Escrito
por José Dionisio Solórzano Miércoles, 20 de Marzo de 2013
@jdsolorzano
Magistralmente
el gobierno de Venezuela, esencialmente el ya fallecido ex presidente Chávez,
logró ejecutar a la perfección el primero de los once principios sobre la
propaganda que alguna vez escribiese Joseph Goebbels, el mago de las
comunicaciones del III Reich de Hitler, desconocer este objetivo es negar la
realidad y tratar de ocultar con un dedo ese sol que deslumbró a propios y
extraños en este país.
Ese
principio, empleado con meticuloso cuidado y afán, es el de la Simplificación y
del Enemigo Único, aquel que busca “adoptar una única idea, un único símbolo,
individualizar al adversario en un único enemigo”, lo que hemos visto que se ha
adelantado perfectamente en el discurso del oficialismo venezolano.
Hugo
Chávez, que Dios lo vea con ojos de misericordia, en vida estructuró, supongo
que respaldado por un calificado grupo de comunicadores, psicólogos y
politólogos, un mecanismo unificador del adversario político; en los
tiempos del incipiente nazismo en Alemania Hitler pudo unir en una sola
estructura a sus dos enemigos: El comunismo y el judaísmo, ¿cómo lo hizo?,
fácilmente dijo y lo repitió hasta la saciedad (aplicando la vieja frase de que
“una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”) que el judaísmo era el
titiritero del comunismo, y que éste era su brazo político, asegurando que
Carlos Marx era judío, permitiéndole de esta forma amalgamar el monstruo
necesario.
En
Venezuela el oficialismo copió al carbón aquel modelo, los voceros del régimen
a través de su más calificado divulgador y comunicador, Chávez, se afanó en
remachar y remachar que la oligarquía venezolana (todos aquellos opositores al
gobierno), hoy también llamados “la derecha”, son los aliados del imperialismo
norteamericano y que son los gringos lo que les ordenan y envían las líneas de
acción a todos los partidos que se oponen a la mencionada revolución, es decir,
simplemente unieron en un solo cuerpo al enemigo criollo y al abominable
engendro que nos amenaza desde el exterior.
Esta
estrategia no ha cedido, a pesar de la desaparición física del líder del
gobierno sus herederos, presumo que con los mismos asesores, mantienen el
sistema comunicacional intacto.
En
este momento escuchamos a Nicolás, presidente encargado de la república,
asegurar que los “Halcones del Pentágono impulsan la táctica de retirarse de la
contienda electoral venezolana, ordenándole a su candidato Capriles a que
renuncie”, pero inteligentemente el acusador no le habla a su oponente, en este
caso el candidato de la unidad democrática, sino que por el contrario se
refiere a la cabeza de su monstruo creado, increpa directamente al presidente
de los Estados Unidos de Norteamérica.
Siempre
ha sido, y lo seguirá haciendo, más sencillo pelear contra un solo enemigo; la
primera misión que se trazó la actual administración fue la de unir a sus
adversarios: los partidos de oposición, los empresarios y los EE.UU en una sola
masa, y podemos decir a la luz de los resultados que lo alcanzaron con
impecable determinación.
Además,
es menester que lo afirme en este artículo, Nicolás espeta sin ningún asomo de
desparpajo que los norteamericanos pudiesen estar planificando un atentado en
contra de Capriles, afirmación por demás temeraria que sólo busca enturbiar el
discurso político y desviar la atención de la opinión pública de temas que le
afectan directamente como el de las mentiras en la información
suministrada al pueblo sobre la enfermedad del presidente, así como todos los
asuntos del orbe económico.
Capriles,
en la otra acera, actúa con prudencia, en ocasiones responde a las
aseveraciones de su contrincante, pero inmediatamente retorna a su estructura
de mensajes que debe estar centrada en la presentación de las “mentiras de
Nicolás” y en los graves problemas socio-económicos que golpean al venezolano
de a pie.
Crearon un monstruo, cuidado si ese mismo no se los come en el camino.
Crearon un monstruo, cuidado si ese mismo no se los come en el camino.
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