MARÍA DENISSE FANIANOS DE CAPRILES miércoles 26 de marzo
de 2014
Estoy segura que muchos venezolanos
nos hemos hecho esta pregunta en estos últimos años, meses, días... donde hemos
visto tanta maldad, tanta corrupción, tantas injusticias. Creo que nadie puede
contestar a esta interrogante. Sin embargo quiero compartir con ustedes lo que
Juan Pablo II, quien será declarado santo el próximo 27 de abril, dice en su
libro Memoria e Identidad sobre las "ideologías del
mal".
"He tenido la oportunidad de experimentar personalmente las "ideologías del mal". Es algo que nunca se borra de la memoria. Primero fue el nazismo. Lo que se podía ver en aquellos años era ya terrible. Pero muchos aspectos del nazismo no se veían. No todos se daban cuenta de la verdadera magnitud del mal que se cernía sobre Europa, ni siquiera muchos entre nosotros que estábamos en el centro mismo de aquel torbellino. Vivíamos sumidos en una gran erupción del mal, y solo gradualmente comenzamos a darnos cuenta de sus dimensiones reales. Porque los responsables trataban a toda costa de ocultar sus propios crímenes a los ojos del mundo. Tanto los nazis durante la guerra como los comunistas después, en Europa oriental, intentaban encubrir ante la opinión pública lo que estaban haciendo. Durante mucho tiempo Occidente no quiso creer en el exterminio de los judíos. Solo después, todo esto salió a la luz sin tapujos. Ni siquiera en Polonia se sabía todo lo que los nazis habían hecho y hacían a los polacos..., e incluso la trágica historia de las deportaciones se conocía sólo en parte".
"Más tarde, una vez terminada la guerra, pensé para mí: Dios concedió al hitlerismo 12 años de existencia y, cumplido este plazo, el sistema sucumbió. Por lo visto, éste fue el límite que la Divina Providencia impuso a semejante locura. A decir verdad, no fue solamente una locura: fue una "bestialidad", como escribió Konstanty Michalskil. El hecho es que la Divina Providencia concedió solo aquellos 12 años al desenfreno de aquel furor bestial. Si el comunismo ha sobrevivido más tiempo y tiene alguna perspectiva de un desarrollo mayor, pensaba para mis adentros, debe ser por algún motivo".
"En 1945, al terminar la guerra, el comunismo aparecía muy fuerte y peligroso, mucho más que en 1920. Ya en aquel momento se tenía la impresión que los comunistas conquistarían Polonia e irían más allá, a Europa occidental, aspirando a la conquista del mundo. En realidad, no se llegó a tanto... Pero después de la victoria sobre el nazismo en la II Guerra Mundial, los comunistas se sintieron envalentonados y se aprestaron con todo descaro a conquistar el mundo o, al menos, Europa. Esto llevó inicialmente a la división del continente en zonas de influencia, según el acuerdo logrado en la Conferencia de Yalta en febrero de 1945. Un acuerdo respetado solo en apariencia por los comunistas, que lo violaron de hecho de muy diversas maneras, ante todo con la invasión ideológica y la propaganda política, no solo en Europa, sino también en el resto del mundo. Me quedó entonces muy claro que su dominio duraría mucho más tiempo que el del nazismo. ¿Cuánto? Era difícil de prever".
"Lo que se podía pensar es que también este mal era en cierto sentido necesario para el mundo y para el hombre. En efecto, en determinadas circunstancias de la existencia humana parece que el mal sea en cierta medida útil, en cuanto propicia ocasiones para el bien... San Pablo exhorta a este respecto: "no te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien" (Rm. 12, 2 l). En definitiva, tras la experiencia punzante del mal, se llega a practicar un bien más grande".
"Me he detenido en destacar el límite impuesto al mal en la historia de Europa precisamente para mostrar que dicho límite es el bien; el bien divino y humano que se ha manifestado en la misma his toria, en el curso del siglo pasado y también de muchos milenios. En todo caso, no se olvida fácil mente el mal que se ha experimentado directa mente. Solo se puede perdonar. Y, ¿qué significa perdonar sino recurrir al bien, que es mayor que cualquier mal? Un bien que, en definitiva, tiene su fuente únicamente en Dios. Solo Dios es el Bien. El límite impuesto al mal por el bien divino se ha incorporado a la historia del hombre, a la historia de Europa en particular, por medio de Cristo. Así pues, no se puede separar a Cristo de la historia del hombre. Lo dije durante mi primera visita a Polo nia, en Varsovia, en la plaza de la Victoria. Dije en tonces que no se podía apartar a Cristo de la historia de mi nación. ¿Se le puede apartar de la historia de cualquier nación?... De hecho, ¡solo en Él to das las naciones y la humanidad entera pueden cruzar el umbral de la esperanza !".
Que Dios y la Virgen de Coromoto nos ayuden a entender por qué nos ha tocado vivir lo que estamos viviendo, y qué quiere Dios de nosotros con esto. Que sepamos que solo estando con Él, haciendo el bien, podremos vivir internamente en paz y poner fin a tanto mal.
mariadenissecapriles@gmail.com
@VzlaEntrelineas
"He tenido la oportunidad de experimentar personalmente las "ideologías del mal". Es algo que nunca se borra de la memoria. Primero fue el nazismo. Lo que se podía ver en aquellos años era ya terrible. Pero muchos aspectos del nazismo no se veían. No todos se daban cuenta de la verdadera magnitud del mal que se cernía sobre Europa, ni siquiera muchos entre nosotros que estábamos en el centro mismo de aquel torbellino. Vivíamos sumidos en una gran erupción del mal, y solo gradualmente comenzamos a darnos cuenta de sus dimensiones reales. Porque los responsables trataban a toda costa de ocultar sus propios crímenes a los ojos del mundo. Tanto los nazis durante la guerra como los comunistas después, en Europa oriental, intentaban encubrir ante la opinión pública lo que estaban haciendo. Durante mucho tiempo Occidente no quiso creer en el exterminio de los judíos. Solo después, todo esto salió a la luz sin tapujos. Ni siquiera en Polonia se sabía todo lo que los nazis habían hecho y hacían a los polacos..., e incluso la trágica historia de las deportaciones se conocía sólo en parte".
"Más tarde, una vez terminada la guerra, pensé para mí: Dios concedió al hitlerismo 12 años de existencia y, cumplido este plazo, el sistema sucumbió. Por lo visto, éste fue el límite que la Divina Providencia impuso a semejante locura. A decir verdad, no fue solamente una locura: fue una "bestialidad", como escribió Konstanty Michalskil. El hecho es que la Divina Providencia concedió solo aquellos 12 años al desenfreno de aquel furor bestial. Si el comunismo ha sobrevivido más tiempo y tiene alguna perspectiva de un desarrollo mayor, pensaba para mis adentros, debe ser por algún motivo".
"En 1945, al terminar la guerra, el comunismo aparecía muy fuerte y peligroso, mucho más que en 1920. Ya en aquel momento se tenía la impresión que los comunistas conquistarían Polonia e irían más allá, a Europa occidental, aspirando a la conquista del mundo. En realidad, no se llegó a tanto... Pero después de la victoria sobre el nazismo en la II Guerra Mundial, los comunistas se sintieron envalentonados y se aprestaron con todo descaro a conquistar el mundo o, al menos, Europa. Esto llevó inicialmente a la división del continente en zonas de influencia, según el acuerdo logrado en la Conferencia de Yalta en febrero de 1945. Un acuerdo respetado solo en apariencia por los comunistas, que lo violaron de hecho de muy diversas maneras, ante todo con la invasión ideológica y la propaganda política, no solo en Europa, sino también en el resto del mundo. Me quedó entonces muy claro que su dominio duraría mucho más tiempo que el del nazismo. ¿Cuánto? Era difícil de prever".
"Lo que se podía pensar es que también este mal era en cierto sentido necesario para el mundo y para el hombre. En efecto, en determinadas circunstancias de la existencia humana parece que el mal sea en cierta medida útil, en cuanto propicia ocasiones para el bien... San Pablo exhorta a este respecto: "no te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien" (Rm. 12, 2 l). En definitiva, tras la experiencia punzante del mal, se llega a practicar un bien más grande".
"Me he detenido en destacar el límite impuesto al mal en la historia de Europa precisamente para mostrar que dicho límite es el bien; el bien divino y humano que se ha manifestado en la misma his toria, en el curso del siglo pasado y también de muchos milenios. En todo caso, no se olvida fácil mente el mal que se ha experimentado directa mente. Solo se puede perdonar. Y, ¿qué significa perdonar sino recurrir al bien, que es mayor que cualquier mal? Un bien que, en definitiva, tiene su fuente únicamente en Dios. Solo Dios es el Bien. El límite impuesto al mal por el bien divino se ha incorporado a la historia del hombre, a la historia de Europa en particular, por medio de Cristo. Así pues, no se puede separar a Cristo de la historia del hombre. Lo dije durante mi primera visita a Polo nia, en Varsovia, en la plaza de la Victoria. Dije en tonces que no se podía apartar a Cristo de la historia de mi nación. ¿Se le puede apartar de la historia de cualquier nación?... De hecho, ¡solo en Él to das las naciones y la humanidad entera pueden cruzar el umbral de la esperanza !".
Que Dios y la Virgen de Coromoto nos ayuden a entender por qué nos ha tocado vivir lo que estamos viviendo, y qué quiere Dios de nosotros con esto. Que sepamos que solo estando con Él, haciendo el bien, podremos vivir internamente en paz y poner fin a tanto mal.
mariadenissecapriles@gmail.com
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