Miguel Méndez Rodulfo 21 de noviembre de 2014
Al comienzo de la era digital, las
mentes más lúcidas en materia de programación realizaban programas para IBM,
primero, luego para Apple y Microsoft, Oracle, etc. Posteriormente
desarrollaron soluciones para SAP, AOL, SQ Lite, y otras, para sólo hablar de
grandes firmas mundiales. En Venezuela, desarrolladores de software como
Softech que promovía Profit Plus, o la gente de Saint, hacían su importante
aporte tecnológico con talento venezolano. Claro que en todos los órdenes del
conocimiento, en el mundo como en nuestro país, se desarrollaron aplicaciones
que corrían en los CPU centrales de las compañías, en las computadoras
personales y también en las laptops. Con el advenimiento de los teléfonos
inteligentes, varias veces más poderosos que la mejor computadora de un lustro
atrás, el campo de los desarrolladores tecnológicos se amplió, como lo hizo
igualmente por la aparición de las video consolas de última generación.
El hecho es que tanta posibilidad de
desarrollo tecnológico ha atraído, en todos los países del mundo, a una
cantidad significativa de emprendedores con la idea de lograr producir y vender
las más disímiles de las aplicaciones, que buscan satisfacer necesidades
particulares de la comunidad de internautas a escala mundial, que cada año
aumenta de manera importante. Así una aplicación como Uber, que facilita el
servicio de transporte en la ciudad, con la incorporación de vehículos
particulares, ha logrado levantar mensualmente más de US$ 1.000 MM, pero
también ha promovido una huelga general de taxistas europeos en su contra. Otra
aplicación, nos permite saber cuáles actividades culturales, recreativas,
deportivas, religiosas se celebran en la ciudad. Otra nos permite reservar una
mesa en un restaurant de cualquier ciudad de América Latina; una distinta nos
permite conectarnos a internet cuando las dictaduras quieren bloquear la red,
etc.
Existe tal cantidad de ideas
interesantes a desarrollar en formato de aplicaciones telefónicas, que la
competencia es descomunal. Los éxitos de Facebook, Twitter, WhatsApp, etc., han
promovido la conformación de las llamadas “Startup”, o empresas relacionadas
con el sector tecnológico, que buscan lanzar un accesorio, aplicación o
servicio totalmente novedoso e innovador. En el mundo entero hay cientos de
miles de estas empresas desarrollando ideas en una competencia que favorece a
la ciencia, la tecnología y la innovación. Actualmente se han creado
plataformas de crowdfunding (financiamiento a cambio de acciones) para startups
tecnológicas, con la idea de poder conectar a emprendedores e inversores, de
manera que las empresas puedan conseguir capital de trabajo. Algo que debemos
aclarar es que el monto de la inversión en esta industria es muy cuantioso y el
porcentaje de fracasos es muy alto, por lo que que el capital asume un gran
riesgo; pero, como el incentivo de Jobs, Gates, Zuckerberg, etc., es
extremadamente atractivo, muchos inversionistas apuestan sabiendo que muchos
fracasos serán recompensados con una sola buena inversión.
Las animaciones especiales para
películas y videojuegos, emplean a mucho talento ubicado en diversas partes del
mundo. Cada vez más las universidades abren carreras o especializaciones en
este campo. Hoy en día el mercado mundial de videojuegos mueve más dinero que
el cine o la música, y se estima que en 2017 moverá US$ 78,000 millones, por lo
que las posibilidades de insertarnos como país en este cuantioso mercado se
deben analizar con detenimiento. Talento joven tenemos, por lo menos en
calidad.
Caracas 21/11/2014
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