EL PAÍS 27 MAR 2014
Después de una treintena
de muertos y centenares de heridos y detenidos, el presidente Nicolás Maduro
sigue enrocado en la intransigencia
Las protestas en Venezuela están a punto
de cumplir dos meses sin que haya atisbo de solución. Después de una treintena
de muertos y centenares de heridos y detenidos, el presidente, Nicolás Maduro,
sigue enrocado en la intransigencia, disfrazando de sabotajes y conspiraciones
una realidad de ineficacia gubernamental, polarización y hartazgo ciudadano.
La detención, el martes, de tres
generales acusados de preparar un golpe de Estado —seguida ayer de un
comunicado de las Fuerzas Armadas ratificando su lealtad al presidente y a la
“patria socialista”— forma parte de esta estrategia: desde que llegó al poder
hace un año, Maduro ha denunciado más de 30 complós, siguiendo la tradición
implantada por su mentor, Hugo Chávez. En este caso, el anuncio coincide con la
visita a Caracas de una delegación de la Unasur. Además de constatar los
“intentos de derrocamiento”, como dice el Gobierno, los ministros de Exteriores
suramericanos tienen como objetivo apoyar la “conferencia de paz” convocada por
Maduro. El problema es que los hechos desmienten la voluntad de diálogo, o por
lo menos lo vuelven imposible. La persecución de los dirigentes opositores, que
arrancó con la detención de Leopoldo López, ha arreciado en estos días con el
encarcelamiento de dos alcaldes y el acoso a la diputada María Corina Machado,
despojada de su escaño.
Se equivoca Maduro si cree que así va
a atraerse al “ala moderada” de la oposición. Nadie creíble va a sentarse a su
mesa mientras siga la escalada represiva y los grupos de matones continúen
asesinando impunemente.
Castigados por la carestía, el
desabastecimiento, la criminalidad y la merma en las libertades, los
venezolanos se están viendo sometidos a un grado inédito de violencia. Y se
equivoca también Maduro —en esta crisis que revela el fracaso del chavismo sin
Chávez— si piensa que las aguas volverán a su cauce por agotamiento. Nada va a
volver a ser como antes.
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