Luis Manuel Esculpi 09 de mayo de 2017
@lmesculpi
Hace
ya algún tiempo un prominente dirigente oficialista alardeaba de la capacidad
de movilización del PSUV, palabras más palabras menos afirmaba: ” nosotros
somos capaces de movilizar decenas de miles de personas de un día para otro”.
Por supuesto ni la más mínima referencia al gran costo de las movilizaciones,
de su “logística” y de lo oneroso que resultaban los famosos operativos
dirigidos a cumplir las metas establecidas y que serían sufragadas con recursos
del estado.
Otro
amigo que ya no respalda al gobierno me comentó la existencia de una especie de
“síndrome de abril del 2002”, según el cual la convocatoria para a las
movilizaciones cada vez que la oposición se disponía a marchar, no tenía el
sentido de competir, ni demostrar fuerza; su propósito era impedir que los
demócratas llegaran manifestando hasta ese icono del poder que representa
Miraflores.
Ya no
cuentan con los inmensos recursos de antes, tampoco con el respaldo popular,
ademas registran una pérdida sensible de la capacidad de movilización de
otrora. Solo conservan el respaldo de la cúpula militar. Sus marchas se
distancian, no pueden competir. El interrumpir la ruta de las de la MUD es
tarea asignada a la Guardia Nacional, Policía Nacional y a algunos de sus
grupos paramilitares.
Conocen
su aislamiento, se sienten asediados. El discurso tiene que ser alterado, ya no
puede ser enfático en cuanto a los éxitos electorales. Si bien es cierto que
solo habían perdido dos elecciones, las ultimas fueron demasiados reveladoras
de su situación. Ya no solo se trata de justificar la “legitimidad de origen”
ante el cuestionamiento de la “legitimidad de desempeño”. Se desvanece la
fachada democrática que tanto se quiso preservar para la proyección
internacional.
No
había sido necesario apelar al fraude descarado, era suficiente el ventajismo,
el uso grosero y avasallador de los recursos del estado. Guardar las
apariencias se hacía necesario. Hoy por hoy eso ya no es posible a riesgo de
perder el poder, su conservación es el fin último. Cualquier recurso es válido
para preservar el objetivo. No importa que sea fraudulento.
Los
asesores proponen una Constituyente chimba, es acogida con beneplácito está en
sintonía, en última instancia con su razón de ser. Consideran que además le
permite retomar la iniciativa, imponer reformas que ya fueron rechazados por el
referéndum del 2007, evadir la realización de las elecciones regionales y
municipales, incluso las contempladas constitucionalmente para el próximo año
prorrogando su mandato. Y disolver la Asamblea Nacional electa por catorce
millones de venezolanos.
Una
inflamada retórica supuestamente izquierdista se acompaña de una práctica
corporativa, típica del más rancio fascismo. Se repite el añejo adagio de
encuentro entre los extremos. Mussolini y Stalin debieran ser las figuras
emblemáticas de su comportamiento político actual.
Como
se ha venido planteando públicamente no se trata de elaborar una nueva
Constitución, sino hacer cumplir la vigente. Nada más con la represión desatada
el último mes se han violado íntegramente los diez y nueve artículos que
componen el capítulo III del título de los derechos humanos de la Constitución
titulado: De los derechos civiles.
La
lucha de la fuerzas democráticas hoy se orienta a restablecer la plena vigencia
de la Constitución actual, junto a objetivos específicos como el
restablecimiento de las atribuciones de la AN, la libertad de los presos
políticos, el cronograma electoral y la apertura de canales para la ayuda
humanitaria.
Maduro
habla de golpe continuado, en términos psicológicos es una proyección, intentar
yuxtaponer a otros la conducta que el gobierno a venido asumiendo, al adoptar
decisiones que constituyen una “ruptura del orden constitucional”, tal como
afirmará la Fiscal General a propósito de las famosas sentencias de la Sala
Constitucional del TSJ. En la situación de Nicolás se explica -no se justifica-
el recurrir a tan manido recurso, es signo de debilidad y desesperación, si
tuviera un mínimo de sindéresis facilitaría la consulta al soberano. Escogió la
opción equivocada, la del golpe continuado.
@lmesculpi
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