Por Moisés Naím,
23/03/2013
Hoy vamos a jugar a que usted es el juez que debe decidir quién está
mintiendo en el caso que le describo a continuación.
» Los
hechos. El 22 julio de 2012, en una poco transitada carretera cerca de Bayamo,
Cuba, ocurrió un accidente automovilístico en el que murieron los disidentes
cubanos Oswaldo Payá y Harold Cepero. Payá alcanzó notoriedad cuando en 1998
inició el Proyecto Varela, una iniciativa ciudadana para reformar la
Constitución y abrir la isla a las libertades básicas y a las elecciones
democráticas. Sorprendentemente, 11.020 cubanos firmaron la petición, aún
sabiendo que ese gesto acarrearía represalias del Gobierno. Su larga lucha
contra el regimen castrista había sido internacionalmente reconocida y en 2002
obtuvo el Premio Sájarov del Parlamento Europeo.
El coche donde murieron Payá y Cepero
era conducido por Ángel Carromero, un político español de 27 años, dirigente
local de Nuevas Generaciones, la organización juvenil del Partido Popular.
También viajaba Jens Aron Modig, activista político sueco. Ambos sufrieron
heridas leves. Las fotografías tras el accidente, distribuidas por el Gobierno
cubano, muestran un impacto devastador en la parte trasera del coche.
» La
versión del conductor del vehículo. En el juicio a
Carromero en Cuba, el fiscal pidió siete años de cárcel por “homicidio
imprudente”. El español asumió la responsabilidad, y en un vídeo afirma que
perdió el control del coche y que ningún otro vehículo intervino en el
accidente. Gracias a un tratado entre Cuba y España, fue repatriado a su país,
donde cumplirá la pena de cuatro años impuesta por la justicia cubana. Pero una
vez en su España, Carromero cambió su versión. Asegura que su vehículo alquilado
estaba siendo seguido todo el tiempo, y que fue violentamente embestido por
atrás en un impacto que causó la muerte de los dos pasajeros sentados en el
asiento posterior. En una entrevista con Jackson Diehl, del Washington Post, Carromero cuenta que lo llevaron a un
hospital y que, a pesar de no haber sufrido mayores heridas, le administraron
potentes sedantes. De allí fue trasladado a una cárcel. “Me mantuvieron
incomunicado y nunca pude ver la luz del día. Caminamos entre las cucarachas
hasta que me pusieron en la celda de enfermería, junto con otro preso cubano.
Las condiciones eran deplorables. Un chorro de agua caía desde el techo una vez
al día, la letrina no tenía tanque, y se podía usar solamente cuando uno
lograba acumular un cubo de agua para luego tirarlo en el recipiente. La celda
estaba llena de insectos que me despertaban al caerme encima”. También habla de
agresivos interrogatorios, donde cada vez que repetía que lo habían embestido
por detrás a gran velocidad, sus carceleros se ponían furiosos: “Uno me dijo:
‘Tú estás muy joven para perder tu vida aquí. Lo que cuentas no ha pasado, y si
insistes en tu versión pasarás largos años en esta cárcel’. Luego, vino un
experto del Gobierno que me dio la versión oficial del accidente y me informó
que si yo la confirmaba, nada me pasaría. Yo lo que quería era escapar como
fuese de ese infierno y decidí hacer lo que ellos me pedían, firmé y grabé el
vídeo. Pero todo fue una farsa”. Por su parte, Modig, de regreso en Suecia,
insiste en que quiere olvidar esa pesadilla y que él estaba dormido y no sabe
lo que sucedió. La hija de Payá, Rosa, asegura que su padre vivía bajo
constantes amenazas de muerte, que últimamente se habían hecho más frecuentes y
que incluso, poco tiempo antes de su fallecimiento, fue víctima de un
sospechoso accidente de tráfico en el que casi pierde la vida junto a su
esposa.
» La
versión del Gobierno cubano. El automóvil viajaba con exceso de
velocidad en una vía en malas condiciones, el conductor perdió el control y se
estrelló contra un árbol. Otras interpretaciones son simplemente el intento del
Gobierno estadounidense y los enemigos tradicionales de la revolución para
hacer creer que un trágico accidente automovilístico fue en realidad un crimen
político. Según publicó el diario oficial Granma,
“los testimonios irrefutables de peritos y testigos presenciales, incluidos los
dos extranjeros participantes en el trágico suceso, le han cerrado el paso a la
infame insinuación” de que el régimen haya podido asesinar a estos dos líderes
de la oposición. Después de todo, afirma Granma, “es conocida la historia inmaculada de la revolución
que triunfó y ha sido mantenida por medio siglo sin una sola ejecución
extrajudicial, sin un desaparecido, un torturado, un secuestrado, un solo acto
terrorista”.
» Usted. ¿Quién cree que está
mintiendo?
Mándeme su veredicto por twitter
@moisesnaim
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