Por Christian Burgazzi, 30/05/2013
La negativa del régimen y sus instituciones a realizar una auditoría verdadera es comprensible. De realizarse la auditoría en los términos solicitados por Capriles, no solamente podrían perder el poder de forma aparatosa, sino que los indicios que hoy en día existen se podrían convertir en evidencias condenatorias. Permitirían identificar a los miembros de mesa que realizaron las trampas, estos denunciarían a sus jefes y esto a su vez a sus superiores, de manera que muchas personas involucradas en la estafa quedarían al descubierto y podrían ser enjuiciadas por delitos graves, algunos de carácter penal.
Queda claro por qué los “asesores” de Maduro lo hicieron retractarse de su promesa de ir a una auditoría completa. El miedo a la auditoría con los cuadernos de votación y las huellas es tal que algún mal pensado podría preguntarse:
¿No será que por el desespero se pasaron de maraca y votaron con la “rabo e’ cochino”? ¿Se imaginan el escándalo si aparece esa firma en el cuaderno de votación?
Según parece, no sería la primera vez que usurpan esa firma.
En efecto, el 14-A el ex-presidente aún estaba inscrito en el Registro Electoral, ya que se utilizó el mismo registro del 7-O.
El RE
El Registro Electoral es uno de los grandes temas de debate en relación a la transparencia del sistema electoral en Venezuela. No hay duda que existen problemas y temas legales que habrá que resolver, por ejemplo, el hecho que la ley prevea que para excluir a un difunto del RE, sus familiares deben solicitarlo con la partida de defunción, cosa que muy pocos saben y muchos menos se ocupan de hacer.
Esto ha generado una distorsión del Registro Electoral, en el que se estima, analizando la dinámica demográfica del país, hay entre 480.000 y 770.000 difuntos, de los cuales se han identificado unos 250.000. Esto ocurre en otros países, por ejemplo en Chile aún está inscrito el ex-presidente Salvador Allende y se habla de 500.000 fallecidos en el registro; la diferencia es que allá hay menos posibilidades de ponerlos a votar.
Se ha determinado que las imperfecciones del RE no están sesgadas hacia algún bando, que tienen poco impacto en elecciones nacionales y que no hay “millones de fantasmas inscritos” como piensan algunos crédulos. Sin embargo se calcula que hay más de 500.000 venezolanos en el exterior que no han podido inscribirse por trabas deliberadas del régimen. Solo este hecho tuvo una influencia determinante en los resultados de las elecciones del 14-A. Así mismo, dado el bajo número de votantes en algunas circunscripciones, hay “anormalidades” en el RE que podrían influir en los resultados de algunas elecciones locales.
Quizás la mejor solución para depurar el RE y recuperar la confianza perdida sea rehacerlo de nuevo desde cero, aprovechando el cambio previsto a la Cédula de Identidad electrónica (sin el régimen castrista de por medio). Sin embargo, este proceso puede llevar entre uno y dos años, como ocurrió en México, y en ese tiempo no se pueden detener los procesos electorales.
Mientras se aplican correctivos de fondo al Registro, la MUD, para reducir las posibilidades de que los delincuentes electorales aprovechen las imperfecciones, debería reforzar aún más la preparación de sus testigos, protegerlos de los desalojos violentos en los centros críticos y convocar a la comunidad en general a estar vigilante para prevenir estas estafas electorales. Además deberían considerarse iniciativas tales como la publicación de la lista de fallecidos, los homónimos y la participación ciudadana en el control del RE.
El problema del RE requiere de soluciones planificadas y de consenso político, lo cual parece imposible a corto plazo, pero no es descartable a mediano plazo dada la una nueva correlación de fuerzas en el país, que se irá consolidando.
Sobre este tema sugiero leer el excelente artículo de Eugenio Martínez (@puzkas), periodista de El Universal, especializado en temas electorales: “La caja negra” del RE
No se pierda la siguiente y última entrega: V. Entrampados
Christian Burgazzi
@cburgazzi
Para leer Parte (II): El Tamaño del Engaño
Para leer parte (III): Los indiciados y las armas del delito
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