Por Vanessa Davies
"Hay lujos que uno se
daba antes y que ahora no se puede dar. Como eso que llamaban chuleta",
ironiza Alexander Noriega
Stephanie Ruiz tiene 18
años. Cualquiera pensaría que una muchacha de su edad no está pendiente de
asuntos como el salario mínimo. Pero sí. Cuando Ruiz escucha la pregunta:
"¿Para qué te alcanza el salario mínimo?", no puede aguantar la risa.
Y su respuesta fluye de inmediato: "Realmente no alcanza para nada. Yo que
estudio (banca y finanzas) y trabajo no me alcanza, porque pago alquiler y mi
universidad".
A lo mejor no conoce el
significado de otras palabras, pero sí el de "rebusque". "Trato
de rebuscarme, conseguir dinero por otra parte, trabajar horas extra y los
fines de semana, imprimir trabajos... Todo dependiendo de lo que pueda
hacer".
También sabe a ciencia
cierta qué es el hambre. "Para comer es un poco difícil. Ahorita la
situación está un poquito complicada. A veces si tengo el desayuno no tengo la
cena. El almuerzo a veces lo llevo, a veces no. Todo depende de cómo esté la
situación económica en la casa", relata. En su hogar no se pueden hacer las
tres comidas: "Se desayuna pero no se cena. A veces no desayuno sino ceno.
A veces no se cena o no se desayuna porque realmente no hay". Esta semana
el Cendas notificó que el costo de la cesta básica supera los 15 salarios
mínimos.
Sus hábitos alimenticios han
cambiado: "Soy alérgica a muchas comidas y he tenido que comerlas porque
no consigo lo que como". El bolsillo no se estira tanto. "El queso
subió, todo está por las nubes, el pollo está súper caro y es lo que debería
comer. Me toca ingeniármelas".
Para Ruiz, la solución es
"que acomoden las medidas económicas". El Presidente "debe ver
más allá lo que pasa, porque imagino que él come bien, él vive bien",
mientras "uno no come, no se alimenta, tiene que salir de madrugada a ver
qué consigue".
Chuletas: artículos de lujo
Alexander Noriega (40 años)
no vive de un salario mínimo, sino de una condición aún más inestable, ya que
trabaja como mototaxista en Caracas.
-¿Te alcanza lo que ganas
para comer?
-No. A nadie nos alcanza
-replica.
-¿Cómo haces para comer?
-Batallando todo el día en
la calle, como lo hace la mayoría de las personas.
-¿Has tenido que cambiar lo
que comes?
-Todo el mundo ha cambiado
lo que come. Nadie puede decir que sigue la dieta de hace 10 años. Eso es
mentira.
-¿Qué has dejado de comer?
-Hay lujos que uno se daba
antes y que ahora no se puede dar. Como eso que llamaban chuleta... No sé si
usted se acuerda... Eso ahora lo conozco, pero por el nombre -ironiza. Antes
uno se quería dar un lujo y se compraba dos kilos de chuleta para comérselo el
sábado en la casa, pero ahora se compra un kilo de carne y hay que tratar de
estirarlo. Claro, hay que gente que está peor, que está más mal y por eso hay
que tener la frente en alto y decir: "Por lo menos yo tengo qué comer
hoy".
Noriega no cree que la política
pueda reparar la economía. "Ningún economista ha tenido las b... para
resolver los problemas y no vamos a esperar a que venga alguien del
exterior" para hacerlo, sentencia. Contrapunto se retira y, a
los pocos segundos, se escucha la voz del trabajador:
"Mototaaaaaaaaaxiiiiii, mototaaaaaaaaxiiii".
"Comerse un huevo es un
lujo ahora"
Las cuentas de Giancarlo
Márquez (35 años) están clarísimas: se miden entre lo que alcanza y lo que no.
"Fui a comprar tres tonterías y se me fueron 10 mil bolívares", describe
Márquez. Pasa a detallar la compra: puros "medio kilo de..." y nunca
el kilo completo.
En su casa se desayuna
"una arepita con queso, porque ya no se puede comer huevo si el cartón
cuesta 2 mil bolívares. Comerse un huevo es un lujo ahora". El almuerzo
para tres personas (Márquez, su esposa y su hija) se basa en ese "medio,
medio, medio" de proteínas que no llegan al kilo completo. "No
estamos comiendo bien. Para como uno trabaja no come bien".
Se ayuda con un montón de
"tigres" con los que intenta alargar el salario mínimo. Su realidad
es implacable, como también lo es su solución para el país. "Que salga
este Presidente es la mejor solución que puede haber", argumenta.
"Antes no vivíamos esta situación tan horrible", remata.
Giancarlo Márquez: "No
estamos comiendo bien"
"No me alcanza ni para
una paca de arroz"
El salario mínimo "no
me alcanza ni para una paca de arroz", sentencia Kenyimber Salas (21
años). "Vivo con mi mamá, mi hermana y mi sobrina; los tres adultos
trabajamos y vivimos con el sueldo de los tres", manifiesta Salas, un
muchacho como miles en Venezuela.
"Gracias a Dios tenemos
comida; poca, pero tenemos", admite. "Comemos arroz con pollo cuando
se consigue. Lo que se consigue es lo que como, porque no se puede exigir
ahorita", subraya.
Jóvenes como Salas piensan
que en el país "hay que hacer caída y mesa limpia". Completa la frase
sin dudarlo: "Este Gobierno tiene que salir y darles la oportunidad a
otros ya. Son 17 años de esa gente mandando y ya no es posible que sean los
pranes de la prisión los que manden ahora en las calles".
No disimula su molestia.
"Vivo indignado", expresa. "Es demasiada la escasez y todo sube.
El mes pasado me compré un par de zapatos en 23 mil bolívares. Ahora cuestan 35
mil bolívares". Lo achaca a la espiral inflacionaria. "Está bien que
aumenten el sueldo, pero tienen que controlar para que las demás cosas no
aumenten", demanda.
Salas, estudiante de mecánica,
quisiera irse del país para "probar nuevos aires", aun cuando acota
que nada es igual "como el país de uno".
No alcanza "para
nada"
Aníbal Rodríguez (63 años)
no ahorra palabras para responder que los ingresos "no alcanzan para
nada" y para confirmar que "se come lo que se pueda". Rodríguez
afirma que la mortadela es el ingrediente infaltable de su desayuno y almuerzo,
ya que "es lo más baratico que hay". El sueldo "no sirve para
nada", lamenta, y pensión "es demasiado poco, porque la cesta básica
está en 172 mil bolívares... Imagínate".
Opina que la única solución
es "cambiar el Gobierno", porque "esto no sirve". Completa
su idea: "Esto no lo pienso yo ni lo digo yo; es lo que dice la
gente". Se pregunta "dónde están los dólares" del país. Y se va,
con sonrisas para Contrapunto y maldiciones para el Gobierno.
02-04-16
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