Miguel Méndez Rodulfo Caracas 21 de marzo de 2014
El fracaso monumental del gobierno por
controlar la inflación que asola a todos los venezolanos, sin distinción de
clase social, pero que efectivamente perjudica más a los pobres, se pretende
ocultar con varias triquiñuelas, algunas viejas conocidas y otras nuevas, como
es aprovechar el juego macabro de la represión. A pesar de la novísima Ley de
Precios Justos, que pretendía frenar ipso facto la “especulación empresarial”,
a pesar de los férreos controles de precios cuya aplicación tienen ya varios
años, a pesar del dólar controlado, a pesar del control de las tasas de
interés, el régimen tuvo que “autorizar el aumento de 20% en los precios
máximos de venta al público, del pollo, la carne de bovino y de la leche en
todas sus presentaciones, incluyendo los quesos” Tal aumento que el
bolivarianismo se vio forzado a efectuar por las circunstancias de desabasto
imperantes en el país, cae como una patada en el estómago de los ciudadanos que
hoy residen en Venezuela y que vieron devaluar tremendamente su moneda (y con
ello subir los precios consecuentemente) apenas hace mes y medio, pero que
aterrados se preparaban para una tercera devaluación en lo que va del año,
porque la segunda vino por cuenta de Sicad II. El asunto es que las cosas en el
país desde el punto de vista económico, están tan malas que los boliburgueses
que nos gobiernan no pudieron esperar la nueva devaluación para incrementar el
precio de alimentos fundamentales y anunciar también la próxima subida de otros alimentos que
integran la canasta alimentaria.
Ya poca gente cree el cuento de la
guerra económica del imperio, el saboteo de los oligarcas o la conspiración de
la derecha. Son 16 años los que este régimen lleva mal gobernando al país, y
cada vez es más difícil echarle la culpa a otros. Lo que ya la gente se plantea
cuando escucha a Maduro y a sus ministros hablar de una guerra declarada de los
especuladores contra Venezuela, es ¿qué ha hecho es gobierno en más de tres
lustros para controlar y neutralizar a estos saboteadores? Si como a todas luces
es evidente que nada se ha hecho, entonces el régimen es extremadamente
ineficiente porque no es capaz de resolver el problema que agobia a la
población. Esta misma conjetura se la formula la gente con respecto al tema de
la inseguridad ciudadana, el desabastecimiento, los apagones, el estado de los
hospitales, la situación de las escuelas, etc. Entonces, la conclusión
inequívoca es que este gobierno es culpable de lo que ocurre y busca escurrir
el bulto, echándoles la culpa a otros, por lo que el hartazgo es una condición
que cada vez se instala más en densas capas poblacionales de Venezuela.
La otra consideración que en este
momento preocupa hondamente a los venezolanos es la manera despiadada como ha
arreciado la represión no solamente contra los estudiantes, sino también con
las detenciones arbitrarias de alcaldes legítimamente electos y la intención
aviesa de pretender repetir comicios recientemente realizados. La posibilidad
de que el gobierno vaya contra todos los alcaldes en cuya jurisdicción hubo
guarimbas, es muy probable, lo que crea un clima de zozobra política
innecesaria. Si el régimen cree que apresando alcaldes resuelve el gran
descontento nacional y de paso se quita de encima a grandes rivales políticos,
se equivoca de medio a medio. La acentuación de la represión podrá generarle al
gobierno, en el corto plazo, una ilusión de que ha vencido el descontento, pero
lo cierto es que no es otra cosa que añadirle más presión a una olla que ya
hierve a punto de reventar. Lo que debe plantearse el soviet que nos gobierna
es cambiar sus políticas públicas y en consecuencia su modelo, pero eso sabemos
que es imposible porque ninguna dirigencia ha tenido nuestro país tan
ideologizado como esta. Las semanas que están por venir serán de una tensa calma,
clima en el que cualquier cosa puede ocurrir.
Caracas 21 de marzo de 2014
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