Por Marco Negrón
2002, con motivo de los 235
años de la fundación de nuestra ciudad, se celebró el I Foro Berlín-Caracas,
una iniciativa de la Alcaldía Metropolitana en colaboración con las autoridades
de Berlín para debatir las experiencias urbanísticas de ambas ciudades. La
temática seleccionada en esa ocasión se resumió en tres palabras:
reconstrucción, renovación y reunificación. Ellas aludían evidentemente a la
experiencia berlinesa, pero también a lo que se comenzaba a experimentar en
Caracas: unas dos décadas sin inversiones urbanas con la consiguiente
desactualización del medio físico y la creciente (y deliberada) promoción de
una extrema polarización social.
La idea del Foro era
analizar las fortalezas y debilidades de Caracas y compararlas con la
experiencia berlinesa posterior a la caída del muro, que había exigido no sólo
la reconstrucción física de media ciudad (Berlín Oriental) sino además la
búsqueda del equilibrio económico entre ambas partes y la reconciliación de sus
pobladores, marcados por haber estado en la primera línea de la Guerra Fría
durante casi medio siglo. El Foro se celebró todavía en dos ocasiones (2003 y
2004), pero han pasado los años y las dos ciudades han mantenido las
respectivas trayectorias: Berlín ha continuado progresando mientras que Caracas
no sólo no logra levantar cabeza, sino que cada vez la baja más.
Dos películas recientes, “El
buen alemán” (Steven Soderbergh, 2006) y “Puente de espías”, (Steven Spielberg,
2015) reconstruyen el Berlín de la inmediata postguerra y el Oriental de 1961,
cuando se levantó el muro. Las escenas no pueden sino producirnos escalofríos:
pese a la exuberancia del paisaje tropical y sin que haya mediado una guerra,
el ambiente de nuestra ciudad se asemeja cada vez más al de aquel tristísimo
Berlín Oriental que por tantos años se resistió, al decir de algunos por
imposición soviética, a la reconstrucción y modernización. Y debe sospecharse
que el paralelo entre ambas situaciones no es casual sino deliberado, para
abrumar al ciudadano, para sumirlo en una depresión continuada que le impida
pensar en un futuro diferente ni, en consecuencia, actuar para alcanzarlo.
Desde luego, abona a esta hipótesis la experiencia de La Habana bajo el
castrismo.
Han pasado nada menos que 14
años del primer Foro, de modo que en 2017 se cumplirán cuatro siglos y medio de
la fundación de Santiago de León de Caracas. El aniversario es oportuno para
mostrar que, pese a décadas de decadencia y menosprecio, esta ciudad sigue
teniendo un potencial extraordinario que todavía puede aprovecharse para
impulsarla a las posiciones de vanguardia en la región: aparte de las
extraordinarias cualidades de su ambiente natural, en estos años se han planteado
varios Grandes Proyectos Metropolitanos cuya ejecución ha estado bloqueada por
la disparatada política económica del cadáver todavía insepulto que es el
socialismo bolivariano. Su inminente materialización, que incide sobre el
espacio público y los equipamientos urbanos de interés colectivo e impulsa la
integración de la ciudad informal y la formal, generará reacciones en cadena
que en breve tiempo cambiarán radicalmente el ambiente construido de la Caracas
de hoy, rescatando sus menospreciados y descuidados viejos valores y
desarrollando otros, en la frontera de las más novedosas teorías urbanísticas:
reconstruir y renovar. ¿Bastará esto para reunificar, para dar respuesta a las
graves distorsiones sociales nacidas de un modelo basado en el resentimiento y
el odio, en la anomia social inducida? Como suele decirse, el movimiento se
demuestra andando: ¡a andar entonces!
13-12-16
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