Américo Martin 28 de agosto de 2014
Se refiere Armando Durán al papel de
las “encerronas” de la MUD propuestas por cierto por Antonio Ledezma, y también
a lo que he dicho sobre la unidad y la diversidad, trabajando juntas pese a ser
discrepantes.
Debo comenzar reconociendo una
coincidencia básica. Acepta Armando que la fuerza de la unidad opositora y
específicamente de la MUD está en un hecho paradójico y al mismo tiempo
absolutamente lógico: la fuerza de la alternativa democrática –a diferencia de
lo que ocurre en la acera oficialista- está en que es plural. Se trata de
muchos factores distintos unidos por una tarea superior que prevalece –sin
eliminarlas, más bien alentándolas- sobre las diferencias que las separan.
¿Por qué es eso la fuerza de la
oposición plural? Porque Venezuela, como cualquier otro país del mundo también
es plural y por lo tanto si se quiere encausar toda la sociedad y no una sola
parte de ella, la coalición que la dirija debe reunir, si le fuera posible, las
muchas corrientes de pensamiento que expresan a los variopintos venezolanos.
Solo así podría confundirse con la nación misma y conformar una poderosa
mayoría favorable al gran cambio hacia la democracia, la productividad, la
libertad y demás elementos que conforman la modernidad, el progreso y la
civilización. Es, como se apreciará, un objetivo macro, superior.
¿Sería posible alcanzarlo si se
renuncia a la convivencia plural y se abraza una única ideología, un único
jefe, una tendencia hostil a cualquiera otra?
Imposible, porque reventaría el frente
unitario nacional. Nadie aceptará buenamente que se proclamen unidades y
simultáneamente se pretenda imponer una solitaria y excluyente versión
ideológica y política.
En la MUD y sus alrededores hay
organizaciones y personalidades ideológicamente plurales: socialdemócratas,
demo-cristianos, desarrollistas, liberales y eventualmente marxistas críticos.
La estructura que pueda ponerlas a trabajar juntas por una causa suprema que
necesiten todos, será la más poderosa, la más numerosa. Si administra ese
potencial con destreza, inteligencia, firmeza, tendrá una excelente posibilidad
de vencer.
Armando Durán está de acuerdo con eso,
no obstante añade algo obvio: sí, allí está su fuerza pero también su debilidad
porque ninguno de sus componentes está en capacidad de imponerse con el fin de
proporcionarle la coherencia indispensable, que también se requiere.
Nadie ha dicho que el oficio político
sea fácil, pero no hay en la Venezuela de hoy otra manera de plantear el cambio
que aprender a relacionar la amplia representación con la coherencia posible. Y
ese aprendizaje pasa por reconocer la realidad. No es bueno, no es sano, no es
útil copiar la supuesta coherencia del bloque político encabezado por el
presidente Maduro. Porque en ese caso, habría que sacrificar la
representatividad, romper el pluralismo y confiarse a un líder afortunado con
su partido amarrado solo a él. Eso se llama sacrificar la mayoría a la
coherencia. Algo así como un chavismo al revés. Dos maquinarias enfrentadas
dejando a la inmensa nación mirando el espectáculo desde las tribunas.
Coincido con Durán en que una mayoría
diversa tiene la desventaja de tener que meterse en encerronas y aceptar, aun
sin compartirlas, las iniciativas de los socios de la coalición. Sin embargo
eso se compensa con creces por el hecho de contar con la mayoría, la que
decide.
La experiencia, la destreza,
permitirán ir mejorando la eficiencia de la conducción sin perder el respaldo
de la mayoría a la que se tenga el honor de dirigir. La manifestación más pura
del arte de la dirección política será sin duda el equilibrio entre
representatividad y coherencia, pluralidad y eficacia. El arte de dirigir
procesos complejos solo se adquiere dirigiéndolos. En la disidencia democrática
hay partidos, personalidades y líderes muy preparados para semejante tarea.
El punto clave aquí es que por
tratarse de factores distintos dotados de pensamiento plural, postulan
iniciativas diferentes en aquello que no sea el común propósito. ¿Qué hacer con
ellas? ¿Acaso cauterizarlas, prohibirlas, vetarlas? En absoluto. No solo hay
que estudiarlas sino que, si no hay acuerdo, lo prudente es que el o los de
tales iniciativas puedan desplegarlas por sí mismos. A la MUD le corresponderá
respetarlas y en modo alguno descalificarlas.
Porque a la unidad no puede convenirle
que sus componentes se esterilicen, se paralicen y solo hagan lo que resuelva
la MUD. Eso, en mi opinión es conspirar contra sí misma. ¡Que todos fortalezcan
su musculatura, promuevan sus líderes, compitan sanamente por ganar territorio
social y político! La única condición es la evidente: que lo hagan sin dirigir
el esfuerzo contra la MUD, contra los proyectos unitarios, pisándose la
manguera. De ese modo será como una danza vistosa de tendencias exhibiendo y
poniendo a prueba propuestas al tiempo que colocándolas en el acervo de la
unidad en la MUD y otras instancias: sindicales, estudiantiles, gremiales y un
gran etcétera. Equivale a plantear el cambio de poder por la vía de mayorías
ajustadas pacíficamente a la constitución y al servicio del país, incluso de
los sectores que representan al actual bloque político gobernante.
No sé si algunos llegarán a pensar que
la variedad de candidatos de la unidad pueda desatar una intensa competencia.
¡Excelente! Para el gobierno sería un
verdadero desastre, rompería la unidad que, además de Maduro, apareciera otro
candidato chavista. Por el contrario varios abanderados fortalecerían la unidad
opositora ahora mismo y en posterior elección.
En los arcanos de la MUD están las
primarias. Tres millones de “electores” decidieron. Si se asume esta
complejidad con inteligencia podría esperarse que esta vez decidan unos cinco
millones.
Sería un gran salto adelante. Una
victoria anticipada
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