Por Vladimiro Mujica, 20/11/2014
En un libro muy influyente, Man’s Search for Meaning, escrito en 1948
por Viktor Frankl, un sobreviviente del campo de concentración de Auschwitz, se
adelanta una tesis distinta a la de Freud acerca de que el significado de la
vida del hombre era la búsqueda de la felicidad. Frankl expresa que la vida del
hombre adquiere significado a través de tres rutas: la trascendencia del
trabajo que realiza; a través del amor por otra persona, y a través del
heroísmo y el valor en tiempos de exigencia y peligro.
Se trata de una obra corta, escrita por un testigo de excepción de la
horrenda obra de aniquilación del nazismo contra los judíos y muchas otras personas
que perecieron en los campos de exterminio, y que expresa un sentido de
dignidad profunda frente a la adversidad y el crimen convertido en política de
Estado.
Quizás sea una comparación un poco exagerada con la circunstancia del
nazismo, pero pienso que en los oscuros tiempos que se viven en Venezuela han
ido surgiendo héroes que mantienen la llama de la civilidad, el apego por la
democracia y la cultura, la valorización del conocimiento y el respeto por los
otros. Gente de espacios muy diversos que nos sigue recordando que vendrán
otros tiempos y que el otro país existe y se defiende de la imposición y la
brutalidad de un régimen oscuro y abusivo.
Probablemente encabezando la lista de nuestros héroes ciudadanos están
quienes han arriesgado su libertad y su vida por seguir manteniendo un espacio
de diversidad y de oposición política al régimen. Leopoldo López y los
alcaldes, nuestros estudiantes atropellados, perseguidos y encarcelados. La
jueza Afiuni, el comisario Simonovis. Los sindicalistas de Guayana, los
periodistas acosados. Los trabajadores petroleros, despedidos y perseguidos.
La dirigencia de la unidad opositora, Capriles, Torrealba, Machado,
Ledezma, Aveledo. Gente que cuando se escriba la historia de estos tiempos
oscuros ocupará un espacio destacado.
Junto a los héroes más visibles políticamente, están quienes se
distinguen en sus ámbitos permitiendo que siga viva la cultura, la educación y
la ciencia. Los directores y profesores de los colegios donde se continúa
impartiendo una educación de calidad. Los escritores, académicos y productores
de cine que nos siguen recordando que en estas tierras sigue existiendo gente
que ama su idioma y que se resiste a caer ante el atropello de quienes
corrompen nuestra ciudadanía y nuestra lengua. Especial mención requieren los
investigadores y profesores de nuestras universidades y centros de
investigación, acosados por un gobierno y su partido que no admiten la libertad
de pensamiento. Dentro de unos días comienza la Convención de Asovac en los
espacios de la UCV.
Una organización que en medio de tanta barbarie se permite organizar un
evento que tiene como lema “ciencia y tecnología para la paz”. En medio del
grosero atropello al talento, los organizadores de este evento nos recuerdan
que todavía sigue fluyendo la savia del conocimiento por las raíces que
alimentan a nuestros jóvenes en las aulas universitarias. A pesar del intento
de los comisarios y sátrapas del pensamiento único por esterilizar la
creatividad del pueblo venezolano.
Empresarios, como las Empresas Polar, que siguen creyendo en Venezuela.
Emprendedores que están dispuestos a seguir aportando su empuje en una
situación de controles extremos y sequía económica y enfrentados a un control
de cambio que aniquila las posibilidades de crecimiento del país en una maraña
de corrupción e incompetencia. Y al lado de ellos los médicos, que siguen dando
un combate desigual y noble por la salud del pueblo venezolano a pesar de la
desastrosa dirección del sector. Ingenieros que siguen creyendo en edificar obras
de calidad a pesar de la escandalosa corruptela que campea dondequiera en el
sector público.
A veces uno se levanta avasallado por el pesimismo y piensa en una
versión distinta de la mágica expresión utilizada por el director de Tal Cual cuando
era ministro de Planificación en el segundo gobierno de Rafael Caldera.
“Estamos mal, pero vamos bien”, destacó Petkoff para apuntar a las dificultades
de la situación económica del país al tiempo que a las posibilidades de
recuperación. Estamos mal y vamos peor, piensa uno en los días de pesimismo. Y
el horizonte se oscurece ante tanto ensañamiento contra Venezuela, como si el
régimen estuviera empeñado en una carrera atroz por destruir el país.
Pero en los días de optimismo y esperanza, cuando uno se da cuenta de
que después de 15 años de atropello la revolución del atraso no ha logrado
doblegar al pueblo venezolano, en esos días uno hace suyo el mensaje de
sobrevivencia con dignidad de la que nos habla el libro de Frankl. Son los días
de los héroes de la democracia y la libertad: los públicos y los anónimos,
quienes mantienen viva a la Venezuela posible donde nuevamente se podrá crecer
y vivir sin tener que pensar en el exilio o en el temor a la muerte. Imposible
saber a ciencia cierta cómo terminarán estos tiempos del oprobio, pero la
resistencia ciudadana en que se ha ido convirtiendo el accionar de nuestra
gente frente a un régimen oscuro, opresivo e incompetente deja mucho espacio
para que cuando se produzca el reencuentro del país rojo con el país azul, estos
tiempos serán recordados como un profundo aprendizaje de lo que no debemos ser.
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