Por Fernando Pereira
El 31 de diciembre
a las 12 de la noche es un revulsivo para nuestras emociones. Hacemos un
balance de lo vivido en el año, de las ganancias y las pérdidas. Esto va
acompañado de un ritual que va variando de familia en familia: sintonizar una
emisora de radio o canal de TV, salir a la calle con una maleta (si la
inseguridad lo permite), lanzar un vaso de agua a la calle, colocarse una
prenda interior de color amarillo, comer un plato de lentejas, las uvas del
tiempo (para los afortunados que las pueden comprar)…
Estos rituales nos dan la
sensación que estamos desechando algo viejo para abrirle las puertas a lo
nuevo; pero si es importante durante estos días tomarnos un tiempo para pensar
en aspectos presentes en nuestras familias.
El fin de
año es el momento de inventariar lo
bueno y lo malo que nos pasó durante el año.
Como familias nos
preguntarnos: ¿Qué podemos hacer para mantener la esperanza? A pesar
de las situaciones difíciles, es importante y necesario que los
niños sientan el nuevo año como una oportunidad para
encontrarnos, expresar nuestros afectos no
solo con regalos. Los abrazos, las palabras amorosas
son importante para que se sientan queridos.
Los niños se den
cuenta de los problemas que tenemos en el país. Escuchan a sus
familiares quejarse de los precios de alimentos, medicinas,
repuestos para los carros, la inseguridad personal, familiares
desempleados
Por la migración muchos
familiares ya no están con nosotros. Hay que reconocer su ausencia, el vacío
presente y que nos hacen mucha falta. No podemos hacer como si nada pasara.
Si hay niños en casa trataremos de que puedan conversar telefónicamente o
por whatsapp propiciar un encuentro virtual sin el temor de que las lágrimas se
puedan hacer presentes en demostración del amor y la falta que nos hacen.
Honrar a quienes ya
no están. Si vivimos alguna pérdida por una muerte o
separación es importante honrar a las personas que aunque no están con
nosotros se quedan en nosotros en el recuerdo.
Agradecer la
vida y la salud o la recuperación si superamos una
enfermedad o accidente, la llegada de un nuevo miembro a la
familia, el contar con la presencia de amigos y seres queridos
que nos han acompañado en momentos difíciles.
Conectar la llegada del
nuevo año con lo esencial de la vida. Posiblemente no necesitemos
recurrir de forma desesperada y compulsiva al alcohol,
la comida o a cualquier otro tipo de
adicción para evadir eso que solo se pueda llenar con
amor.
Abrazos en familia por todo
el año
El abrazo con los seres
queridos tiene una connotación muy especial. Posibilita el acercamiento, el
contacto piel a piel, pecho a pecho, para darle sabor a la vida. Nos permite
sentirnos queridos y tienen el poder de hacer la vida más llevadera. Ese
contacto nos carga las pilas para enfrentar los “golpes bajos” de las circunstancias
que vivimos en momentos de crisis.
¿A cuántos niños, niñas y
adolescentes se le secó el corazón por no tener un familiar que les
expresara su amor cobijándolos en sus brazos? ¿Cuántos abrazos dejaron de
recibir los que hoy se sienten resentidos por la vida, por la carencia de amor
y les quedan heridas que muerden generando violencia social? ¿Quién les
demostró que eran importantes? ¿Quién los acompañó en los momentos difíciles?
¿Cuánto dolor encubierto por la desatención y falta de tiempo para comunicarnos
y compartir?
Este nuevo año representa
una oportunidad de abrazar a quienes amamos. Tomemos ese abrazo como una nueva
oportunidad de estrenar afectos. En tiempos de adversidad necesitamos redoblar
los abrazos, abrazos protectores contra los rigores y la hostilidad del
momento.
02-01-20
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