y ofrezcan servicios que reduzcan nuestra dependencia en la exportación
de petróleo. Algo ya bien dicho por Uslar hace ya tres cuartos de siglo y que
vamos a tener que poner en práctica en las próximas décadas.
Con un cordial saludo,
César
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