Orlando Viera-Blanco 01 de septiembre de 2021
@ovierablanco
ENCICLOPEDIA
DE LA LIBERTAD: Friedrich HEGEL.
“La
esencia de la libertad siempre ha estado en la capacidad de elegir como
deseemos elegir porque deseamos así elegir, sin coacciones, sin amenazas, no
devorados por algún vasto sistema; es el derecho a resistir”.
DE
TODAS LAS IDEAS originadas durante el periodo que estoy estudiando [Seis
conferencias de Isaiah Berlín dictadas por la BBC Londres-Radio, 1952 sobre
Libertad y pensadores clásicos siglos XVIII y XIX] el sistema Hegeliano tal vez
sea el que mayor influencia ejerció sobre el pensamiento de sus contemporáneos.
Es una vasta mitología que tiene grandes capacidades de iluminar, así como
grandes capacidades de oscurecer todo lo que toca. Berlín lo ha elegido a la
par de Helvétius, Rousseau, Fichte, Saint Simon y Maistre, por ser Hegel sin
duda, el más controversial, el más seguido, el más disruptivo si acaso el más
profundo de la modernidad.
La
sempiterna dialéctica:
Con
Georg Wilhelm Friedrich Hegel surge aquí una nueva pregunta: “¿Cómo funciona en
realidad el espíritu? ¿Cuál es el mecanismo, cuál es la pauta?” Para Hegel, “la
dialéctica sólo tiene verdadero sentido en términos de pensamiento o de
creación artística; y la aplica al universo porque piensa que en el universo se
encuentra una especie de acto de pensamiento, o una especie de acto de autocreación;
no existe nada más”
¿De
qué manera funciona la dialéctica? Es una dinámica protológica o manera como
analizar y adquirir conocimiento [base de la epistemología] Es como funcionan
las personas cuando tratan de descubrir las respuestas a preguntas. Colisión de
ideas críticas donde la primera idea es llamada tesis, la segunda antítesis y
la tercera síntesis. Es la depuración de las ideas propias de la fenomenología
del espíritu. Históricamente han existido ideas, réplicas, tesis y antítesis
que habiendo tenido vigencia hoy, tienen un pasado muerto. Diría Nietzsche, es
la transmutación, la transvaloración de los valores de su obra Gut un Böse
[Bueno y malo, de lo bueno al diablo]…De la tierra plana a la redonda, del
cristianismo ortodoxo a la reforma, de la libertad del leviatán a la libertad
en el sentido más puro del Berlín, como prístino derecho del hombre frente al
estado.
A
veces la evolución ocurre en forma de actividades nacionales, a veces hay
héroes individuales que personifican estos saltos: Alejandro Magno, César,
Napoleón. Ciertamente estos personajes destruyeron mucho, causaron enormes
sufrimientos. “Tal es la consecuencia inevitable de todo tipo de avance. A
menos que haya fricción, no habrá progreso”, apuntó Hegel, Kant Mandevile y
Vico…Berlín refiriéndose a los Hegelianismos se pregunta: “¿Qué significa decir
que la historia es un proceso racional?” Según Hegel, decir que un proceso es
racional consiste en que cuando se capta lo que es, es la única forma en que
realmente se puede comprender algo, es decir, una facultad a la que llama
razón, que hace que cada proceso sea inevitable. No puede ocurrir de otra
manera que como ocurre. ¿Era inevitable el ciclo histórico que vive Venezuela?
¿Racionalmente tiene una génesis y explicación? ¿nada de lo vivido o mal vivido
hubiese ocurrido si se hacía justicia?
Hegel
nos invita a entender como actos propios de la clase media, grupales o
individuales trascienden para que súbitamente queden atrás. De lo emocional y
subjetivamente aceptado, pasamos a lo objetivo, a lo demostrativamente
racional, por poderoso, inexorable, decisivo, concreto, que es lo que él llama
lo “histórico universal”. Lo bueno es lo que trasciende universalmente. Y lo
malo lo que vino, pero debe quedar atrás, como “pasado muerto”. Eso es la
dialéctica.
De
mártires a legisladores.
Los
mártires de una generación a menudo resultan los legisladores de la siguiente,
y los legisladores a la víspera vuelven a ser mártires. La historia se escribe
y decanta sobre fricciones dolorosas pero necesarias, para llegar al valor
universal. Ese valor universal, por ejemplo, es la libertad…
Por
tanto, sentencia Hegel: “aguardemos, pues sólo será valioso aquello que la
historia haga real…Un valor, a fin de cuentas, si queremos que sea real deberá
ser objetivo, y “objetivo” significa aquello que el mundo intenta—la razón, la
pauta universal—aquello que después aporta el mundo en el desarrollo
irresistible, el desenvolvimiento del rollo, la marcha inexorable, lo que Hegel
llama “la marcha de Dios a través del universo”.
La
realidad no la define, un hombre, una circunstancia. La definen los hombres
cuando determinan en su convivencia, un censo objetivo de lo bueno y lo malo,
Dios o el diablo, el yo o el universo, con lo cual surge un desarrollo
sostenible del pensamiento y de las ideas, que nos hace comprendernos,
originariamente, naturalmente, oficiosamente, obedeciendo libremente. Y como
Berlín mutatis mutandihabría que preguntarse. ¿Hemos aprendido la lección?
¿Somos mártires de una época que nos hará legisladores? ¿Hemos sido absueltos
de todo aquello que nos trajo aquí? ¿Cuál es el mecanismo?, ¿cuál es la pauta?,
¿cuál es el método que nos hará libres? ¿Un hombre, una idea, un proyecto? ¿O
la adopción de un pensamiento inclusivo, libertario por universal? Ese es el
verdadero acto revolucionario y heroico que debemos lograr, responsablemente…
Pero
eso no es lo que llamamos libertad: tal vez sea una forma de sabiduría, de
comprensión, de lealtad, de felicidad o de santidad. La esencia de la libertad
siempre ha estado en la capacidad de elegir como deseemos elegir, porque
deseamos así elegir, sin coacciones, sin amenazas, no devorados por algún vasto
sistema; y en el derecho a resistir, a ser impopular, a defender las propias
convicciones simplemente porque son nuestras. “Ésta es la libertad verdadera, y
sin ella no hay libertad de ninguna clase y ni siquiera la ilusión de ella…”
sentencia Berlín citando a Hegel.
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
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