Valentina Lares Martiz
Corresponsal de EL TIEMPO
Caracas 01 de Junio del 2013
Corresponsal de EL TIEMPO
Caracas 01 de Junio del 2013
La
respuesta de Caracas fue una válvula de oxigenación política.
El gobierno del presidente venezolano,
Nicolás Maduro, bajo intensas presiones en el seno del partido de gobierno y
entre su propio electorado, encontró en la visita del excandidato y gobernador
Henrique Capriles una válvula de oxigenación política al más puro estilo de las
utilizadas por el presidente Hugo Chávez. Este no dudaba en establecer esquemas
de confrontación para diversificar la atención sobre asuntos internos y hacer
un despliegue personal que, sin duda, le generaba altas dosis de popularidad.
Pero para Maduro la jugada puede tener
un costo inusitado. El chavismo no es para él lo que era para el presidente
Chávez. Representa más bien un terreno agrio que hasta cierto punto explica
–aunque no justifica– la agresiva reacción de su gobierno, y la suya propia,
ante la visita de Capriles. Para empezar, porque la conducción del gobierno no
descansa únicamente en sus manos, como ocurría con el 'comandante'.
La primera reacción, al venir de
Diosdado Cabello en tono abiertamente altisonante fue una exhibición de
liderazgo personal que habría sido impensable en tiempos de Chávez. Seguida por
Jaua y, un día después, en el vendaval que desató el presidente Maduro se
evidenció un conflicto de competencias, o al menos falta de coordinación.
“No puede hablarse en Venezuela de una
pugna de liderazgos, no es correcto aplicar ese concepto. En el país no hay
liderazgo oficial concreto, sino una confederación de mafias que dirigen a
golpe y porrazo la política nacional y, como vemos, la internacional”, señala
el profesor del doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad Central,
Carlos Hernández.
“Añadamos también que Maduro no es un
líder carismático y su legitimidad de origen aún es cuestionada por su estrecho
margen de victoria en las elecciones. Sin duda está bajo fuertes presiones para
demostrar que es apto para el cargo y, sin las mismas características de
Chávez, intenta hacerlo siguiendo su ejemplo”.
El panorama político para el
presidente Maduro se recargó además luego de la publicación del audio del
militante chavista Mario Silva, cuyo programa de televisión 'La Hojilla' fue
suspendido tanto como su cercanía al gobierno luego de revelarse una larga
conversación con un miembro del G2 cubano en la que explica con detalle tramas
de corrupción y el antagonismo Maduro-Cabello.
Esa tensión sólo amenaza con empeorar
ante la promesa de la oposición de publicar un segundo audio que contendría
afirmaciones y datos aún más escandalosos.
Tampoco ha trabajado a su favor la
reciente venta del canal Globovisión a empresarios sobre los que se sospecha
conexiones con el gobierno, ni su amenaza de retirar el canal CNN de las
transmisiones de la televisión por suscripción, elementos percibidos como
nuevas ofensivas para debilitar la libertad de expresión e información.
Por su parte el politólogo de
tendencia marxista y también profesor Jesús Silva, la reacción del Presidente
venezolano busca reforzar su posición dentro de un chavismo radical que no
puede darse el lujo de perder. “Maduro se protege frente al electorado
chavista. Debe mostrar que exige respeto para Venezuela y que Bogotá no sirva
de tribuna al cuestionado dirigente derechista Capriles; sobre todo cuando se
avecinan elecciones municipales en diciembre con el que se medirá el nivel de
fuerza del chavismo luego de la trágica muerte de su fundador”.
Lo que está por verse es si estas
actuaciones en el terreno político afectarán el curso de las relaciones en
ámbitos más pragmáticos como el comercial. Un día antes de la visita de
Capriles a Bogotá el ministro de Hacienda colombiano se reunió con su par
venezolano y el canciller para la apertura de un nuevo capítulo de intercambio
comercial. Venezuela, en un serio atolladero de escasez y desabastecimiento de
productos, sabe que Colombia puede ser un aliado estratégico en esa materia.
El entusiasmo inicial de ese encuentro
es ahora un gran interrogante, sobre todo luego de que el ministro de
Alimentación de Venezuela, Carlos Osorio, anunció públicamente que el gobierno
“pensará” si concreta o no la compra de bienes a Colombia, a propósito del
impasse desatado. “A raíz de la situación de ayer (el jueves) difícilmente
pudiéramos entablar algún tipo de relación comercial con Colombia más allá de
la que ya se está llevando”, dijo.
De nuevo, la aplicación de una receta
clásica del presidente Chávez en una situación diferente, pues los niveles de
desabastecimiento que enfrenta el gobierno de Maduro sobrepasan abiertamente
los que manejó el 'comandante'.
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