Por José R. López
Padrino
El abstencionismo
iracundo se niega a construir una contra-hegemonía electoral para enfrentar al
régimen facho-bolivariano a pesar de que la gran mayoría (80%) de los
venezolanos reprueban la gestión de Maduro y su logia cívico-militar. La
oposición abstencionista pretende que el país haga suya su política suicida de
dejar en manos de factores o actores externos la decisión sobre el futuro del
país. Es una oposición tan irracional como el funesto régimen del iletrado de
Miraflores.
El abstencionismo no
termina de entender que la invasión de los “marines” no va a ocurrir, que las
sanciones internacionales no van a llevar a la “dimisión” de Maduro, que el
golpe de Estado no sucederá y que las huelgas generales no se decretan en el
Aula Magna de la UCV.
El abstencionismo con
sus políticas engañosas y perversas han conllevado a la “desaparición” de la
oposición, a la desmovilización y frustración de los venezolanos, así como ha
estimulado la desesperanza y el éxodo. Sus acciones simbólicas y excluyentes
niegan la posibilidad de construir una nueva contra-hegemonía política frente
al social-fascismo bolivariano.
El abandono de la ruta
electoral (escenario de grandes logros políticos a pesar del ventajismo de la
maquinaria oficialista), y la promoción de fantasiosas “salidas y quiebres” han
desdibujado y desarticulado a la oposición como fuerza política. Esto ha
mermado su capacidad de movilización, ha reducido su incidencia en el escenario
político, y le ha facilitado al régimen la imposición de su agenda de hambre,
miseria (paquetazo económico) y represión.
La coyuntura actual del
movimiento opositor se caracteriza por un reflujo de masas que se evidencia en
la atomización de sus fuerzas, y la poca capacidad para articular una agenda
programática propia. La cuestión entonces es ¿Cómo salir de esta trampa
infernal adonde nos ha llevado el abstencionismo?
El camino no es fácil,
todos lo sabemos, pero es necesario andarlo. Es un sendero que pasa por el
retorno a la ruta electoral, el rescate del valor del voto como instrumento de
rebelión organizada y no como factor legitimador de la dictadura, y la
conformación de una amplia coalición social y política que sea capaz de
capitalizar el malestar social y transformarlo en una insurrección electoral.
Materializar esta
colosal tarea implica construir una fuerza política propia, alejada de los
sectores abstencionistas promotores de fracasados atajos que desincentivan la
participación popular y transfieren la solución del conflicto a factores
externos
Se hace necesario
construir una expresión político-electoral que sirva de polo de atracción y de
convergencia de todos aquellos sectores que aspiren a un cambio político por la
vía del voto a pesar de las condiciones adversas impuestas por las madamas del
CNE.
La premisa de esta
nueva plataforma de lucha es edificar una vasta convergencia unitaria que
permita retornar al camino electoral, construir una mayoría electoral orgánica
a fin derrotar al actual bloque social dominante representado por el social
fascismo bolivariano. n la política suicida de los abstencionistas que
solo apuestan a la invasión militar (abierta o encubierta) o al golpe de
Estado.
El país se desangra
ante una oposición abstencionista trastornada que sigue entrampada en el “todo
o nada” y que no brinda salida democrática para superar la crisis. Hay que
entender que la abstención es la mejor aliada del régimen, ahora que el
facho-chavismo dejo der ser mayoría.
Más que seguir
esperando el desembarco de los marines, soñar con un nuevo milico mesiánico
salvador de la Patria, delirar llamando a un paro Nacional, o alucinar sobre el
quiebre definitivo del régimen, hay que prepararse para participar en las
municipales del 9D, el referéndum revocatorio en contra de los miembros de la
Asamblea Nacional, y el referéndum aprobatorio de la nueva Constitución
Nacional de impronta facha.
Hay que desenmascarar a
los farsantes vendedores de promesas vacías. No a las aventuras militaristas y
salidas engañosas. Hay que retornar la ruta electoral.
11-10-18
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