Por Diego Marcano Arciniegas
Emmanuel Macron fue elegido
por el pueblo francés con el 66.06% de los votos, en unos sufragios que
distintos medios han denominado como los más importantes en la historia de
Francia, porque en ellos se definiría la posición del país en el mundo, y se
afectaría en gran medida a la Unión Europea.
El presidente electo, con 39
años, es el más joven en la historia de Francia. Macron nunca había siquiera
participado en una campaña política, mucho menos había sido candidato a algún
cargo público. No obstante, su ascenso fue veloz y rampante: ganó la primera
vuelta electoral con el 23.75% de los votos, frente a otros 10 candidatos, y se
llevó la victoria en la 2da vuelta el 7 de mayo.
Emmanuel Macron nació en
Amiens en 1977, estudió filosofía en la universidad Paris Nanterre, hizo una
maestría en políticas públicas en Sciences Po, y posteriormente se graduó de la
Escuela Nacional de Administración, en la cual tradicionalmente se ha educado
la élite del país para luego servir en cargos públicos.
Trabajó inicialmente en la
Inspectoría de Finanzas de Francia, y luego como banquero para la banca de
inversión Rothschild & Cie, durante cuatro años. En 2012 fue contratado
como asesor económico de François Hollande, y dos años después fue nombrado
ministro de economía, industria y asuntos digitales de Francia. Durante su
gestión impulsó la famosa “ley Macron”, que promovía el comercio a través de la
desregulación de ciertos sectores de la industria, permitiendo que las tiendas
abrieran con más frecuencia los días domingo. La ley fue duramente criticada
por el mismo clásico partido de centro-izquierda francés, Partido Socialista,
del cual Macron fue miembro.
En abril de 2016, Emmanuel
Macron renunció a su cargo de ministro para crear el movimiento de centro
llamado En Marche (En Marcha), plataforma sobre la cual anunció que se lanzaría
a la presidencia.
El plan de gobierno del
presidente electo incluye recortar 120 mil trabajos del sector público para
reducir el déficit en el presupuesto nacional; disminuir el impuesto a las
empresas, de un 33% a un 25%; y permitir a estas negociar con sus empleados las
horas laborales semanales que actualmente son 35 en Francia. Dentro de su plan
está contemplado así mismo invertir 50 mil millones de euros en la creación de
empleos en agricultura e infraestructura, disminuir la energía nuclear en un
50% mientras Francia logra hacer la transición hacia energías renovables,
enviar más profesores a áreas rurales, prohibir a menores de 15 años el uso de
teléfonos en colegios, y afianzar los lazos entre Francia y la Unión Europea.
Hay varios factores que
influyeron en la victoria de Macron. François Fillon, candidato del partido de
centro-derecha Les Républicains (Los Republicanos), quien desde el inicio se
perfilaba como el favorito en las encuestas, se vio envuelto en un
caso de malversación de fondos y cayó al tercer
lugar. El otro candidato del partido tradicional de centro-izquierda, Benoît
Hamon, del partido socialista, pagó las consecuencias de ser visto como el
sucesor del impopular presidente François Hollande.
Macron tuvo la habilidad de
ver que Francia, como otros países occidentales, pasaba por una crisis
política, en la cual los partidos se ven debilitados y los outsiders
favorecidos. Entonces decidió desligarse del partido socialista para crear su
propio partido político de centro y poder mostrarse como el candidato del
cambio. La campaña de En Marche tuvo una aproximación similar a la de Obama en
2008: usó algoritmos para identificar los distritos más representativos de
Francia y realizó más de 25 mil entrevistas de 15 minutos para sondear las
principales preocupaciones del electorado francés.
Finalmente, Macron se
enfrentó a la “candidata del miedo”, Marine Le Pen, del controversial partido
político de extrema derecha, Front National (Frente Nacional), que buscó
mostrarse como la candidata fuerte que lograría defender al país de ataques
terroristas y trataría con mano dura a la inmigración, para poner a Francia
primero. Ante esta adversaria, Macron fue el candidato de la sensatez, que si
bien nunca escondió las fallas del sistema, propuso soluciones que no
contradijeran a la liberté, égalité et fraternité (libertad, igualdad y fraternidad),
valores fundamentales de la nación francesa.
Más allá de las habilidades
de la campaña dirigida por el movimiento En Marche, la incertidumbre global que
plantean los tiempos del nacionalismo de Donald Trump, Brexit, Erdogan y Putin,
y el miedo a los efectos negativos de la globalización, hacen de esta una época
de pirómanos dispuestos a quemarlo todo para volver a empezar. En Francia, por
el contrario, fue el discurso realista y conciliador de Emmanuel Macron el que
permeó en los votantes y le permitió hacerse con la victoria.
07-05-17
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico