JESÚS RUIZ MANTILLA 04 de mayo de 2017
El
pasado miércoles, el director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel, conoció
la muerte de un miembro del sistema nacional de orquestas que él lidera.
Armando Cañlizares, violinista, 18 años, recibió un tiro en la cabeza y fue la
víctima número 34 de la última oleada de represión en su país. Dudamel colocó
un crespón negro en sus redes sociales y en su página web. La presión para que
alzara la voz en contra del Gobierno de Nicolás Maduro fue en aumento y en la
tarde del jueves lanzó un contundente comunicado.
La voz
del joven músico de 35 años, una de las figuras más influyentes de la música
clásica en todo el mundo, entonó todo un ataque contra la represiones ante las
marchas y el intento descarado de nuevo golpe a las instituciones del dirigente
bolivariano. Los pasados llamamientos al diálogo por parte del director se
quedaron cortos y finalmente adoptó una posición más comprometida con las
protestas.
“Mi
vida entera la he dedicado a la música y al arte como forma de transformar el
mundo. Levanto mi voz en contra de la violencia y la represión. Nada puede
justificar el derramamiento de sangre. Ya basta de desatender el justo clamor
de un pueblo sofocado por una intolerable crisis. Históricamente el pueblo
venezolano ha sido un pueblo luchador pero jamás violento”, empieza diciendo.
“Para
que la democracia sea sana debe haber respeto y entendimiento verdadero. La
democracia no puede estar construida a la medida de un gobierno particular. El
ejercicio democrático implica escuchar la voz de la mayoría, como baluarte
último de la verdad social. Ninguna ideología puede ir más allá del bien común.
La política se debe hacer desde la consciencia y en respeto a la
constitucionalidad, adaptándose a una sociedad joven que, como la venezolana,
tiene el derecho a reinventarse y rehacerse en el sano e inobjetable contrapeso
democrático”, sigue el comunicado.
“Los
venezolanos están desesperados por su derecho inalienable al bienestar y a la
satisfacción de sus más básicas necesidades. Las únicas armas que se le puede
entregar a un pueblo son las herramientas para forjar su porvenir: instrumentos
musicales, pinceles, libros; en fin, los más altos valores del espíritu humano:
el bien, la verdad y la belleza”.
Las
alusiones a un recambio quedan patentes. Finalmente, se dirige a Maduro: “Hago
un llamado urgente al Presidente de la República y al gobierno nacional a que
se rectifique y escuche la voz del pueblo venezolano. Los tiempos no pueden
estar marcados por la sangre de nuestra gente. Debemos a nuestros jóvenes un
mundo esperanzador, un país en el que se pueda caminar libremente en el
disentimiento, en el respeto, en la tolerancia, en el diálogo y en el que los
sueños tengan cabida para construir la Venezuela que todos anhelamos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico