Páginas

lunes, 13 de enero de 2020

Venezuela país ocupado y ciudadanos en estado de indefensión, por @fariasjoseluis




José Luis Farías 13 de enero de 2020
@fariasjoseluis

La otra cara:

Por los vientos que soplan tendremos un 2020 sumamente complejo. Sin luz al final del túnel, a menos que dispongamos de una ruta clara o algún imponderable de esos que nunca faltan lo ilumine abriendo una clara perspectiva de cambio o lo oscurezca extendiendo la desesperanza dominante hasta ahora.

El azar favoreció con un buen comienzo al movimiento democrático en general. La burda salvajada de la dictadura del 5 y 7 de enero, más el coraje y la determinación política demostrada por Juan Guaidó y los 100 diputados demócratas, permitieron oxigenar su liderazgo, fortalecer el apoyo ciudadano y sobre todo el respaldo internacional.

La falta de virtud devino en resultado negativo para el régimen. Quedó al desnudo el fracaso de su "operación alacrán" de compra venta de diputados traidores, fue repudiado nacional e internacionalmente hasta por algunos de sus aliados y aumentó su erosión interna al punto de que al tratar de hacer control de daños ha errado de nuevo con el uso de la fuerza.

Sin embargo, no todo puede dejarse a la suerte. Siempre ha de recordarse al gran florentino: la acción política ha de enmarcarse en un duelo entre el azar y la virtud. Porque el primero determina la mitad de nuestras acciones y la segunda gobierna la otra mitad.

¿Qué hacer para ayudar a la fortuna que ha tocado a nuestra puerta abriendo el año? ¿De cuánto tiempo disponemos para sacarle provecho y no perder esta nueva oportunidad? ¿Cómo ser más eficientes? ¿Cómo actuar permanentemente para dar respuestas acertadas? ¿El beneficio de esta suerte inicial será suficiente para lograr el cambio político?

Nada más inconveniente que embriagarnos de triunfalismo por un golpe de suerte. Incurrir en ello nos enredaría de nuevo en el nefasto inmediatismo de siempre, con las terribles consecuencias de la frustración al no conseguir lo deseado en el corto tiempo. Apartemos de nuestro lenguaje las expresiones de "ahora sí", "llegó el momento", "este es el año de...", etc.

Tampoco el tiempo disponible es infinito para emprender lo que hay que emprender. Sobre todo en estos tiempos de tanta volatilidad, en los que una noticia sustituye y borra la otra como por arte de magia y en un abrir y cerrar de ojos se pierden las oportunidades que el azar nos puso en las manos. Ni atorarse ni apendejearse, sentencia el refranero popular.

La eficiencia en el aprovechamiento del azar demanda virtud. Y en este caso la virtud es desarrollar una ruta clara que motive a la gente. Sin duda la suerte existe, pero su beneficio dependerá en gran medida de la habilidad, el talento, el coraje y la determinación política para aprovecharlo, la fortuna crea las condiciones las capacidades determinarán el resto.

En el duelo permanente entre las condiciones y las capacidades es imperativa la cohesión. La actuación ante un enemigo como el Pranato, que se impone por la fuerza y sin escrúpulos, exige cohesión permanente para enfrentarlo como la empleada de modo circunstancial por la mayoría de los diputados entre el 5 y el 7 de enero.

Un viento favorable puede llegar a ser útil, pero no necesariamente decisivo. La cohesión para responder a la agresión de la dictadura debe enmarcarse en una estrategia unitaria para hacerla victoriosa, el trazado de esa ruta debe juntarnos.

 II.
En la definición de estrategia hay que ver más allá de lo estrictamente circunstancial. La torpeza del Pranato el 5 de enero y su intento por permanecer en sus trece pese a todo lo negativo que le ha sido es apenas un aspecto de cuanto hay por considerar para el diseño de una estrategia de lucha que nos encamine hacia la victoria.

Los venezolanos estamos sumidos en una decepción general a comienzos de 2020. Cada quien al revisar sus bolsillos descubre que no tiene como resolver el sustento diario, su capacidad para hacerlo ha mermado considerablemente, no hay dinero para la comida ni las necesidades más básicas.

Somos más pobres. Los artículos de la cesta básica duplicaron y triplicaron su precio de la noche a la mañana, siguen las imágenes de gente comiendo de la basura y de mujeres pariendo en las calles, la hiperinflación se soltó las amarras que la habían desacelerado y nos empobreció aún más.

El ambiente festivo decembrino, estimulado a duras penas a punta del reparto populista del Petro, fue poco o casi nulo. Quienes corrieron con más suerte, luego de humillantes colas apenas si pudieron resolver algunas pocas cosas de la cena navideña y de fin de año o de regalos a los niños y algún licor de pésima calidad para enjugar sus penas.

La mayoría se hundió en  la tristeza del hambre y la miseria. La fiesta que otrora se prolongaba hasta el día de reyes, ahora se terminó de apagar tan pronto comenzó el nuevo año cuando la sociedad en su conjunto entró en contacto con la dura realidad de la crisis que la abate. No hubo tiempo para el acostumbrado regodeo posterior a las celebraciones de tiempos atrás. Nada de prolongación de la festividad como se solía.

Desde el 1 de enero la gente está recibiendo el impacto de la monstruosa devaluación y la subsecuente inflación producidas por el dinero inorgánico arrojado por la dictadura.

El intento por crear una falsa atmósfera de celebración no logró modificar el rechazo general hacia Nicolás Maduro y su camarilla usurpadora. En la queja diaria de la gente se percibe que ninguna de las medidas populistas del régimen pudieron producir un cambio en el estado de ánimo distinto a la desilusión dominante en la población.

El sentimiento dominante de desencanto previo a diciembre ha continuado. Con el fiasco de las dádivas convertidas días después en tragedia, domina una combinación de rabia y tristeza que embarga a todos. La temperatura del malestar social se ha elevado.

 III.
Este horrendo cuadro demanda cohesionarnos al menos con dos conceptos básicos que sirvan de soporte a nuestro discurso político y orienten nuestra respuestas ante el régimen.

1.Estado de indefensión entendido como la imposibilidad absoluta de hacer valer el más elemental de nuestros derechos.

Enfrentamos un Pranato, una organización criminal, integrada por una pandilla que usurpa el poder y acaba de asaltar la Asamblea Nacional, único poder legítimo en pie, estamos sin división de poderes ni justicia. Se usa a mansalva el poder del Estado a través de la FAN y el resto de los cuerpos de seguridad con saña contra los ciudadanos, con una economía totalmente destruida y una población empobrecida.

2.País ocupado entendido como una nación saqueada por fuerzas externas e internas que le impide ejercer su soberanía, es la condición que produce el estado de indefensión.

Vivimos en un país invadido por fuerzas militares y represivas de Cuba, Rusia y de Hezbolá que junto con la Fuerza Armada Nacional y los cuerpos de seguridad, convertida también en fuerza de ocupación de nuestro propio país, impiden cualquier posibilidad de cambio democrático.

Con base a ellos, hay que articular una narrativa que admitiendo los errores exalte el sacrificio de la lucha ciudadana y el de su liderazgo, en una estrategia política que privilegie la solución pacífica del conflicto enfatizando en lo imperativo del respaldo de una colaboración internacional realmente efectiva para hacerla posible.

José Luis Farías
@fariasjoseluis

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico