Julio César Arreaza B. 17 de noviembre de 2019
@JulioCArreaza
El
20 de mayo de 2018 el régimen consumó un fraude electoral redondo, plagado de
todas las irregularidades imaginables y bajo un entorno evidente de calles
desiertas y ausencia de pueblo votando. El fraude se convirtió ipso facto en un
golpe de Estado, provocando una alteración definitiva del orden constitucional.
Evo
Morales siguió también la cartilla cubana al protagonizar mediante un manotazo
un fraude abierto, pero la ciudadanía y los militares le impidieron con arrojo
consumar el golpe de Estado y lo vimos abandonar en apuros el Palacio Quemado,
como llaman en Bolivia el palacio de gobierno.
El
10 de enero de este año tocaba el inicio de un nuevo período presidencial en
Venezuela y al no verificarse unas elecciones transparentes con garantías,
Maduro se convirtió en usurpador y allí nos encontramos hoy. El diputado Juan
Guaidó asumió como presidente interino en acatamiento a la Constitución, pero
se le ha impedido mediante el autoritarismo continuista el control de buena
parte de las instituciones del Estado fallido.
Cabe
destacar en estos tiempos difíciles por los que atraviesa el mundo, el ejemplo
de Albert Rivera. Recibió un rechazo significativo del electorado y con
gallardía, a sus 39 años, decidió retirarse de la vida pública. Desde enero de
2016 el sobresaliente diputado español había venido construyendo a base de
trabajo constante y sacrificado un liderazgo que prometía conducirlo a la
Presidencia.
Con
sentido de Estado, entrega, audacia, coraje y coherencia con sus valores supo
servir, y así lo reflejó en su manera de hacer política. Siempre defendió en su
actuación pública los valores patrios de la unidad, la libertad y la igualdad.
Sorprendió
a propios y extraños por su decisión de abandonar la vida pública, consciente
de sus aciertos y errores; sin embargo afirma que seguirá soñando y que la vida
es mucho más que la política. Estupenda lección. Su partido, Ciudadanos, hasta
hoy no se le conoce un solo caso de corrupción. Albert se regocija en decir la
verdad porque eso merece la colectividad. Deja el campo abierto a su partido al
surgimiento de nuevos líderes que marquen el nuevo rumbo.
De
otra parte, el ejemplo reciente de la hija predilecta de Bolívar, expresa que
la oposición nunca negoció y la caída del usurpador y delincuente electoral Morales
fue espontánea, inspirada por valores y causa trascendente.
Aquí
la oposición definitivamente mayoritaria es consecuente en observar una gran
unidad, pero a la vez enfrenta y padece un cierto liderazgo fallido que no
tiene la honra de Albert Rivera, para ponerse de lado y permitir que mediante
la ampliación de la base de representatividad surjan otros liderazgos que
marquen el nuevo rumbo.
¡No
más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!
Julio
César Arreaza B.
@JulioCArreaza
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