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martes, 5 de marzo de 2013

EL ESTADO PERFORMANCE


Escrito por ELIZABETH BURGOS el Mar 1st, 2013

El género del “performance” o “happening” utiliza un escenario teatral con personas que parecen improvisar gestos extremos, destinados a provocar asombro e involucrar emocionalmente a la audiencia. Funcionan como una inducción psicológica hacia situaciones ficticias de alto suspenso, y logran que sean percibidas como reales.

No se puede negar que Venezuela se ha convertido en la sede por excelencia de una forma de expresión  plástica, la performance, que desde mediados del siglo XX fue instaurada por numerosos creadores como medio escénico. A la luz de la forma adoptada por lo que, a falta de definición apropiada, continuamos en llamar Estado, el performance ha sido utilizado por el gobierno venezolano como modo de expresión permanente y en ello consiste su papel, puesto que la toma de decisiones se ejerce desde La Habana.

El primer acto de la presentación de la trama teatral que vive hoy la ciudadanía, fue el sorpresivo anuncio del teniente-coronel Hugo Chávez de su viaje a Cuba a someterse a una nueva operación quirúrgica, pues, pese a la afirmación pre-electoral de haber recobrado la salud, reveló que el mal seguía carcomiendo su cuerpo.

El anuncio fue hecho durante una escena digna del mejor melodrama, maravillosamente actuado. Escena que correspondió a un momento de inflexión en que se operó el paso del Estado inspirado en Radio Rochela, al Estado del performance. El Estado Radio Rochela tenía un actor presente en cuerpo y palabra. Al convertirse en un cuerpo ausente y de voz enmudecida, se recurrió al performance cuya representación quedó a cargo del país en su totalidad, con la participación de actores allende los mares.

La originalidad del caso venezolano, es que el cuerpo principal del performance, el del Presidente, actúa bajo la forma de una presencia ausente que se encarnó en sus seguidores, en una operación de trasmutación colectiva similar a las experiencias que datan del medioevo, desaparecida desde que se impuso el pensamiento científico. Así es como fuimos testigos de ceremonias, misas y rituales arcaicos al grito de “Todos somos Chávez”, desde Nueva York, La Habana, Bolivia y por supuesto, el inmenso escenario que representa el territorio venezolano. Pudimos ver actos inéditos, como el de la celebración de una misa en La Habana con asistencia de altos jerarcas y alta oficialidad. Inéditos, porque la práctica religiosa estuvo rigurosamente prohibida a los miembros del estamento militar cubano, pero el petróleo bien vale una misa.

El performance tiene la característica de ser un acto efímero en el que el espacio, el tiempo y el cuerpo constituyen el material de base y se práctica mediante una puesta en escena, en la que el cuerpo del artista tiene el papel principal, – en el caso venezolano el cuerpo está ausente como materialidad, pero presente de manera masiva gracias a la manipulación que ejerce el gran profesional en la materia desde La Habana. Existen actuaciones de performance en las que el artista se hiere para extraerse sangre; se la puede beber o la puede echar en un sartén caliente o la ingiere como un alimento cualquiera. No es de descartar que en el escenario venezolano se llegue a ese extremo. Tampoco es de descartar la escenificación de próximas actuaciones, inéditas, destinadas a conmover una población amaestrada para vivir en estado de emoción o de histeria inducida. Aunque ya se han dado casos extremos de performance a los que nunca han llegado los mejores profesionales del arte, como el del hombre que asesinó a su madre de 80 años, a manera de ritual para implorar por la sanación de Chávez. El hijo asesino sometió el cuerpo de su madre al límite en la forma de performance llamada del “body-art” que busca crear una experiencia en la que el cuerpo es puesto en estado de desestabilización; de límite de experiencia vital.

La maestría con la que ha dominado La Habana el escenario mediático mundial, es de esperar que incite a crear escuela entre los académicos del tema.

Varias consecuencias sabiamente orquestadas han marcado las últimas semanas, tras la ausencia del cuerpo presidencial venezolano.

La ausencia de Chávez fue potencializada al máximo en vísperas de la celebración de la CELAC en Santiago de Chile, para otorgarle todo el espacio mediático al debut de Raúl Castro como estadista, gracias a lo cual su figura gris y discreta, se proyecta a nivel internacional. Otorgarle la presidencia de la CELAC significa avalar como portavoz de toda América Latina, hoy sujeta al régimen de la Democracia, a un dirigente que nunca fue elegido y ejerce una férrea dictadura. La dictadura castrista, como declaró el señor Insulza, víctima en su momento de la dictadura de Pinochet y Secretario General de la OEA, tiene una “legitimidad histórica” y por lo tanto debe ser asumida.

En la Celac, Raúl Castro pronunció un discurso en el que hace el panegírico de la pena de muerte y de la lucha “a sangre y fuego” contra actos ilícitos. De inmediato autoriza a Yoani Sánchez, la más célebre de las practicantes del blog esfera, a la que por años se le había negado el pasaporte, a viajar fuera de Cuba. Al igual que autoriza la salida al exterior de la hija de Oswaldo Payá, el luchador de los derechos humanos muerto hace unos meses en un sospechoso accidente cuando transitaba por una carretera de Cuba.
La atmósfera de suspenso que obliga a vivir a la espera de si el señor Presidente está enfermo, vivo o consciente, alcanza un punto de tensión que suscita la protesta de los estudiantes ante la sede de la Embajada de Cuba. Ante la disyuntiva de que el movimiento cobre mayor fuerza y se vean en la necesidad de disparar contra ellos, La Habana decide bajar la tensión publicando el montaje de fotos de Hugo Chávez enmarcado por sus dos hijas y, según se anunció, el regreso sorpresivo de Hugo Chávez a Venezuela. Se celebran las elecciones en el Ecuador y, por supuesto, es reelecto Rafael Correa.

El proceso de performance que comenzó en diciembre, fue coronado, como se debe por una carta pública de Fidel Castro, anunciando el regreso de Chávez al país y sentando la versión histórica destinada a forjar el imaginario de los venezolanos hacia Hugo Chávez ausente/presente: figura del panteón en la que comparte espacio con María Lionza, Buda, Lady D, José Gregorio Hernández, Bolívar, Negro Primero, etc.

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