El País de España
La voluntad del presidente
encargado de Venezuela, Juan Guaidó de tratar de encontrar una salida a la
crisis institucional del país sudamericano restableciendo algún mecanismo de
encuentro con el régimen de Nicolás Maduro, constituye un ejercicio de realismo
político en un momento en el que lo que más urge es evitar la parálisis en la
que está sumido el país entero.
Guaidó arriesga incluso la
crítica de parte de la misma oposición al dar ese paso, pero lo cierto es que
lo ha hecho sin renunciar a los principios básicos por los que fue elegido
presidente encargado de Venezuela por la Asamblea Nacional: la liberación de
los presos políticos, la convocatoria inmediata de elecciones libres y
transparentes y, en resumen, el retorno de Venezuela a la democracia. Y en
acuerdo con las líneas básicas de la ronda de conversaciones celebrada por los
representantes de la oposición en Barbados. Una línea, además, respaldada por
la comunidad internacional.
La aceptación del eventual
diálogo —necesario para evitar el choque directo en las calles y para intentar
aliviar el sufrimiento de la población— no implica ignorar que se están
acumulando las acusaciones de organismos internacionales contra el régimen de
Maduro por violaciones de los derechos humanos y tortura.
Entre esas denuncias figura
la realizada esta semana en una entrevista con EL PAÍS por una prominente
figura chavista, el exdirector de los servicios de inteligencia, Cristopher
Figuera. Este, exiliado ahora en Estados Unidos, asegura que las torturas por
parte del régimen son sistemáticas y revela un entramado que incluye medios
electrónicos y persecuciones sobre el terreno, para vigilar a los opositores.
Figuera, que fue decisivo en
la liberación del opositor Leopoldo López, es un testigo clave sobre el
proceder violento del chavismo como estrategia de Estado y no como la actuación
individual de elementos descontrolados, como a veces se ha intentado explicar.
Una buena muestra de esta estrategia es lo que está sucediendo en torno a la
muerte del capitán de corbeta Rafael Acosta, fallecido mientras permanecía
detenido por los servicios secretos y cuya autopsia ha revelado
politraumatismos e indicios de electrocución. A la familia no se le ha
permitido reconocer el cuerpo hasta pasadas casi dos semanas, y el entierro ha
tenido lugar bajo estrictas restricciones de asistencia, circunstancias ambas
impropias de cualquier sistema mínimamente democrático.
Mientras la oposición,
liderada por Juan Guaidó, intenta mantener abierto el diálogo a pesar del
hostigamiento, Maduro sigue hostigando a los opositores a pesar del diálogo.
Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/07/11/opinion/1562861245_337559.html
14-07-19
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