Por Vanessa Davies
Para el exministro de
Sanidad y director del Cendes, los organismos internacionales deben entender
que en Venezuela, aunque no hay una catástrofe natural ni una guerra, necesita
de manera urgente la cooperación externa
La voz cantante de la
denuncia sobre la epidemia de malaria en Venezuela la llevaron esta semana dos
exministros de Sanidad, y ambos de la segunda gestión de gobierno del
presidente Rafael Caldera: José Félix Oletta y Carlos Walter. Ambos
exfuncionarios no solo aseguraron que, según cifras oficiales, en Venezuela se
han contabilizado 148 mil casos de paludismo en lo que va de 2016, sino que
anunciaron que acudirán a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para
pedirle que apoye al país en la lucha contra la enfermedad.
En entrevista con
Contrapunto, Walter no solo lamenta la expansión de la malaria por el
territorio venezolano –al punto de que ya hay casos en los estados Miranda y
Vargas- sino que llama la atención acerca de lo que no duda en calificar como
el principal problema de salud de la nación: la falta de alimentos. El director
del Centro de Estudios del Desarrollo de la UCV sostiene que el principal
problema de salud del país es “el impacto que la escasez que tienen la escasez
de alimentos y el alto costo de los alimentos sobre la población, en particular
de los niños, porque eso afecta su crecimiento y su desarrollo neurológico”.
El golpe de la imposibilidad
de acceder a la comida “no puede medirse únicamente en la desnutrición”,
insiste Walter, quien enfatiza que “el daño que causa la escasez es
irrecuperable, porque hay alimentos que, si no se reciben en determinadas
edades de la vida, se dificulta el desarrollo neurológico”.
-¿Qué alimentos en
particular?
-Con la escasez y el
problema de los altos costos uno de esos rubros es el de las proteínas. Pero no
se trata solo de proteínas, sino también de vitaminas que son componentes
importantes de alimentos.
Lo prioritario, en las
actuales condiciones de Venezuela, es “atacar el problema de la escasez de
alimentos como política de salud, y paralelamente ir atendiendo problemas
puntuales”. Es fundamental “garantizar la alimentación a los grupos más
vulnerables, que son niños, mujeres embarazadas y adultos mayores”, propone.
-El Gobierno dice que no
tiene dinero, que lo sabotean, que no le prestan. ¿Qué hacer ante eso?
-El Gobierno dice eso, pero
al mismo tiempo no acepta que hay crisis. Si yo, como Gobierno, acepto que ha
crisis, puedo pedir ayuda humanitaria.
Para el exministro de
Sanidad, los organismos internacionales deben entender que en Venezuela, aunque
no hay una catástrofe natural ni una guerra, continúa la necesidad urgente de
cooperación externa. Ante casos como el venezolano los organismos
internacionales “debería comenzarse a discutir cómo, también, situaciones
generadas por la mala gestión de gobiernos en políticas públicas genera
situaciones de escasez que perfectamente pudieran ser catalogadas como crisis
humanitaria”, expone.
Con 250 mil casos de
malaria, o más, finalizará 2016
Como director del Centro de
Estudios del Desarrollo (Cendes) de la UCV, Walter insta a revisar las
estadísticas de salud de Venezuela a fin de entender la gravedad de la crisis
sanitaria y señala, además, que el Gobierno tiene las cifras pero no quiere
divulgarlas. “Parte de la política oficial, no solo en salud, ha sido esconder
la información”, reprochó.
Si se toman esos reportes,
todo indica que “el sistema de salud en Venezuela está muy mal”, y no solo
ello: la tendencia “es a empeorar”. El investigador piensa que ha existido “una
política equivocada” porque las actividades oficiales en el sector se hacen,
más que por logros en materia técnica, por razones políticas. Caso emblemático,
el del paludismo.
En su criterio como
exministro e investigador, es inconcebible que, si las autoridades observan la
tendencia al incremento de la malaria, no formulen un proyecto que permita
bajar el número de casos y controlar la epidemia. “Hay un problema que podemos
decir que es técnico-administrativo”, porque el Ministerio de Salud formula un
proyecto de presupuesto que es “un saco de gatos” en el cual coexisten muchas cosas;
por ello, el paludismo quedaría en la cola de las prioridades. La lucha contra
la malaria está contenida en ese “saco de gatos”, describe. En las actuales
condiciones “se necesitaría una gran campaña nacional” contra el paludismo,
“que tendría que abarcar varios años”.
La malaria podría cerrar
este año con 250 mil casos, calcula Walter, pero podría ser tanto como 350 mil
si las condiciones no varían. Es decir, que el país no solo no va a poder
cumplir con las metas de erradicación pautadas por organismos internacionales,
sino que va a terminar 2016 con lo que el médico no duda en denominar una
“megaepidemia”. La decisión de crear la micromisión malaria intentó buscar la
asignación de recursos “solo para esta enfermedad”, pero –tal como lo contó- no
se cumplieron las metas.
Todas las redes están
afectadas por la falta de divisas
La malaria es uno de los
problemas que confronta el sistema de salud venezolano, subraya Walter, pero no
el único: se deben sumar “la mortalidad materna, la mortalidad infantil y el
impacto que tiene la crisis de escasez de alimentos sobre nuestra población,
sobre todo la población más joven”. El exministro asevera que Venezuela no
tiene “un sistema de salud” sino redes con poca o ninguna coordinación, y
puntualiza que hay estados en los cuales las redes están descentralizadas y en
otros están centralizadas. La más numerosa “es la que está bajo la coordinación
de la misión médica cubana”, como los Centros de Diagnóstico Integral y las
Salas de Rehabilitación Integral.
Como si se tratara de un
paciente, Walter diagnostica que “todas estas redes de salud, sin excepción,
están afectadas por la crisis económica, y en particular, por la crisis de
financiamiento, y dentro de ella por la dificultad de acceso a las divisas”.
Más de 90% de los insumos son importados y no hay dólares para adquirirlos,
acota. “El Ministerio de Salud tiene una campaña, Barrio Adentro 100%. ¿Qué
hago yo con tener infraestructura si no tengo adentro el recurso humano ni los
insumos? ¿Si no tengo medicamentos? ¿Cómo es posible que no tengamos suero, que
es la cuestión más elemental?”, se pregunta.
De acuerdo con Walter, esta
crisis es nueva para Venezuela, porque antes había dificultades pero no
faltaban las divisas. “Esto no solo está afectando al sector público: también
tiene un impacto en el sector privado”, precisa. Lo que no es nuevo es que, en
tiempos de emergencia, aumenta la corrupción, refiere, y relata que los
medicamentos contra la malaria son entregados gratuitamente por el Estado, pero
ya se tiene conocimiento de reventa y “bachaqueo”.
“Los propios pacientes
maláricos” del estado Bolívar, narra el director del Cendes, “se están
convirtiendo en vendedores por esta razón: me diagnostican malaria; me entregan
el tratamiento, que debe ser utilizado de manera continua para que tenga
efecto, pero hay pacientes que se lo toman unos días y luego lo venden, porque
les pagan con oro”. Además, calcula que no habrá antimaláricos hasta el mes de
noviembre, y que mientras tanto el país se mantendrá con donaciones y “pidiendo
prestado”. Una acción inmediata que asumirán las organizaciones científicas
venezolanas, confirma Walter, es advertirle a la OPS -en la reunión que
celebrará próximamente en Washington- que ninguna iniciativa de erradicación de
la malaria funcionará si no se atiende el desbordamiento de la enfermedad en
Venezuela.
18-09-16
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