Por Froilán Barrios
Cuando repiquen las campanas
de este fin de año 2016 al compás de la célebre canción navideña compuesta por
Oswaldo Oropeza, e inmortalizada con la sonora voz del fenecido cantante Néstor
Zavarce, no sabremos si reír o llorar, por tanta desventura y desgracia
acumulada en 12 meses para nuestro país.
Lo curioso del asunto es que
habiendo transcurrido más de cinco lustros desde que fuera publicitada tan
famosa canción, todavía siguen faltando cinco pa’ las 12:00 anunciando que el
año va a terminar, con la esperanza y augurio de que el próximo será mejor. Tan
genuina aspiración se ha visto trastocada, ya que el año nuevo ha devenido por
las cifras registradas en una pesadilla, a tal extremo que convierte en
añoranza la recién celebrada noche vieja.
En realidad Venezuela ha
derivado en una crónica de la desesperanza y el desencanto, al tener que
soportar las innumerables cadenas oficialistas justificando nuestro
apocalipsis, aderezado del grotesco dancing de la pareja presidencial
convertidos en improvisados aprendices de salsa casino, con el tongoneo y el
swing de la cumbia y el vallenato, sin asomarse seriamente ninguna solución ni
en lo político ni en lo económico, ya que en lo social la tragedia la padecemos
todos.
La vida registrada y
agravada como caricatura aun más este año ha precarizado la condición humana de
cada familia, al nivel donde todo ingreso, desde lo proveniente por salario,
utilidades, prestaciones sociales, trabajos informales, venta de bienes de
línea blanca, enseres domésticos, todo va a un solo pote, a la compra de
alimentos, colocándonos en el umbral de la subsistencia, similar a lo que vivió
el pueblo norteamericano en la época de la gran depresión de la década de los
treinta del siglo pasado.
Al proyectarse para el año
2017 datos de inflación superiores a 2.000%, lo que nos ubica en estado de
hiperinflación, pronostica un periodo de crisis terminal, donde el caos y el
saqueo se extendería a todo el país, ante la imposibilidad siquiera de
alimentarse una vez al día.
Este cuadro dantesco exige a
toda expresión política opositora, desde la MUD hasta las diferentes que han
manifestado desacuerdos, a las centrales y corrientes sindicales y gremiales, a
las universidades, a las organizaciones juveniles a cambiar de actitud, a dejar
de mirarse el ombligo, ya que no hay posibilidad de proyectos o cálculos
personales, si no hay un punto de partida común de abordar el estado de
emergencia que amenaza incluso nuestra existencia como nación.
Este debe ser el reto para
2017, superar las desventuras, donde se abordó un diálogo sin estructura ni
estrategia opositora, que le ha dado un respiro a un régimen agónico, cuyo
crimen es continuar en el poder a costa del sacrificio nacional y la
precariedad que nos agobia.
14-12-16
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