Por Christian
Burgazzi, 02/06/2013
El régimen ha perdido la batalla de la opinión pública nacional e internacional. Todo el mundo tiene serias dudas acerca del resultado electoral y las sospechas no se van a disipar con el pasar del tiempo, todo lo contrario. La ilegitimidad es una espada de Damocles que pende sobre todos los actos y acuerdos del régimen. Están obligados a buscar una salida del laberinto en el que se han metido.
Como vimos en la entrega anterior (IV. El secreto de la “rabo e’ cochino”), aceptar la Auditoría completa no es una opción para el régimen. Que el TSJ rechace todas las impugnaciones, declarando sin lugar unas y desechando las otras, no luce como una solución política que le devuelva legitimidad y estabilidad a Maduro.
Para salir del embrollo, sacudirse la ilegitimidad y tratar de mantenerse el poder, quizás la ruta menos traumática para el régimen sea la de girar instrucciones al TSJ para que anule parcialmente las elecciones en un número mínimo de mesas, entre las impugnadas por la MUD, seleccionadas por ellos a dedo según su conveniencia para reducir el riesgo de derrota en la nueva contienda electoral en esas mesas, que aún así difícilmente podrán evitar pero que pueden tratar de minimizar.
El problema es que en este caso el candidato tendría que ser de nuevo Maduro y eso aumenta los riesgos de la jugada; con ese candidato tienen pocas oportunidades de ganar, hasta en los centros electorales rojos rojitos. La única manera de ir con otro candidato es que anulen todo el proceso y convoquen a nuevas elecciones. ¿Pero quién sería el candidato? ¿Quién se arriesga a recibir una paliza por parte de Capriles? (OJO: no de golpes, sino de votos).
Para ellos sería menos riesgoso repetir las elecciones sólo en algunas mesas y en el escenario más probable, terminar de sacrificar al “heredero” en nombre de la “revolución”.
Si en cambio escogen la solución del avestruz, de enterrar la cabeza e ignorar la crisis general que amenaza en convertirse en una tormenta perfecta, esta los arrasará.
El tiempo juega en contra del régimen y a favor de la alternativa democrática. Mientras más tiempo pase sin una solución a la crisis política, esta se agravará y conjuntamente con la crisis económica y social, se le escapará de las manos.
Destino desconocido
Además de las presiones descritas, el régimen enfrenta múltiples tensiones y contradicciones en su seno. Maduro no manda a nadie. No tiene la autoridad para nombrar ni destituir sin el consentimiento de los dueños reales del poder, que lo controlan. Es una marioneta sobre una cuerda floja, cuyos hilos son manejados a la vez por distintos grupos de influencia dentro del régimen, cada uno con su propia agenda. Con el tiempo se les pueden enredar los hilos y desatar conflictos que lleven a una implosión. Maduro es mal actor y peor imitador, mete la pata con una frecuencia insólita. Sus limitaciones le impiden comprender del todo el desastre en el que está metido, aunque siente la presión creciente. Se le ve muy mal últimamente. No es impensable que la tensión termine por colapsarlo psicológicamente. Podría necesitar una larga cura de sueño donde sus amigos cubanos.
El régimen se encuentra frente a varios y complejos dilemas y ya no tiene el líder máximo que le saque las patas del barro. Están atrasando la decisión del TSJ, que en cualquier caso tendrá grandes repercusiones. Por otro lado, sectores del madurismo parecen estar evaluando la jugada de convocar a elecciones municipales apostando que la denuncia del robo de las elecciones desmovilice al electorado opositor, de manera que los resultados de las elecciones municipales confirmen que el chavismo es mayoría. Esta jugada luce perdedora y les puede salir el tiro por la culata.
Gabinete paralelo
No será difícil para la MUD, fortalecida en su unidad y con el liderazgo de Capriles consolidado, lograr la movilización de sus electores para las elecciones locales, ante la evidencia de que sólo la participación masiva posibilitó cambiar la correlación de fuerzas en el país, y descubrir y denunciar la estafa.
Además de continuar la presión en el ámbito nacional e internacional con las impugnaciones del resultado electoral, la MUD tiene varias tareas fundamentales por delante: lograr condiciones adecuadas para las futuras elecciones, lo cual implica, entre otras cosas, negociar la elección de los nuevos tres rectores del CNE y la presencia de Observadores Internacionales independientes y de reconocida trayectoria. Además debe ganar ampliamente las elecciones municipales con la participación determinada del electorado que creyó y cree en Capriles.
El camino será largo y difícil. Para mantener activa la confrontación pacífica por el poder y hacer crecer aún más el apoyo popular que viene ganando, Capriles podría nombrar un gobierno paralelo, con un gabinete ministerial en las áreas clave, que lo acompañen en las lucha políticas cotidianas por mejorar la vida de los venezolanos, proponiendo soluciones, contrastándolas con las acciones y omisiones del régimen, trabajando así con varios voceros.
Además la alternativa democrática cuenta con los valientes diputados a la Asamblea Nacional, que están realizando una tarea extraordinaria en defensa de la democracia en Venezuela. Allí es posible otra línea de acción: la convocatoria a procesos revocatorios de varios diputados rojos. Esto seguramente será respondido con una medida similar, por lo que, de emprenderse este camino, es predecible que ocurra una renovación anticipada de la Asamblea y que pueda conformarse una nueva mayoría parlamentaria que refleje la realidad política del país.
La dinámica política y el equilibrio de fuerzas han cambiado y pueden darse escenarios que no se creían posibles hace apenas pocos meses. Puede haber desenlaces sorpresivos.
Resolver la crisis de forma pacífica es la única opción para todos, incluso para los miembros del régimen, si quieren seguir participando democráticamente en la vida política del país.
Si no, hasta aquí los trajo el río.
Christian Burgazzi
@cburgazzi
Para leer Parte (II): El Tamaño del Engaño
Para leer parte (III): Los indiciados y las armas del delito
Para leer parte (IV): El secreto de la "rabo e´ cochino"
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