Por Gioconda San Blas, 27/11/2014
Era 1967. Recién graduada en la Escuela de Química, UCV, a la que debo
mi formación inicial, me dirigí hacia el Instituto Venezolano de
Investigaciones Científicas (IVIC) en búsqueda de nuevos rumbos para encauzar
mis ansias de superación y saber. Con apenas 8 años, el IVIC se labraba fama
internacional como instituto de alto nivel académico que contribuía con el país
a la solución de problemas y formación de recursos mientras hacía investigación
de frontera, publicada en prestigiosas revistas especializadas.
Del IVIC son mis logros profesionales y científicos; es mi instituto,
con sus fortalezas y debilidades (http://acta.ivic.gob.ve/60-4/139.pdf).
Hoy, su distinguida hoja de servicios a la nación por 56 años cubre desde
genética, ecología tropical, enfermedades tropicales y más, hasta mecánica
cuántica o antropología, atendiendo a miles de ciudadanos e instituciones que
buscan asesoría, con la confianza de ser atendidos por un personal altamente
capacitado y dedicado.
El desprecio por el conocimiento como política de estado, el
resentimiento de unos pocos que no quisieron superarse entonces ni dar la cara
ahora, y la esencia totalitaria del régimen se han confabulado para dar una
puñalada trapera al IVIC, por mano de la Asamblea Nacional, para aprobar en 1ª
discusión, sin “participación protagónica” y bajo los postulados de “conciencia
revolucionaria” y ajuste al plan de la patria (exposición de motivos, EM), una
ley que elimina al IVIC y lo suplanta por una entidad cuyo valor es la
construcción del socialismo (art. 3) por arte de un subdirector de formación y
socialización (art. 16), manteniendo relaciones con las comunidades, lugares
sagrados y de culto (art. 4) mediante la aplicación de conocimientos populares
y académicos (EM).
Elaboradas con primor las causales de despido, se amenaza al personal
científico con remoción si apoya o participa en actividades o manifestaciones
que lesionen los principios constitucionales (art. 35-2) que, ya sabemos, el
régimen interpretará de manera laxa para acallar cualquier disidencia o
protesta.
La Asamblea del IVIC ha sido unánime en exigir el retiro de dicha ley,
como lo expresa en un comunicado a la opinión pública. El ministro del ramo y
sus segundones insisten en la propuesta, manifestando tomarse el tiempo
necesario para discutirla y seguir con la farsa, a espaldas de la decisión
colectiva de retirarla y a riesgo de tornarse en sombríos sepultureros del
IVIC.
La ciencia prospera en democracia, porque exige libre discusión de
ideas, intercambio de opiniones y espíritu dispuesto a construir progreso para
la nación. El IVIC, fundado a la caída de la dictadura de Pérez Jiménez,
¿cerrará su ciclo sucumbiendo al totalitarismo en boga?
Ellos tienen el poder hegemónico para sí; nosotros, la voluntad de
luchar para impedirlo. Tengamos en mente que el muro de Berlín no cayó; fue
derribado por los ciudadanos de Alemania Oriental, hartos de miseria y
represión.
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