Por Froilán Barrios
Entre los dichos
populares venezolanos hay uno que destaca en el refranero capitalino: “Caracas
es Caracas y lo demás es monte y culebra”; o el registrado en una estrofa del
Himno Nacional, “seguid el ejemplo que Caracas dio”, quizás por ser la tónica
en el reverbero político de la protesta popular de los últimos 31 años, hasta
que en el estado Yaracuy se iniciara una semana atrás la recién calificada
“rebelión de las ciudades pequeñas” que se extiende por casi 30 pueblos y
comunidades de la geografía nacional en 19 estados del país.
Hasta hace 15 días la
tiranía creía tener todo controlado para el 6D mediante un proceso electoral
truculento que le permita fraguar la AN a su medida, como lo ha hecho con el
TSJ, CNE, Fiscalía, Defensoría, Gobernaciones y Alcaldías, por otra parte las
diferentes oposiciones deshojan la margarita en un nutrido menú compuesto por
la intervención del TIAR, la invocación al artículo 187-11 de la CRBV, la resolución
del R2P, hasta los colaboracionistas de diverso pelaje inscritos como
candidatos al sainete de diciembre.
En ese contexto por
donde no esperaba ni el régimen ni la oposición, o la comunidad internacional
se reventó la cuerda y saltó la liebre, generándose una irrupción social de
cientos de manifestaciones espontáneas, que no están dirigidas por ningún
partido político opositor, ni el presidente interino, sin banderas partidistas,
signadas por la exigencia de servicios públicos, gasolina y en muchas de ellas
plantean la renuncia de Maduro.
El hartazgo de la
población donde se juntan todos por igual, opositores, chavistas,
independientes y obstinados en general, es el repudio a la destrucción de sus
vidas como seres humanos y el rechazo a la economía del hambre producida por la
indolencia e ineptitud del gobierno madurista, cuya única cualidad ha sido la
capacidad de concentrar la rabia de un pueblo, al que se le ha pulverizado su
microeconomía, dicho en criollo la rutina diaria de la supervivencia a través
de su actividad comercial que incluye desde la bodega, el artesano hasta el
productor del campo.
Muchos opositores
deducen que al llegar la gasolina todo retomará el cauce, ya que fueron siempre
clientela chavista. Pero como respuesta opino que esa lógica ya no es posible,
al haberse agotado ante la población el manido argumento de que la culpa del
desastre son las sanciones y la extensión de las manifestaciones populares
tanto en Caracas y Miranda como en el resto del país.
La ruina general del
país impide a esta tiranía solucionar nada, ante el despilfarro y robo
descarado de los bienes nacionales reconocidos por tribunales y demandas
internacionales de todo género, agravadas aun más con el informe reciente de la
situación de los derechos humanos publicado por la ONU.
¿Qué le corresponde
hacer al mundo opositor venezolano? Asumir una posición de sumarse a la
protesta y no pretender capitalizarla para sus proyectos políticos, ya que se
invirtió la conducción de la lucha frente al régimen, en este caso del seno de
la población surgió la factibilidad de la sabia máxima de que la solución de la
terrible crisis política, económica y social está en manos de los venezolanos y
no de potencias extranjeras.
30-09-20
https://www.elnacional.com/opinion/se-rebela-la-venezuela-profunda/
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