Por Froilán Barrios
Debiendo abordarse temas
cruciales en el contexto del Primero de Mayo 2017, como lo es la destrucción
del mundo del trabajo en todas sus dimensiones, que presenciamos dramáticamente
en nuestro país, porque impacta a los 30 millones de habitantes, por la
emergencia hay que ocuparse en dar respuesta a la irresponsabilidad
presidencial de convocar una constituyente, como artilugio para mantenerse en
el poder con la pretensión de distraer a una población diezmada y agotada por
la ruina y las calamidades que padece.
Al ritmo de los discursos
destemplados característicos y ante un escenario de marchantes obligados desde
todos los rincones del país, anunció el tan mentado desencadenante histórico
que anunciaría en la avenida Bolívar al manifestar: "Convoco una
constituyente ciudadana, no una constituyente de partidos ni élites, una
constituyente ciudadana, obrera, comunal, campesina, una constituyente
feminista, de la juventud, de los estudiantes, una constituyente indígena. Pero
sobre todo, hermanos, una constituyente profundamente obrera, decisivamente
obrera, profundamente comunal. Convoco a los comuneros, a las misiones".
Propuesta emparentada con
los sistemas corporativos fascistas de Primo de Rivera, Francisco Franco y
Benito Mussolini, cuyo contenido en el caso de España estableció un
seudoparlamento, donde la facultad legislativa la mantenía el dictador con una
composición de diputados, provenientes de los sindicatos, de las comunidades,
los empresarios, de las mujeres casadas, reunidos en las cortes franquistas
(1942); y si es en el caso italiano, el Consejo Nacional de Corporaciones
sustituyó el parlamento (1927), donde no se representaba a los partidos, sino a
los gremios, sindicatos y a las organizaciones comunales.
Esta propuesta madurista es
un contrabando pretendido en nombre de la vigente CRBV y de su artículo 347,
cuya intención es sustituir el voto universal, directo y secreto establecido en
los artículos 5 y 63 del vigente texto constitucional, por el voto sectorial de
grupos, característico de los regímenes corporativos que desconocen la
soberanía popular sustituida por la voluntad unipersonal del caudillo de turno.
Venezuela tuvo una
experiencia democrática en 1999, allí se eligió una Asamblea Nacional
Constituyente donde participaron todos los venezolanos, nacionalmente y desde
sus estados, en un momento justificado por el agotamiento de las instituciones
políticas establecidas en el contexto del puntofijismo.
Por tanto, someter al pueblo
venezolano en circunstancias que ameritan por parte del Ejecutivo nacional una
conducta de respeto a la Constitución y de atender los grandes problemas
nacionales es un crimen de lesa humanidad, que debe ser rechazado por toda la
población, por las organizaciones políticas, sindicales, gremiales, juveniles,
académicas, en fin, por toda una nación sedienta de que se recuperen los
valores democráticos, y la recuperación de una economía que le permita una vida
digna acorde con la riqueza nacional.
03-05-17
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