Por Gregorio Salazar
Un gobierno aterrado que
busca infundir terror. Así puede resumirse la actuación durante las últimas
horas del gobierno de Maduro para darle a la Toma de Caracas todo un preámbulo
de criminalización e intimidación con lo que al mismo tiempo ha justificado la
escalada represiva contra jóvenes dirigentes políticos y contra otros no tan
jóvenes, como Carlos Melo.
Pero la gente se vino.
Pasando calamidades, se vino. Enfrentando obstáculos, pero se vino. Cada quien
escogió el modo de transporte y la vía y los más arrojados a pie desde el
Amazonas, desde Anzoátegui, Valencia y otras poblaciones circunvecinas de
Caracas dejando registros audiovisuales que le han dado la vuelta al mundo.
Pese a los bloqueos y a las amenazas, la gente se vino y hoy, cuando este
impreso circula, está plenando las calles de Caracas.
El miércoles ya el gobierno
había incurrido, pretextando el arreglo de vías y túneles de cuyo estado
calamitoso no se ha ocupado en décadas, en la desvergüenza de bloquear las
vías, como lo ordenó el gobernador de Aragua, uno de los que no oculta el
terror que lo invade de sólo pensar dejar el poder y tener que aclarar o rendir
cuentas por las muchas acusaciones que se hacen en su contra. El miércoles en
la mañana la entrada del túnel de La Cabrera permanecía bloqueada con un camión
cisterna. Mayor descaro, imposible.
La presencia multitudinaria
del pueblo venezolano en las calles de Caracas es el mensaje más claro, rotundo
y contundente que se puede lanzar al mundo para denunciar la conducta de un
gobierno, ya fuera de todo sentido de la realidad, que desconoce flagrantemente
la Constitución para oponerse a la imperiosa necesidad de cambio y de soluciones
a la crisis que sí ven el resto de los venezolanos.
La población se ha
movilizado por la convocatoria de las fuerzas de oposición y es muy probable
que lo ha siga haciendo en los días sucesivos, pues todo parece señalar que el
gobierno de Maduro, en medio de sus estertores, está dispuesto a trasponer
todos los umbrales en el campo de la violación a la Constitución y a los
derechos humanos para aferrarse y perpetuarse en el poder, una meta cada vez
más lejana.
La Toma de Caracas, se
realiza bajo dos situaciones distintas a cualquier otra protesta nacional que
se convocara por parte de la oposición: las condiciones de padecimiento
absoluto en que se encuentra la población, condenada a la miseria mientras este
gobierno permanezca en el poder y la otra es el foco muy crítico de las
organizaciones internacionales, principalmente de la OEA, desde donde se ha
exigido abrirle cauce al referendo revocatorio este año y que se respeten los
derechos humanos.
Sin autonomía de los
poderes, con las actuaciones fuera de la Constitución del gobierno y la
subordinación de las instituciones, no parece despejado el camino para el
referendo revocatorio en el 2016 y los voceros del gobierno, como Jorge
Rodríguez, presidente de facto del Consejo Nacional Electoral, ya se permiten
anticipar que tampoco lo habrá en 2017.
Les aterra el voto de los
ciudadanos, palidecen ante la presencia del pueblo, el mismo al que llamaban el
soberano, en las calles de Caracas. Desde hoy arrecia la lucha por la defensa
de la democracia y el rescate del futuro de los venezolanos. Eso es lo que está
diciendo la multitudinaria Toma de Caracas. Y esa decisión y capacidad de lucha
es la que se necesitará tener en los días por venir.
Denunciar esta manifestación
popular como “un golpe en desarrollo” y además orquestado por el imperio es el
mismo libreto repetido, viejo gastado, el mensaje caza bobos que ya no engaña a
nadie... Maduro debe salir del poder porque su gobierno es el mayor obstáculo
que tiene el camino del futuro para todos los venezolanos. Hoy ha sido
derrotado en la calle.
04-09-16
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