ROSALÍA MOROS DE BORREGALES sábado 29 de marzo de 2014
Una profunda tristeza embarga nuestra
alma, cada día nuestro país se viste de luto. Las lágrimas se han hecho
compañeras del corazón. La vida bendita que parió nuestra patria deja de
sonreírnos, se va sin despedirse, dejando tantas tareas inconclusas, cae
derribada buscando hasta en su último
aliento la libertad. No hay un sentimiento que tenga más carácter de infinidad
que el amor que se siente por un hijo, y al saber de los hijos caídos de
nuestra nación evocamos los hijos infinitos del poeta Andrés Eloy Blanco:
"Cuando se tiene un hijo, se tiene al hijo de la casa y al de la calle
entera". "Cuando se tiene un hijo, se tiene el mundo adentro y el
corazón afuera".
Y así hemos vivido en tiempos de
revolución los venezolanos, con el corazón afuera, gritando en el silencio de
nuestras almas que Dios nos guarde la vida; tratando de atraparla como agua que
se escapa entre las manos. Hemos sido víctimas de un gobierno que por años
abandonó a sus ciudadanos ante la delincuencia, despreciando sus vidas con la
más vergonzosa indiferencia. Y en la herencia impuesta, en el legado pérfido se
ha potenciado la crueldad de un gobierno que equivocadamente ha gastado
millones de nuestro dinero para comprar armas para la única guerra que enfrenta
en su propia casa y en la que mata a sus propios hermanos.
Podrán tratar de maquillarse el
rostro, de mostrar apariencia de piedad; pero la cara del odio es horrible en
cualquier lugar. En las calles de nuestro país la sangre de la vida ha perdido
su rojo rutilante para convertirse en un morado opaco y sombrío; para convertir
las dulces y esperanzadas almas de las madres en un desierto desolado que llora
y gime. La violencia no se esconde debajo de bonitos atuendos. No hay panqué
que disimule el morado de los golpes, no hay colirio que devuelva el blanco a
los ojos enrojecidos por las bombas, no hay tela de ningún color que pueda
ocultar la sangre derramada. Han entregado la vida de sus propios ciudadanos
ante los monstruos creados por su odio, que empuñan armas que solo el gobierno
ha pagado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico