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lunes, 21 de marzo de 2016

Guaicaipuro Lameda: Los pobres tendrán que seguir siendo pobres, los necesitamos así, por @carlaangola



Carla Angola 20 de marzo de 2016

El 18 de octubre del 2012, la periodista Carla Angola sostuvo una interesante conversación con el general Guaicaipuro Lameda, Quien fue Jefe de la Oficina Central de Presupuesto, la OCEPRE, al inicio del gobierno de Hugo Chávez, pasando de allí a la presidencia de la industria petrolera estadal, PDVSA. Sus revelaciones pueden servirnos para entender -todavía más- el comportamiento político del gobierno. Esta conversación –sin duda- es un documento para la historia del país.

CA: Siempre recuerdo en Buenas Noches la anécdota que compartió conmigo alguna vez en la que Jorge Giordani le confesó que a la revolución le convenía mantener pobres a los más necesitados en Venezuela. Ud.¿Podría contar con detalles hablarnos de esa reunión y cómo surge ese comentario? ¿Qué planteamiento o inquietud suya generó esa respuesta?


GL: Yo le venía insistiendo al presidente Chávez que lo engañaban en el tema económico, ya que las proyecciones a 5 años mostraban un creciente déficit fiscal, necesidad de endeudamiento o devaluación y, por tanto, era necesario atender el tema de la producción para que Venezuela pudiera hacerse independiente de la renta petrolera, tal y como se había prometido en la campaña electoral y como me lo habían presentado en el proyecto para el cual estábamos trabajando.

Era la época en que se le decía al país que nos estábamos quitando los inversionistas a sombrerazos y que el submarino estaba a flote. Sin embargo, los inversionistas venían al país y no conseguían un interlocutor válido que les explicara cuáles eran las oportunidades de negocio y se iban decepcionados porque habían invertido tiempo y dinero sin recibir nada, ¡NI SIQUIERA UN NO!

Se iban con dudas y promesas vagas. Chávez aceptó que nos reuniéramos para hablar del tema y para la reunión invitó a 4 personas: José Vicente Rangel, Jorge Giordani, Héctor Navarro y Aristóbulo Istúriz, a quienes conseguí en la sala del consejo de ministros donde se suponía que haríamos la antesala para luego reunirnos con Chávez.

Estando allí, Giordani me pregunta que de qué se trataba lo que yo le quería informar al Presidente y le respondí en los siguientes términos:

“La proyección plurianual a 5 años nos indica que no vamos a tener crecimiento, será negativo, el déficit fiscal será creciente. Vamos a tener serias necesidades de endeudamiento, ya que se está perdiendo el control sobre el gasto del Gobierno bajo excusas populistas. El Gobierno no está ahorrando en el FIEM, gasta todo y engañamos al hablar de una economía creciente. Para que eso ocurra, deberían estarse construyendo galpones, edificios y toda la infraestructura que requiere la producción, y eso no existe. Si es verdad que queremos acabar con la pobreza, es imprescindible que se genere riqueza y que se diseñen mecanismos adecuados para que su distribución sea justa y equitativa, y eso tampoco lo veo”.

Allí Giordani me interrumpió y me dijo: “Mire, General, usted todavía no ha comprendido la revolución. Se lo explico: Esta revolución se propone hacer un cambio cultural en el país, cambiarle a la gente la forma de pensar y de vivir, y esos cambios sólo se pueden hacer desde el poder. Así que lo primero es mantenerse en el poder para hacer el cambio. El piso político nos lo da la gente pobre: ellos son los que votan por nosotros, por eso el discurso de la defensa de los pobres. Así que, LOS POBRES TENDRÁN QUE SEGUIR SIENDO POBRES, LOS NECESITAMOS ASÍ, hasta que logremos hacer la transformación cultural. Luego podremos hablar de economía de generación y de distribución de riqueza. Entretanto, hay que mantenerlos pobres y con esperanza”.

Allí yo lo interrumpí y le pregunté: “Ya que usted dice ‘luego’, dígame cuánto tiempo cree usted que tomará hacer ese cambio”.

La respuesta fue inmediata: “Mire, se trata de un cambio cultural y eso toma al menos tres generaciones: los adultos se resisten y se aferran al pasado; los jóvenes la viven y se acostumbran, y los niños la aprenden y la hacen suya. Toma por lo menos 30 años”.

CA: ¿Qué le respondió a Giordani cuando le confesó tan crueles objetivos?

GL: Mi respuesta no se hizo esperar:

“Usted me está diciendo que esta revolución deliberadamente condena a los pobres a que vivan en la pobreza sólo para que ustedes se mantengan en el poder mientras intentan que la gente piense como ustedes creen que deben pensar. Si es así, USTEDES SON UNOS HIJOS DE PUTA Y YO CON HIJOS DE PUTA NO TRABAJO”.

Giordani se molestó y me dijo: “¡No sea usted tan grosero!“. Se levantó de su silla y entró al despacho del presidente Chávez. Al cabo de unos 10 minutos salieron ambos y Chávez me dijo: “Lameda, me dijo Giordani que tú le faltaste el respeto”.

Yo le respondí:

“¡No, Presidente! Lo que yo le dije fue que si era deliberada la estrategia de esta revolución de condenar a los pobres a no salir de esa condición… USTEDES SON UNOS HIJOS DE PUTA Y YO CON HIJOS DE PUTA NO TRABAJO. Es una expresión condicionada a esta suposición que yo no acepto como válida”.

La respuesta de Chávez fue otra de sus astucias:

“Mira, Lameda, la cosa no es tan así como te dice Giordani; lo que pasa es que él es un idealista igual que tú. Ustedes están en los extremos. Yo creo que los ánimos están muy caldeados y así no vale la pena reunirse. Vamos a suspender y yo les aviso cuándo escucharemos a Lameda”.

La reunión nunca se produjo y, a partir de allí, fue muy poco lo que hablé con Chávez o sus ministros. Eso marcó mi ruptura con la revolución. Es un asunto de principios. El ejercicio del poder no puede estar por encima de la vida de la gente porque en democracia el gobernante está para servir de acuerdo con la voluntad de la gente y no para imponerle a la gente su propia voluntad.

CA: Me parece imprescindible que el Gobierno quede al descubierto. Lo brutal de la confesión de Giordani, es que esa gente humilde e inocente confía en esta revolución y la cree su salvadora. ¿Y si supieran que en realidad son sus verdugos?

GL: Yo fui a Cuba durante 5 días. Fue una visita solicitada por Fidel a Chávez por intermedio del Ministro de Industrias Básicas con doble propósito. Primero, convencerme de la necesidad que tenía Cuba de recibir ayuda desde Venezuela, y segundo, someterme a un proceso de “inducción revolucionaria”. Chávez me había presentado a Fidel en los siguientes términos: “Lameda será el Presidente de PDVSA mientras yo sea el Presidente de Venezuela”.

En la conversación que sostuve con Fidel me dijo de manera clara y sin rodeos:

“Para mantenernos, necesitamos unos 4.000 millones de dólares al año. Más de eso ‘estorba’, la gente empieza a vivir bien y se acaba el discurso de la pobreza”.

Lo que me dijo Giordani confirma que ese mismo concepto fue trasladado a Venezuela. Desconozco cuál es la cantidad más allá de la cual el dinero estorba aquí. Pero lo cierto es que por eso se regala la plata al exterior sacándole doble provecho: “Se quema el dinero” y se compra apoyo y silencio político internacional. Por eso se le ha pagado a las transnacionales para que se vayan. Así no hay producción nueva sino que se usa el dinero para hacernos dueños de un negocio que ya existe.

Esa es la misma razón por la cual se derrocha dinero en satélites que financian, en realidad, la investigación y desarrollo de los chinos, quienes ganan en su carrera contra “el imperio”, mientras Venezuela les sirve de base de apoyo para una posible penetración continental en el largo plazo.

La estrategia político-económica para mantenerse en el poder es fácil de explicar. Primero, el Gobierno se declara defensor de los pobres con dos intereses: Ser el adalid y semi-Dios de los pobres y derrotar al adversario. En este sentido, la revolución divide al país en dos toletes: sus amigos, los pobres; sus enemigos. “escuálidos, majunches, oligarcas, golpistas, pitiyankees” o como convenga llamarlos según la circunstancia.

Su estrategia atiende a los pobres desde el estrato E hacia arriba, el estrato D y algo del C. A esta gente que siempre fue pobre, se le “regala” lo que nunca tuvo y lo que nunca le daría nadie con una política sensata de educación, que más bien querría darles herramientas para valerse por sí mismos y no depender del Estado. Eso tomaría tiempo, así que la revolución se lo da de inmediato.

Es muy fácil contentar a gente con tantas penurias. Se les convence de que su mayor riesgo es perder lo que ahora tienen. Se destinan los recursos para ellos y se pasa una “raya” a partir de donde están los enemigos: sector C, B y A. Procurar satisfacción a estos sectores es más costoso, así que se les dedican más bien privaciones a fin de provocarlos y mantenerlos como un enemigo del gobierno y, en consecuencia, enemigo de los únicos amigos del gobierno: los pobres.

Fíjate el mensaje que se está dando en este momento con Nicolás Maduro: con Chávez un chofer de autobús puede ser Vicepresidente. Con Capriles algunos decían que la oficina de Maduro sería el autobús del progreso para que él lo manejara. Es como cuando la señora de la casa le dice a su amiga: “Voy a la peluquería a hacerme las uñas porque parezco una cachifa” y la señora de servicio está allí, a su lado, oyendo y haciéndole el almuerzo.

El gobierno se ha aprovechado de esos errores culturales para alimentar el odio hacia esas clases y, por unos pocos, todos pagan.

CA: El 7 de octubre existían más de 5.2 millones de personas en estado de total dependencia económica con el Estado (de dos o más fuentes). Al leer sus respuestas, podrían plantearse: me dice que el gobierno quiere que siga siendo pobre, pero en realidad me da dinero para vivir. ¿No es una contradicción? General, ¿cómo hacerles entender que lo correcto es que el Estado genere empleo y más oportunidades académicas para que logren algún día ser independientes y superarse a través del trabajo digno, no a través de una dádiva o por su lealtad a un hombre?

GL: La táctica es que te ofrecen vivir mejor desde ya, te regalan lo básico que necesitas y te prometen a futuro, para algún día. Esa promesa es como la lotería: pocos se lo sacan pero muchos lo juegan.

Pero el elemento vitalizador de la esperanza es el proceso electoral. Es allí donde se afinca la revolución para dar, prometer y remolcar.

Recuerdo que en el revocatorio PDVSA otorgó 600 millones de dólares de crédito a los campesinos. En ese entonces yo era copropietario de una finca en Guárico. A algunos le dieron maquinaria a crédito, a otros le dieron insumos a crédito, a otros le dieron un tremendo negocio (venderle a los campesinos los insumos que compraron a crédito). El Gobierno estaba seguro de que ninguno de ellos se convertiría en un verdadero productor. Entregaron todo fuera de tiempo de siembra. Y para ser aún más perversos…

Cuando los productores íbamos a buscar insumos, sencillamente no había. Eso generó un mercado informal de insumos donde los “campesinos pobres” revendieron los insumos a los “productores ricos”. Además el gobierno congeló el precio de los productos, esto dejaba “tablas” al productor ya que para tener utilidad, había que comprar en el mercado “informal de insumos”.

Por su parte, el PSUV tenía la lista del llamado 1×10 de todos los que recibieron créditos. Los cabeza de lista eran responsables de llevarlos a votar en el mismo camión donde los llevaron a buscar los insumos. De estos hay muchos ejemplos.

Esa es la misma denuncia que se hace en estas elecciones presidenciales 2012. Más de ocho millones de venezolanos están inscritos en la Misión Vivienda. Se comenta que se les pasó lista, se les fue a buscar a sus residencias y se les llevó a centros de votación dispuestos sólo para ellos.

Es una clara pero perversa estrategia.

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