Por Vanessa Davies
Una transición dependerá de
que la oposición tenga el músculo político para forzar al Gobierno a negociar,
subraya el director del Centro de Estudios Políticos de la UCAB. No descarta
una enmienda para acortar el periodo presidencial
Cuando se le pregunta por qué
la mayoría de la población venezolana desconfía del Consejo Nacional Electoral
(CNE) pero cree en el voto como herramienta de cambio y quiere ejercerlo para
dejar atrás esta situación, el profesor Benigno Alarcón respira hondo y
concluye, sin dudarlo, que el dilema es claro: o nos contamos y decidimos, o
nos matamos. Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos de la
Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), refiere que en los focus group se
expresa, sin tapujos, el rechazo de buena parte de la ciudadanía hacia la
directiva del CNE.
Pero también se confirma la visión del voto como el
instrumento para marcar un antes y un después en la vida política del país. Son
votos, y no balas, los que quieren empuñar las venezolanas y los venezolanos:
unos, para que Nicolás Maduro salga de la Presidencia; otros, para que se
mantenga en ella.
El Centro de Estudios
Políticos de la UCAB presentó este jueves el estudio Percepciones ciudadanas
sobre el sistema electoral venezolano y situación del país. Durante la
actividad, Alarcón detalló que más de 80% de la gente percibe que el país está
mal. En la distribución de las culpas la "guerra económica" es la que
sale peor parada, porque es solo una minoría (poco más de 3%) la que piensa que
este factor es el que ha marcado el presente de Venezuela.
Se acabó el piso político
Dos palabras relumbran en las
reflexiones de Alarcón: negociación y transición. En entrevista con
Contrapunto, el abogado, investigador y docente puntualiza que, para que ambas
bajen a la vida real, la oposición necesita músculo político y el chavismo debe
estar convencido de que necesita negociar ahora que tiene poder; no después,
que puede no tenerlo.
-¿En qué situación política
nos encontramos?
-¿En qué situación política
nos encontramos? Desde hace muchísimo tiempo he dicho que Venezuela no está en
democracia y que este es un régimen híbrido, que es lo que llaman un autoritarismo
competitivo. A los autoritarismos competitivos, como pasa con cualquier
proceso, se les acaba el piso político. Llega un momento en que la gente quiere
otra cosa. La gente no está dispuesta a seguirles dando el voto, bien porque el
líder desapareció, bien porque ya no me dan lo que esperaba, porque me
defraudaron. La gente quiere cambiar. Y a partir de ese momento, todo gobierno
de esta naturaleza llega a la disyuntiva vital, que es: ¿Permitimos que cambie?
¿O nos cerramos y que no cambie nada?
-¿Estamos en ese momento?
-Estamos en ese momento. Y
todo parece apuntar hacia que la dirección del Gobierno es cerrarse. ¿De qué va
a depender que te cierres o te abras? No va a depender de lo que el Gobierno
quiera, sino de lo que suceda en la calle, de lo que la gente esté dispuesta a
pelear por el camino del voto o por cualquier otro camino. Depende mucho de
cómo se socialice ese proceso. Es fundamental. ¿Qué está pasando en este
momento? Estás en esta coyuntura. El mensaje claro del Gobierno es "no vamos
a abrir, no vamos a permitir un cambio y, como tenemos el control de otras
instituciones, vamos a cerrar toda posibilidad de cambio". El reclamo de
la gente, ya lo vimos en la elección parlamentaria, es que quiere cambio. ¿Cuál
está siendo la estrategia del Gobierno? Aislar institucionalmente a la Asamblea
Nacional para impedir que ese cambio ocurra. Ese es el momento en el que
estamos: estamos en la disyuntiva entre cambio o cierre.
-¿Cuáles son las
consecuencias?
-Si se cierra, esto va hacia
una transición autocrática. Y si el Gobierno logra autocratizarse, gana
estabilidad. ¿Por qué? Porque empieza a controlar mucho más férreamente todo e,
inclusive, a echar más mano de la represión. Si el Gobierno no lo logra,
entonces tiene que negociar las condiciones de una transición democrática, que
implica ver: "¿Cómo quedamos nosotros después de eso? ¿Seguimos teniendo
vida política? ¿Nos van a perseguir, nos van a meter presos, vamos a poder
tener un partido legal y vamos a poder seguir aspirando?", como sucedió en
Nicaragua con Daniel Ortega. Esa negociación tiene que darse. ¿De qué va a
depender eso? De que la oposición tenga el músculo suficiente como para obligar
al Gobierno a sentarse en la mesa de negociación. ¿De qué depende eso? Depende
básicamente del músculo político, y el músculo político se expresa en la calle.
-¿Cómo se expresa?
-Es movilización, es voto, es
recolección de firmas, es todo lo que permita que la gente se exprese. Y la
gente se puede expresar de muchas maneras. El sufragio es una forma de expresión,
pero no es la única. Es la que todos queremos. Pero hay procesos que se han
iniciado con una recolección de firmas, hay procesos que se han iniciado con
manifestaciones y protestas, hay procesos que se han dado de diferentes
maneras. El músculo político aquí es lo esencial. Uno no puede ver la
negociación y el diálogo de una manera ingenua. La gente solamente negocia
cuando necesita de la cooperación para obtener lo que necesita.
-¿La necesitan el Gobierno y
la oposición?
-Creo que la oposición la necesita
y que el Gobierno cree que la necesita menos. El Gobierno siente que necesita
menos la cooperación con la oposición y por eso no negocia. En el momento en
que sienta que es irremediable, entonces se sentará a negociar. La gente
solamente está dispuesta a negociar cuando no puede conseguir por sí sola lo
que quiere.
Verse en otros espejos
-¿En qué espejos, de otros
procesos políticos, debería verse el Gobierno?
-Si yo fuera el Gobierno -ante
la coyuntura que está planteada y que es muy complicada para ellos, porque
salir de este rollo económico va a ser complicado- me vería un espejo como el
de México, como el de Ghana, como el de Nicaragua en 1990. Desde una posición
de poder es mucho lo que puedo negociar y puedo seguir siendo viable políticamente.
Si me mantengo por la fuerza, todo va a depender de que realmente tenga la
fuerza para mantenerme, porque si no la tengo y fallo, después no hay
negociación posible. Después se vuelve mucho más complicado.
-¿Está siendo la oposición
hábil en cuanto a recalcarle al chavismo que el mundo no se acaba porque salga
del gobierno?
-Creo que hacer eso es la
respuesta correcta. Además, creo que el chavismo tiene que seguir teniendo un
espacio político. Si va a ser más grande o más pequeño va a depender de lo bien
o lo mal que lo haga. Si el día de mañana la oposición es exitosa, no debe
asumir las prácticas de quienes hoy gobiernan. Tiene que ser exactamente lo
contrario. Lo que no puede hacer una oposición que mañana llegue al gobierno es
decir "ahora es turno y voy a hacer lo mismo que me hicieron". Tiene
que ser un espacio distinto, un espacio plural en el que todos quepan.
-Si la gente apuesta por el
voto, ¿la vía ahora sería un revocatorio?
-La vía establecida en la
Constitución es un revocatorio, pero eso no anula otras vías. Supongamos que el
revocatorio no se da porque se le colocan todos los obstáculos habidos y por
haber, pero la realidad es que la Constitución también admite la posibilidad de
una enmienda, y una enmienda tiene que ser votada, tiene que ser llevada a un
referéndum aprobatorio. Y la gente decidirá si quiere aprobar esa enmienda para
recortar un periodo presidencial o no. El revocatorio no se trata de sacar al
Presidente; se trata de que la gente decida si quiere que siga o si quiere que
no siga. La enmienda es lo mismo: la gente decide si quiere mantener el periodo
como está o lo quiere recortar.
-¿Cerrar los caminos
electorales hacia dónde nos va a llevar?
-Nos puede llevar a que la
gente busque cambiar las cosas por otros caminos, y eso no lo quiere nadie.
-¿Cuáles son los otros
caminos?
-Los otros caminos pueden ser
los de la violencia. Esperemos que eso no sea lo que tengamos. Pero, ¿qué va a
suceder? Si le cierras a la gente la posibilidad de un cambio pacífico, la
gente empezará a plantearse otras posibilidades.
-En este momento, ¿quién tiene
la pelota en su campo?
-Creo que la tiene el
Gobierno.
-¿O el CNE?
-De acuerdo. El CNE tiene la
pelota en su campo. ¿El CNE por qué? Porque el CNE debería comportarse, y no lo
está haciendo, como una institución independiente. Si el CNE se comporta como
una institución independiente puede hacerle un favor enorme al país, admitiendo
la posibilidad de que la gente se cuente y tome la decisión. Lo que pasa es que
a mí me resulta muy difícil, por el comportamiento que ha tenido, decir que el
CNE y el Gobierno son dos cosas distintas. Por eso cuando me preguntas de qué
lado está la pelota, te digo "del lado del Gobierno, y el Gobierno incluye
al CNE", pero no debería incluirlo. La realidad es que la posición más
sabia que puede asumir el CNE ahora es de una neutralidad institucional y decir
"ahora me comporto como árbitro electoral y hago lo que tengo que
hacer".
-¿Qué implica eso?
-Eso implica que, si se reúnen
las condiciones para convocar un referéndum, se convoque. Que si hay una
elección de gobernadores a final de año, se convoque con suficiente
anticipación. Implica que a todo proceso que sea legalmente convocado se le
fije fecha y se lleve a cabo.
-¿Se deben invertir recursos
en estos procesos electorales a pesar de lo ahogado que está el país?
-Sin lugar a dudas. El costo
de no invertir recursos en la democracia puede ser mucho más alto que hacerlo.
¿Cuál es el problema? Si la gente cree que el cambio político se puede lograr a
través del voto y la gente quiere expresarse a través de esa vía, mejor que le
demos la oportunidad de que se exprese y compruebe si se podía o no se podía.
Cerrar los caminos nos puede llevar a cosas mucho peores. Siempre es mucho más
costoso no invertir en la democracia que hacerlo. Definitivamente.
16-04-16
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